Estructuración represiva, tramas de la violencia estatal y paraestatal
Estructuración represiva, tramas de la violencia estatal y paraestatal
Cuadernos del Sur - Historia 46 (vol.1), 57-77 (2017), ISSN 1668-7604 ESSN 2362-2997
Ana Belén Zapata* María Lorena Montero** Luciano Gabriel Lorenzetti***
57-77
Resumen Abstract
En este artículo nos proponemos siste- matizar aspectos salientes de nuestras investigaciones respecto a la centrali- dad del abordaje desde la escala local para la interpretación histórica y en concreto frente a temas referidos a los procesos represivos entre la década que va desde 1973 a 1983.
Un primer apartado, centrado en el período 1973-1976, se ocupa de analizar la violencia y la represión paraestatal en Bahía Blanca a partir del abordaje de las disputas/conflictos des- atados en tres instituciones locales: la CGT Regional, la Universidad Nacio- nal del Sur y la Facultad Regional Bahía Blanca de la Universidad Tecno- lógica Nacional. El segundo, dedicado a la etapa 1976-1983, reflexiona sobre la estructuración de tramas represivas a escala local, atendiendo fundamen-
In this article we propose to system- atize central points of our investiga- tions regarding the centrality of the approach from the local scale to the historical interpretation, and in par- ticular, to issues related to the repres- sive processes between the decade that goes from 1973 to 1983.
The first section, centered on the period 1973-1976, analyzes the vio- lence and parastate repression in Bahía Blanca based on the approach to dis- putes / conflicts unleashed in three local institutions: CGT Regional, Uni- versidad Nacional del Sur and Facultad Regional Bahía Blanca of Universidad Tecnológica Nacional. The second one, devoted to the 1976-1983 period, reflects on the structuring of repressive frames at a local level, fundamentally focusing on the behavior of the civil-
* IDH-UNGS/UBA. Correo electrónico: aymarazapata@yahoo.com.ar
** UNS-CONICET. Correo electrónico: lorenamonter @gmail.com
*** UNS-CONICET. Correo electrónico: lglorenzetti@gmail.com
Cuadernos del Sur - Historia 46 (vol.1), 57-77 (2017), ISSN 1668-7604 ESSN 2362-2997
Cuadernos del Sur - Historia 46 (vol.1), 57-77 (2017), ISSN 1668-7604 ESSN 2362-2997
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talmente al comportamiento de los actores civiles y militares que operaron en la Universidad Nacional del Sur y en espacios productivos claves para la zona.
Desde este trabajo pondremos de relieve los ejes centrales que permiten complejizar interpretaciones “macro- nacionales” desde 1. la problematiza- ción del espacio público/clandestino en lo local; 2. el desentramado de las relaciones cívico-militares; 3. el cues- tionamiento de periodizaciones gene- ralizadoras que obturan la posibilidad de pensar las dinámicas existentes en ciertos procesos que admitieron mati- ces, particulares cortes temporales y/o momentos de aceleración/ralentiza- ción de las prácticas represivas.
31 de agosto de 2018
22 de diciembre de 2018
ian and military actors that operated in Universidad Nacional del Sur and in key productive spaces for the zone. From this work we will highlight the central axes that allow us to make “macro-national” interpretations more complex, from: 1-the problematiza- tion of the public / clandestine space in the local; 2- the unraveling of civic- military relations; 3 - the questioning of generalizing periodizations that obstruct the possibility of thinking out the dynamics existing in certain pro- cesses that admitted nuances, particu- lar temporary cuts and / or moments of acceleration / slowing down of repres- sive practices.
State repression Parastatal violence Local scale
¿De qué hablamos cuando decimos escala regional/local? ¿Qué entendemos por región? ¿Su configuración coincide con los límites de una ciudad, de un espa- cio definido por determinadas características geográficas o económicas, de una jurisdicción militar/político-institucional/administrativa, etc.? ¿En qué medida la reconstrucción de procesos sociohistóricos situados aporta (desde un punto de vista metodológico, teórico y/o empírico) a la escritura de una historia de la represión con mayúsculas? ¿Es posible escribir una historia de la represión en clave macronacional que logre trazar un cuadro de conjunto sin perder de vista la complejidad y los matices de cada uno de los capítulos locales/regionales que la integran? ¿Qué tan lejos/cerca estamos de alcanzar esa síntesis?
Intentaremos pensar algunos de estos interrogantes a partir de la discusión de aspectos nodales de un conjunto de investigaciones en curso, todas ellas centradas en la ciudad de Bahía Blanca y su espacio circundante1. En todos los casos asumi- mos que las regiones son una “hipótesis a demostrar”, parte de la tarea que debe emprender cualquier cientista social interesado en la historia regional/local que consiste justamente en llevar adelante esa demostración (Van Young, 1987: 3)2. Lejos de constituir categorías a priori, nos enfrentamos con verdaderos “productos históricos, espacios construidos” (Leoni, 2013: 48).
Por ello la elección de una escala de análisis no puede ser nunca arbitraria. Con- siderando que “antes han sido vividas y moldeadas por el comportamiento de los actores sociales del pasado”3, el investigador debe “ponderar cada escala por las configuraciones de lo social, las problemáticas del pasado o las causalidades de los fenómenos que nos ayuda a visibilizar” (Jensen y Lastra, 2015: 101).
La decisión de centrar el foco en lo regional/local es de orden teórico metodoló- gico y resulta inescindible de las preguntas de investigación, el recorte del objeto de estudio, las fuentes disponibles, etc. Las investigaciones situadas
1 Nos referimos a las tesis doctorales de Ana Belén Zapata (Andamios de experiencias. Conflictividad obrera, vigilancia y represión en Argentina. Bahía Blanca, 1966-1976, UNLP, 2014); María Lorena Montero (La Universidad Nacional del Sur y la trama cívico militar de la represión en Bahía Blanca (1975-1983), UNS, 2017), y a la investigación doctoral (no publicada) de Luciano Lorenzetti: Universidad, luchas políticas al interior del peronismo y represión. Los casos de la Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca (1966-75).
2 El texto de Von Young abrió un conjunto de debates que impulsó la incipiente institucio- nalización del campo de la Historia Regional en Argentina (Jensen, 2010: 1430).
3 Cfr. Bernard Lepetit,1998.
no se justifican por su mero valor de agregar más información o más empiria, y/o por su poder de verificación de una historia ‘nacio- nal’, sino que su principal ventaja radica en el potencial explicativo que poseen, en la posibilidad que presentan, al achicar el foco, de complejizar o hacer más denso el estudio y la explicación sobre un problema o tema específico (Águila, 2015: 93-94).
En este trabajo no solo optamos por la escala regional/local, sino que además decidimos hacer foco en algunas instituciones en particular que nos posibilitan la comprensión de ciertos subsistemas, actores, elencos, procesos políticos situados y enclaves de acción relevantes. Elegimos acercar el lente considerando las adver- tencias de Bohoslavsky y Soprano (2010) de descentrar el estudio de las agencias estatales en tres sentidos: el primero, desplazarlo del lugar predominante que ocupa en el análisis social; el segundo, dejar de mirar al Estado “desde su cora- zón”: las ciudades capitales y agencias del Poder Ejecutivo nacional; el tercero, considerar los límites del Estado y sus políticas.
Nuestra mirada apunta a complejizar/matizar/enriquecer interpretaciones “nacio- nales” desde: 1. la problematización del espacio público/clandestino en lo local;
el desentramado de las relaciones cívico-militares; 3. el cuestionamiento de periodizaciones generalizadoras que obturan la posibilidad de pensar las diná- micas existentes en ciertos procesos que admitieron matices, particulares cortes temporales y/o momentos de aceleración/ralentización de las prácticas represivas.
El trabajo se compone de dos apartados y una conclusión. El primero, centrado en el período 1973-1976, analiza la represión estatal y paraestatal en Bahía Blanca a partir del abordaje de las disputas/conflictos desatados en tres instituciones locales: la Confederación General del Trabajo (CGT) Regional, la Universidad Nacional del Sur (UNS) y la Facultad Regional Bahía Blanca de la Universidad Tecnológica Nacional (FRBB-UTN). El segundo, dedicado a la dictadura de 1976- 1983, reflexiona sobre la estructuración de tramas represivas a escala local, aten- diendo fundamentalmente al comportamiento de los actores civiles y militares que operaron en la UNS y en espacios productivos claves para zona.
En este apartado presentaremos algunas modalidades desde las cuales se planteó el avance represivo entre 1973 y 1976, que si bien se limita a un conjunto redu- cido de instituciones/agentes, considera los procesos de más larga duración y de impacto en el orden nacional.
En primera instancia nos interesa analizar el impacto de las tensiones internas del peronismo bahiense (expresadas en el enfrentamiento de sus ramas sindical y juvenil por el control del gobierno universitario) en la dinámica política de la Universidad Nacional del Sur (UNS) y la Facultad Regional Bahía Blanca de la Universidad Tecnológica Nacional (FRBB-UTN), y su relación con la estructura- ción de la represión paraestatal local, también ligada a sectores sindicales.
Siguiendo esta línea, consideramos que para comprender las estrategias y acciones de los sujetos históricos en su tiempo y espacio debemos lograr lo que Serna y Pons (2003) señalan como establecer un “punto aquí” a partir del cual decrece la percepción del mundo y la implicación emocional por parte de los protagonistas, aunque esto no implica la desvinculación de las dinámicas locales de procesos más amplios. Apuntamos así a comprender de qué modo lo universal se expresa en lo local (la comunidad universitaria y del mundo del trabajo organizado bahiense) para lo cual es indispensable poder estudiar in situ la circulación de protagonistas entre diferentes ámbitos de acción (sindical, universitario, partidario) e institucio- nes (UNS, UTN, CGT), viendo la relación entre ellos y la variación de estrategias de acuerdo al medio.
A partir de lo anterior, buscamos también complejizar el estudio centrado en las organizaciones a nivel nacional y muy especialmente arribar a conclusiones que nos ayuden a enriquecer la línea de estudios actual que está cuestionando la visión ya clásica de las casas de altos estudios del interior como espacios de articulación, resonancia o excepción de lo que sucede en las de mayor matrícula y tradición (fundamentalmente la UBA y la UNLP). Y, en un sentido similar, el propósito es pensar regionalmente procesos de “depuración”4 del movimiento sindical y cómo estos se articularon en la represión paraestatal. Algunos de estos planteos podemos trabajarlos a partir del análisis de los referentes regionales de la violencia, las “figuras que comandaron/coordinaron los grupos de choque y funcionaron desde lo ideológico/político y organizacional como actores claves del sector de poder local/regional” (Zapata y Rodríguez Agüero, 2017: 112), referentes que asimismo ponen en cuestión la imagen tan popularizada que asocia la violencia paraestatal
4 Entendemos el proceso de “depuración interna” del peronismo primero, excediendo el accionar parapolicial en Capital Federal y Gran Buenos Aires y luego como “la conformación y la evolución gradual de un complejo proceso represivo que contará con la activa participa- ción de individuos y grupos civiles pertenecientes a las propias estructuras del movimiento” (Merele 2017:161). Hacia la segunda mitad de 1973, luego del asesinato de Ignacio Rucci sectores de la ortodoxia peronista propiciaron prácticas para “purgar” de los sectores de militancia de izquierda, al movimiento. La presentación del llamado “Documento reservado” por parte de Perón en octubre de 1973 terminó de formalizar la aspiración a “erradicar” a los considerados “infiltrados” al peronismo en sus diversos ámbitos y jurisdicciones, resultando para nosotros de vital importancia comprender la imbricación entre estos distintos ámbitos.
solo con la figura del ex ministro de Bienestar Social, José López Rega, y con un manejo centralizado de estas bandas criminales.
Ya Ignacio González Janzen deslizaba la noción de “federación de bandas de derecha” pensando en una multiplicidad de organizaciones operativas que atra- viesan distintos puntos del país (González Janzen, 1986: 117). Este planteo, por ende, nos enmarca dentro de un arco de recientes estudios que han comenzado a cuestionar la idea de una conducción centralizada en la “Triple A” de “versión capitalina” imagen construida tempranamente desde trabajos de registro testimo- nial o provenientes del ámbito del periodismo (Fernández, 1983; Paino, 1984; Janzen, 1984; Verbitsky, 1986; Gasparini, 2005; Larraquy, 2011)—. En este punto consideramos relevante la reconstrucción histórica de los diversos entramados regionales implicados en acciones de violencia paraestatal en la época, como las nuevas líneas de trabajo que ya se vienen estudiando para marcos geográficos bien diversos (Mora, 2011; Rodríguez Agüero, 2013; Zapata, 2012; 2014; Besoky,
2015; Merele, 2015; Scatizza, 2016; Carnagui, 2016; Cecchini y Elizalde, 2016; Paiaro, 2016) u otros trabajos que se han propuesto “comprender la conformación de la Alianza Anticomunista Argentina como un entramado mucho más complejo que el de un mero elemento parapolicial de choque, dependiente de recursos y políticas [del Ministerio de Bienestar Social de la Nación]” (Lorenzetti, 2017: 11).
En el caso bahiense, dado los pesos relativo y específico de la política, la sociabi- lidad y el presupuesto universitario en la ciudad, por la magnitud de la comunidad universitaria5, las casas de estudio se revelaron como un espacio fundamental en la acumulación de poder en el período constitucional de los años setenta. Esto podemos notarlo claramente al considerar las especificidades de esta disputa, desarrollada entre las ramas sindical y juvenil del Movimiento Peronista.
Examinando “los contratos tácitos de delegación que fundan la autoridad de las diferentes facultades” (Bourdieu, 2014: 92) durante el recorte temporal señalado, vemos que se relacionan directamente con el origen peronista de los principales actores políticos de la UNS y la FRBB. En la Universidad Tecnológica nos encon- tramos, hacia mediados de 1974, con la intervención de agentes de la regional de la CGT6, que constituyó uno de los primeros momentos de visibilización de
5 Dos universidades nacionales sobre una población total de 175.000 habitantes.
6 A partir de marzo de 1974, la FRBB fue atacada por una “patota” de origen sindical que buscaba “recuperar” la facultad para la CGT, entendiendo que, vuelto Perón al poder, retor- naban con él las condiciones imperantes en 1954 al fundarse la regional de la Universidad Obrera Nacional (UON). La UTN fue fundada como UON para la formación de cuadros técnicos de clase trabajadora, por lo cual ser egresado de escuela fábrica o estar empleado como obrero era condición sine qua non para poder cursar carreras allí, funcionando esta disposición como “filtro de clase” (pero en favor de los trabajadores). Cfr. Lorenzetti, 2017:
actores que, desde formas violentas, comenzaron a gestionar procesos de “lim- pieza” ideológica dentro de las casas de estudio locales.
La “depuración” en el ámbito universitario tuvo como “blancos” prioritarios a los sectores del peronismo de izquierda7. Esto se acentuó al crecer los mismos en influencia política a partir de la intervención de la UNS a cargo de Víctor Benamo (entre junio de 1973 y octubre de 1974), reconocido y respetado abo- gado gremial ligado al camporismo; y de la designación del joven historiador Juan Carlos Garavaglia, enviado por el Ministerio de Educación a cargo de Taiana como interventor del Instituto de Humanidades. Mientras que en la FRBB la Tendencia Revolucionaria (TR) estaba en franca e irreversible caída frente a la acción fáctica de actores bahienses decididos a recuperar para sí mismos la “universidad creada por Perón”, su influencia se extendía a pocas cuadras8, a merced de un poder delegado desde fuera de la ciudad.
Además, hasta la reconversión en UTN, en el caso de la FRBB existía la disposición parti- cular que investía como decano (con prescindencia de requisitos académicos) al secretario general de la CGT local. Cfr. Marcilese y Tedesco, 2004. Es importante mencionar también un proyecto que, hacia 1973, Ponce —en su carácter de legislador nacional— contempló presentar para la creación de una “Universidad Nacional Sindical”, en la cual la CGT tendría principal relevancia en la gestión. Finalmente él mismo desistió de llevarlo a cabo —según propios dichos públicos— luego de que Perón en persona encomendara, en cambio, la “re- cuperación” de las universidades obreras (es decir, las regionales de la UTN). Esto significó la avanzada de Ponce y sus aliados en clave “depuradora” dentro de la FRBB contra los sectores del peronismo de izquierda que también disputaban su gobierno. Cfr. Zapata, 2014:
173. Una vez logrado el objetivo de “depuración” del gobierno de la FRBB (sobre fines del invierno de 1974), los grupos actuantes quedaron ligados a la institución y formaron parte de la cotidianeidad, haciendo uso público de instalaciones y bienes de la misma para su accionar represivo extrauniversitario.
7 La Juventud Universitaria Peronista de Bahía Blanca, ligada a grupos juveniles de la Igle- sia Católica dirigidos por curas tercermundistas (Dominella, 2015); Montoneros, no solo estudiantes, sino con peso en específico en la gestión política, con la figura destacada de Garavaglia —normalizador del Instituto de Estudios del Tercer Mundo “Eva Perón” del De- partamento de Humanidades y responsable de la delegación bahiense de la Columna Sur en Ezeiza (Garavaglia, 2015)—; Peronismo de Base, con militantes en el gremio de trabajadores no docentes (ATUNS) y en la FUS; Juventud Trabajadora Peronista, de influencia entre los estudiantes-obreros de la FRBB (vide nota n.° 5, segundo párrafo), que en la ciudad encabe- zaba el secretario general de la UOCRA, Roberto Bustos, hasta su fractura con Montoneros e ingreso a las filas de la “JP Lealtad” (Duzdevich, Beltraminiy Raffoul, 2015).
8 Estrictamente, la distancia entre ambas casas de estudio es de 900 metros por una de las dos avenidas principales, y el momento de mayor acumulación de poder en la UNS por parte de la TR y sus aliados (fundamentalmente por las designaciones provenientes del Ministerio) coincidió con la irrupción de la CGT local en la FRBB (segundo y tercer tercio de 1974).
En particular, el grupo paraestatal que funcionó en la ciudad de Bahía Blanca entre los años 1974-1976 tuvo sus anclajes organizativos tanto dentro de la Univers- dad Nacional del Sur (UNS) como en la CGT Regional, específicamente cuando dichasinstituciones quedaron dirigidas por figuras de la derecha y del peronismo ortodoxo. Hacemos referencia por un lado al interventor de la UNS Dionisio Remus Tetu9, desde principios de 1975, y al secretario general de la CGT Regional y diputado nacional por el FREJULI, Rodolfo Ponce. Por su parte, Ponce fue el prin- cipal referente político/sindical del momento, y desde quien se articuló gran parte del sindicalismo bahiense, por lo menos durante la primera mitad de la década del 70, coincidiendo con el período que, según Delich (1982), correspondió al ápice del poder corporativo sindical en Argentina. A partir de los 60 Ponce construyó poder desde la Unión de Recibidores de Granos y Afines (URGA) como secretario general de un gremio que, si bien era pequeño en cantidad de afiliados y capa- cidad de movilización, fue significativo localmente en relación con la actividad agroexportadora/portuaria que caracterizaba a la ciudad.
En cambio, Remus Tetu se apoyaría en el poder de fuego y la experiencia especí- fica de represión universitaria del grupo cegetista que dirigía Ponce y que actuó en la UTN con anterioridad, replicando tácticas y acciones pero ahora mejoradas y profundizadas, e incorporando a los protagonistas a la planta de trabajadores de la UNS como “personal de seguridad” (Zapata, 2014: 341). Dicha estrategia fue replicada por el mismo Tetu en su intervención paralela en la UNComa10 al incorporar la Escuela Sindical de la CGT neuquina como institución dependiente de la estructura universitaria (Zambón, 2008). Es importante destacar que la labor de Tetu se inició tras ocho años ininterrumpidos de
intervención gubernamental de las universidades (bajo gobiernos de
9 Anticomunista rumano, había sido docente del Instituto Tecnológico del Sur (ITS, insti- tución dependiente de la UNLP sobre la que se fundó la UNS; Cernadas, 2006) durante la segunda presidencia de Perón y desplazado de sus cargos tras el golpe de 1955, pero los recuperó durante la dictadura de Onganía. Fue designado “encargado de despacho” de la UNS e interventor de la UNComa (Orbe, 2014) en el marco de la “Misión Ivanissevich” (Rodríguez, 2015). En su país de origen estuvo ligado a las agrupaciones filonazis Guardia de Hierro y “Grupo T” (para más datos se puede consultar: Zambón, 2008 y Kenis, 2015). 10 Esta conexión no solo puede establecerse a través de la figura de Remus Tetu, sino por el establecimiento de la “zona estratégica Comahue” como polo de desarrollo centrado en Bahía Blanca, por el Plan Estratégico del gobierno de facto de Juan Carlos Onganía, en el marco del cual se fundó la UNComa (1971), se amplió el puerto de Ingeniero White (Bahía Blanca), se estableció el Polo Petroquímico y se mejoraron ostensiblemente las conexiones viales intrazonales entre la norpatagonia (sobre el término, ver: Scatizza, 2016: 17) y el suroeste bonaerense (cfr. Decreto Nacional 1097/67 reglamentario de la Ley Nacional de Desarrollo —n.º 16964— y Bahía Blanca. Polo de Desarrollo, Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, noviembre de 1968).
facto y de iure) que llevaron a una continua circulación de delega- dos (y sus respectivos grupos de apoyo), (…) del ámbito académico, político o sindical; [recurriendo a métodos] progresivamente menos institucionales y más violentos (Lorenzetti, 2017: 3).
Luego de septiembre de 1974 el accionar del grupo paraestatal en la zona resultó feroz y fue in crescendo. Desde nuestros estudios preliminares hasta ahora resulta posible contabilizar una veintena de casos de víctimas asesinadas a partir de un similar modus operandi. En muchos de estos casos los cuerpos aparecieron acribi- llados a balazos en lugares alejados de la ciudad como el paraje Landa; el paraje Pibe de Oro; en zona cercana a puertos o la llamada “Cueva de los Leones” entre Bahía Blanca y Tornquist. Por lo general, las víctimas se corresponden con perso- nas con algún tipo de militancia gremial o estudiantil; obreros de la construcción vinculados a la obra de Petroquímica y/o militantes de izquierda o del peronismo de izquierda. Algunos fueron secuestrados de sus casas y luego encontrados con numerosos impactos de bala en sus cuerpos (Zapata, 2012; 2014).
La violencia que se vivió en las calles de la ciudad y el terror se propagó rápida- mente, muy especialmente entre el mundo estudiantil universitario y el obrero. Hacia octubre de 1975 encontramos los primeros indicios de pujas entre los elementos paraestatales y los miembros de las fuerzas de seguridad; luego de que en la ciudad se produjeran cambios en la gestión policial (Zapata, 2014: 352). Por su parte, al mismo momento se acabaría la estrella del gran aliado de los paraestatales al frente de la intervención universitaria de la UNS11, no sin antes haber sido duramente represaliadas ambas casas de estudio y sus organizaciones gremiales y estudiantiles12. Podemos notar aquí un claro punto de inflexión en la
11 Y también de la UNComa, donde encontró el único apoyo para su continuidad: los re- presentantes de la Escuela Sindical de la CGT neuquina (Zambón, 2008) (vide supra). En el caso de la UNS, finalizó su período de designación sin ser renovado por el nuevo ministro Arrighi (Orbe, 2014: 189).
12 Incluyendo el homicidio del militante de la Federación Juvenil Comunista David “Watu” Cilleruelo. Se trataba del secretario general electo de la Federación Universitaria del Sur, acribillado frente a gran cantidad de testigos (pues se trataba de una jornada de inscrip- ciones) la mañana del 4 de abril de 1975, en un pasillo del ala de ingeniería de la UNS, por los empleados designados por Tetu. Y habían logrado, junto con el interventor, no solo la expulsión de su cargo, sino también el abandono de la ciudad por parte del delegado montonero Garavaglia, tras el fracaso en sus intentos de atentar contra su vida (cfr. Gara- vaglia, 2015: 193-195). Asimismo, durante su gestión fueron desafectados 23 estudiantes y cesanteados más de 400 empleados (entre docentes y no docentes) no solo bajo la figura de “prescindible” sino incluso explícitamente la de “subversivo” (Orbe, 2008 y 2014).
periodización represiva, al resquebrajarse el bloque universitario-sindical-policial que caracterizó a Bahía Blanca en el año y medio previo13.
Esta coyuntura represiva nacional se complejiza a partir de los cambios que sus- citaron los decretos 2770/75, 2771/75 y 2772/75. Luego de este momento, si bien los crímenes no cesaron, se fue produciendo cierto desmembramiento de estos grupos, y una reinserción de algunos de sus integrantes dentro de la órbita del terrorismo de Estado y como Personal Civil de Inteligencia (PCI) del Ejército
También nos puede resultar de utilidad pensar el caso de Bahía Blanca en con- traste con otras regionales, pues “la comparación ayuda a distanciarse un poco del caso que es mejor conocido a partir de ‘la propia historia’”14 (Heinz-Gerhard and Kocka, 2003: 40). Por ejemplo, sería pertinente el diálogo con otros ámbitos donde los sindicatos estuvieron más alejados de la cotidianeidad universitaria y el proceso represivo descansó en la militancia de la Concertación Nacional Universitaria (CNU), como en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y la Universidad Provincial de Mar del Plata (UPMdP)15.
En la UNLP, la relación cercana entre el rector interventor Pedro Arrighi y Victorio Calabró facilitó la influencia política de la CGT y las 62 Organizaciones en las purgas docentes y no docentes, muy especialmente a posteriori de la intervención “depuradora” de la provincia de Buenos Aires que le costó el cargo de gobernador a Oscar Bidegain, y le permitió el acceso a la titularidad de la casa de gobierno al mandatario metalúrgico. Sin embargo, no resultó necesario el desembarco de agentes cegetistas en la universidad, pues bastó con la presencia de la CNU que
13 Pensando desde los vacíos documentales, podemos destacar, por ejemplo, que el Servicio de Informaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (SIPBA) mantuvo una rutina de registro casi diaria y sumamente puntillosa de los procesos internos de FRBB desde algunos meses antes de la interrupción del grupo cegetista, que se corta abruptamente en noviembre de 1974, al ser “normalizada” la situación tras un ciclo de huelgas y tomas de edificios. (Cfr. ACPM, “Mesa A-Estudiantil”, Legajo 56). Asimismo, en concordancia con esta declinación en la información registrada sobre la UTN, se intensifica a un nivel de detalle sumamente minucioso el seguimiento cotidiano de la UNS, alcanzando en ocasiones varias fojas por día. Sin embargo, hay un vacío absoluto entre el 28 de marzo y el 14 de abril de 1975, es decir no ha quedado constancia de nada que haya sucedido allí desde una semana antes hasta diez días después del homicidio de David “Watu” Cilleruelo, del que no hay ningún tipo de mención en el corpus fontanal (vide nota al pie n.° 8). En la misma línea, al retomarse el registro, la primera foja indica que se están realizando atentados contra el rectorado (“canillas abiertas, corte de circuitos, rejillas tapadas”) y casas particulares de “funcionarios de la UNS”, información girada a toda la comunidad informativa de las FF. SS., FF. AA. y SIDE. (Cfr. ACPM, “Mesa A-Estudiantil”, Colección UNS, legajo 1, tomo XVII).
14 Original en inglés, la traducción es nuestra.
15 Nacionalizada en 1975.
con el respaldo gubernamental asegurado tomó en sus manos el atentar no solo contra militantes estudiantiles, sino incluso contra funcionarios universitarios y líderes sindicales ligados a la TR, hasta hacerse con la intervención del gremio no docente (ATULP) (Rodríguez, 2014).
Por su parte, en la ciudad balnearia la CNU hizo su aparición homicida en fecha tan temprana como diciembre de 1971, con el asesinato de Silvia Filler en el intento exitoso de disolver una asamblea. De allí en más, pero con especial fuerza entre 1973 y 1976, la organización, de probadas vinculaciones con las delega- ciones locales de la Policía Bonaerense, el Servicio Penitenciario Bonaerense y el Ejército fue la encargada de “aniquilar al opositor ideológico”16 en el ámbito universitario. Allí también, como en la UNS y la UNComa, durante el período constitucional el rector interventor financió y protegió a sus integrantes al contra- tarlos como empleados no docentes a cargo de “seguridad”17.
Por todo lo ya dicho, entendemos que en un período en el cual la política acadé- mica y sindical cobró importancia fundamental para las estrategias de acumula- ción y ejercicio del poder, la comprensión de las luchas de poder y por el control de dichos espacios podría constituir una vía para echar luz sobre relaciones y dinámicas que exceden esos ámbitos y se interrelacionan con espacios de poder en otros campos (y escalas).
Este segmento aborda el problema de la escala en la reconstrucción de las tramas represivas que se articularon en la ciudad durante el “Proceso de Reorganización Nacional”18. La indagación se centra en el abordaje de las dinámicas registradas
16 Fundamentos de la sentencia dictada por el Tribunal Oral Federal (TOF) n.° 1 de Mar del Plata en la “Causa CNU”. [Disponible en https://www.lacapitalmdp.com/cnu-una-aso- ciacion-ilicita-para-aniquilar-al-opositor-ideologico/ y en https://www.lacapitalmdp.com/ prision-perpetua-para-gustavo-demarchi/].
17 Fundamentos de la sentencia dictada por el Tribunal Oral Federal (TOF) n.° 1 de Mar del Plata en la “Causa CNU”. [Disponible en https://www.lacapitalmdp.com/cnu-una-aso- ciacion-ilicita-para-aniquilar-al-opositor-ideologico/ y en https://www.lacapitalmdp.com/ prision-perpetua-para-gustavo-demarchi/].
18 Al momento de producirse el golpe, Bahía Blanca era asiento de distintas unidades milita- res que contaban con la infraestructura y el personal necesario para llevar adelante un plan represivo complejo que incluyó la utilización de edificios pertenecientes a unidades militares o ubicados en ámbitos civiles como lugares de encierro. “La Escuelita” fue el principal centro clandestino de detención que funcionó dentro de la jurisdicción del V Cuerpo de Ejército. Otros se encontraban en dependencias del Batallón de Comunicaciones 181, en terrenos
en dos espacios privilegiados: el ámbito universitario y el mundo del trabajo. Dicho entramado se asentó sobre estructuras preexistentes (gestadas fundamen- talmente en el período inmediatamente anterior) y contó con la participación de actores civiles y militares.
La reconstrucción de las modalidades que asumió la represión en el mundo uni- versitario y productivo a escala local permite poner en discusión algunas preguntas derivadas de las iniciales: ¿qué problemas enfrentamos cuando intentamos selec- cionar la escala de una pesquisa orientada a reconstruir prácticas represivas? ¿En qué medida los estudios locales contribuyen a dar densidad al problema de la estructuración de tramas cívico-militares en tiempos dictatoriales? ¿Achicar la lupa ilumina aristas inexploradas o nos hace perder en los detalles de un pequeño objeto?
En relación con el primer interrogante, es claro que la reconstrucción de tramas represivas desde una lógica situada nos enfrenta con la necesidad de repensar el problema de las escalas en sus distintas dimensiones: administrativa, económica, geográfica, político-institucional, castrense, cultural, etc. Difícilmente la conside- ración de esas variables en conjunto nos conduzca a una definición inequívoca de la escala de análisis, en la medida en que con frecuencia no resultan coincidentes y algunas de ellas pueden competir de igual a igual en cuanto a los procesos sociohistóricos que permiten reconstruir.
En los estudios centrados en la trama cívico-militar de la represión, la división político-administrativa colisiona con la compartimentación militar del territorio.
Resulta imposible no reponer en estas pesquisas
las categorías castrenses en materia espacial. Ello explica que (…) exista una permanente referencia a las jurisdicciones del Ejército y la Armada en términos de Zonas, Subzonas, Áreas y Fuerzas de Tareas. Es indudable la existencia de un circuito represivo con anclaje en una organización territorial que deslindaba los ámbitos de actua- ción de las distintas Fuerzas Armadas (FFAA) y Fuerzas de Seguri- dad (FFSS) y preveía la realización de acuerdos interfuerzas para la actuación en conjunto. Pero no es menos cierto que esas divisiones castrenses del territorio se superpusieron con otras (políticas, eco- nómicas, culturales, etc.) y se cruzaron/enfrentaron con variables locales que no son menos significativas a la hora de pensar la historia de la represión (Montero, 2017: 23).
ubicados en cercanías de la estación de ferrocarril y en instalaciones pertenecientes a la Armada Argentina. Los lugares de encierro que existieron en la región formaban parte de un mismo circuito represivo que se completó con la utilización de dependencias de las Policías (provincial y federal), del Servicio Penitenciario Bonaerense, etc. (cfr. Montero, 2010).
En tanto lugar de asiento de distintas unidades militares/policiales, dentro de las fronteras de la ciudad convivieron y aunaron sus esfuerzos los Comandantes del V Cuerpo de Ejército y de la Subzona 51, los Jefes del Área 511, los Comandantes de Operaciones Navales, de la Fuerza de Tareas 2 y de la Fuerza de Apoyo Anfibio, los Prefectos de Zona Atlántico Norte y de Prefectura Bahía Blanca, los Coman- dantes de Gendarmería Nacional-Región sur, los Jefes de la Regional V y de la Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, los Jefes de la Delegación Bahía Blanca de la Policía Federal, entre otros (Montero, 2016).
Si tomamos las dos principales fuerzas que operaron en la ciudad advertimos la existencia de subdivisiones territoriales superpuestas que en ningún caso coinci- den con la superficie de la ciudad y su espacio circundante. Bahía Blanca era el lugar de asiento de Comando del V Cuerpo de Ejército (gran unidad de batalla cuya extensión incluía territorio de varias provincias19), de la Subzona 51 (sub- división que desbordaba ampliamente los límites de la ciudad20) y del Área 511 (compartimentación que abarcaba solo una parte de la subzona 5121). A su vez, en las cercanías de la ciudad (Base Naval Puerto Belgrano) y dentro de la jurisdicción de la Subzona 51, tenía asiento el Comando de Operaciones Navales y la Fuerza de Tareas 222 a cargo del comandante de la Fuerza de Apoyo Anfibio.
Lo reseñado hasta aquí permite advertir la complejidad que encierra cualquier intento de definir la escala de análisis teniendo en cuenta el cruce de múltiples variables. En todo caso, se trata de determinar el peso relativo de cada una de ellas en la construcción de nuestros objetos de investigación.
19 La jurisdicción del V Cuerpo abarcaba concretamente el sur de la provincia de Buenos Aires y las provincias de Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y el entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego.
20 La Subzona 51 estaba a cargo del Segundo Comandante del Cuerpo de Ejército V, tenía asiento en Bahía Blanca y jurisdicción sobre los partidos de Adolfo Alsina, Guaminí, Coronel Suárez, Saavedra, Puan, Tornquist, Coronel Pringles, González Chávez, Coronel Dorrego, Tres Arroyos, Villarino, Bahía Blanca y Patagones de la provincia de Buenos Aires; y los de- partamentos de Avellaneda, Pichi Mahuida, 25 de Mayo, 9 de Julio, Valcheta, San Antonio, Adolfo Alsina, y Conesa de la provincia de Río Negro (cfr. Mittelbach, 1986: 11-12).
21 La unidad responsable del Área 511 era el Batallón de Comunicaciones 181 y su jurisdic- ción abarcaba el sur de la provincia de Buenos Aires.
22 Su jurisdicción abarcaba los edificios, instalaciones y establecimientos comprendidos dentro del perímetro de la Base Naval Puerto Belgrano, incluyendo Puerto Rosales. Además comprendía el partido de Coronel Rosales, la zona del partido de Bahía Blanca acordada con el Comando del V Cuerpo de Ejército y la zona portuaria de Ingeniero White, Cuatreros y Galván (Anexo “D”, “Jurisdicciones y acuerdos”, del Plan de Capacidades —PLACINTA- RA— CON N.o 1 “S”/75 Contribuyente a la Directiva Antisubversiva COAR N.° 1/75 “S” 1975: 2). Cfr. Montero, 2016: 369.
En ese sentido, algunas de nuestras pesquisas pusieron el foco en instituciones específicas, como la Universidad Nacional del Sur, para analizar el rol de los distintos actores sociales que formaron parte del entramado cívico militar de la represión en la ciudad y su espacio circundante. El acercamiento permitía dar mayor densidad al problema en la medida en que
ese microcosmos constituía un terreno propicio para descubrir ciertas lógicas de funcionamiento que perdían nitidez al ampliar el campo de observación, al acercar la lupa a la Universidad los contornos se hacían más definidos pero su verdadera forma solo terminaba de dibujarse al situar ese objeto en la intersección de múltiples escalas y desde los aportes de distintos campos de estudio (Montero, 2017: 17).
En otros casos, nuestras indagaciones giraron en torno a las formas en las que se consumó la represión y las modalidades que adoptó sobre ciertos espacios pro- ductivos de la región. En la clave de pensar cómo la territorialidad castrense y la territorialidad civil se vieron en constante cruce y tensión, observamos que lugares de trabajo y establecimientos de suma importancia para sectores del “ámbito civil”
—y aún más específicamente del civil empresarial— fueron considerados desde un singular interés por las distintas fuerzas con la aspiración de instaurar una “paz laboral” y sostener ritmos productivos acordes a los intereses de corporaciones civiles específicas tras años de crecimiento de las formas de protesta, de organi- zación sindical y laboral de base en los mismos lugares de trabajo.
En este sentido, también se impone observar analíticamente ¿cómo impactó el terrorismo de Estado en dichos espacios?, y ¿cuáles otras claves de análisis debe- ríamos poner en juego para pensar esta escala, ya no solo desde los sentidos militares imperantes, las lógica de cadenas de mando y de la propia zonificación dictatorial? Estos otros territorios, los territorios “ni castrenses ni públicos-civiles” sino “territorios privados”, presentaron lógicas de funcionamiento internas sobre las cuales impactó el hecho represivo. En muchos casos estos espacios “privados”, establecimientos, empresas, fábricas, el espacio portuario, etc., también fueron afectados con lógicas de militarización pero desde específicas intencionalidades disciplinadoras y represivas hacia los sectores de trabajadores organizados. Por esta razón, y para un análisis de las múltiples escalas y colisiones de territoriali- dades en dictadura, deberíamos también
poner en perspectiva el lugar que tuvo la dimensión de clase en la represión y analizar el señalamiento de víctimas trabajadoras cuando ‘lo subversivo’ tuvo que ver con sus actividades dentro del plano laboral; y cuando estas fueron consideradas potenciales ‘peligros’
para los planes de desarrollo productivo/industrial planificados desde larga data para la ciudad (Zapata, 2018: 43).
Por último (y en relación con las dos últimas preguntas planteadas al inicio del apartado) cabe señalar que centrar el foco en lo local/regional y sobre todo en el estudio de una institución o espacios “privados” en particular, permite identificar la multiplicidad de actores involucrados en el diseño/ejercicio de prácticas repre- sivas e historizar sus comportamientos y modos de relación antes y después del golpe del 24 de marzo de 1976.
En el caso de la UNS, el estudio de las prácticas represivas desenvueltas sobre miembros de la comunidad universitaria muestra que la trama represiva que operó en la alta casa de estudios estuvo integrada tanto por
los miembros de las Fuerzas Armadas, Fuerzas de Seguridad y grupos paramilitares, como [por] los funcionarios de la Justicia Federal, los propietarios y/o editores del diario La Nueva Provincia23 y las auto- ridades universitarias. No se trató de actores que operando de forma aislada contribuyeron al objetivo común de poner fin a la ‘penetra- ción ideológica’ en la UNS por una simple coincidencia de formas de pensar el mundo y la política, sino que las estrategias represivas que pusieron en marcha fueron planificadas, diagramadas y ejecutadas de forma conjunta. Cada uno de los actores de la trama represiva cumplió la parte que le correspondía desde sus respectivos ámbitos de actuación, ya sean las agencias estatales (las FFAA y de Seguridad, la Universidad y el Poder Judicial) o los grupos parapoliciales, ya sean los medios de prensa con sede en la ciudad (Montero, 2017: 244).
Las dinámicas desenvueltas en la UNS revelan que esa trama ya estaba con- formada con todos sus componentes al menos desde 1975. Ello permite poner en tensión las periodizaciones generales, señalar continuidades/rupturas en el ejercicio de la represión más allá de los quiebres político institucionales a nivel nacional y poner en diálogo los procesos represivos con las distintas etapas de la historia de la ciudad.
23 El diario La Nueva Provincia había sido fundado el 1 de agosto de 1898 y en este período era el único diario que se editaba en la ciudad. Sus vínculos con la corporación militar fueron estrechos y logró mantener su posición monopólica por décadas. Cfr. Zapata, 2008; Montero, 2010; AA. VV., 2015; Orbe, 2016; entre otros.
Asimismo, las prácticas represivas desatadas sobre miembros de la comunidad universitaria permiten problematizar lo público/clandestino en una trama repre- siva local conformada por centros clandestinos de detención, lugares transitorios de encierro y torturas, sitios semilegales que funcionaron alternativamente como espacios de blanqueamiento y centros clandestinos de detención, e instituciones usadas para legalizar las detenciones (Montero, 2019: 72).
Docentes, no docentes, alumnos y alumnas de la UNS transitaron por distintos puntos de este dispositivo represivo que articuló lo visible y lo clandestino, lo legal y lo ilegal. En algunos de esos espacios, como en la Delegación Bahía Blanca de la Policía Federal, “lo clandestino e ilegal eran las prácticas (...) y no los lugares donde permanecían recluidos los hombres y mujeres que habían sido previamente secuestrados por las fuerzas represivas” (Montero, 2019: 72).
Resulta evidente el crecimiento de los estudios que se viene produciendo en Bahía Blanca, vinculados al campo de la historia reciente y a los estudios sobre la represión en particular. A la fecha, numerosos trabajos de investigación pueden dar cuenta del avance historiográfico en la zona y que nos permiten reconstruir características de la historia represiva, de violencia paraestatal, de los espacios de detención, encierro y/o circulación de víctimas; es decir, un amplio sentido de las modalidades que adoptó el terror en la órbita local. Hace más de diez años que desde distintos trabajos, desde tesis de licenciatura y doctorado, podemos registrar líneas específicas de investigación provenientes de graduados de la UNS que han aportado sustantivamente a estas temáticas. Y algo también muy valioso es que se vienen estableciendo continuos diálogos de distinta índole con otros ámbitos de construcción del conocimiento, sobre todo desde la coyuntura que se abrió en términos del proceso de juzgamiento a represores por crímenes de lesa humanidad en la ciudad desde 2011 a la fecha.
En términos más generales, y como explica Gabriela Águila (2018) se ha avanzado significativamente en las investigaciones sobre historia reciente y estudios sobre la represión, sobre todo, en términos de repensar los territorios regionales, las periodizaciones, las relaciones entre legalidad e ilegalidad, y también las escalas de análisis. Sobre lo último, subraya la autora, que los estudios de los últimos años han propiciado la complejización de ciertas lecturas predominantemente macroanalíticas, de fuerte sesgo politológico o sociológico pero que dejaban sin problematizar la cuestión y barrían ciertas especificidades locales y regionales que actualmente reclaman ser puestas sobre el tapete de la llamada “historia nacio- nal”. Una historia social en crecimiento constante ha logrado incluso menguar el llamado “boom de la memoria”; tal es así que una
historia social de la dictadura y la historia local/regional han ganado en densidad explicativa, estudios de caso y evidencia empírica (…) en particular las indagaciones sobre el Estado y sus agencias y agen- tes y, por otro lado y muy vinculados con ellas, los estudios sobre la represión estatal y paraestatal (Águila, 2018: 56).
Consideramos que dado el estado de conocimiento actual de la historiografía reciente es posible comenzar a trazar líneas de síntesis, no solo que repongan lo valioso de la singularidad local sino también que encaren lo complejo de la articulación con la multiplicidad de preguntas, líneas de investigación, casos y territorios de análisis, básicamente para avanzar en el pensamiento desde la arti- culación colectiva. Marina Franco sostiene que uno de los problemas en torno al campo de la historia reciente en escala continental resulta del hecho que “las historiografías nacionales no tienen aún niveles de diálogo e intercambio acordes a ello y las miradas tienen aún un fuerte sesgo basado en las singularidades nacio- nales como eje del análisis” (Franco, 2018: 195). Algo del anterior reconocimiento bien podría ser pensado para las historiografías regionales/locales, y este es un problema que debemos asumir y atravesar; algunas iniciativas vinculadas a los trabajos de historia comparada podría resultar un paso adelante en ese sentido.
En relación con aquellas preguntas que nos planteamos al inicio, consideramos por un lado que no deberíamos revalorizar lo local por pensarlo simplemente como algo diferente a lo nacional-metropolitano, sino por tener en cuenta que lo capitalino es también local en sí mismo. Entonces decimos que no podemos seguir ponderando lo que sucede en Capital como “lo nacional” y aquello que orbita en otros espacios más alejados del mal llamado “interior del país” como “lo local”. Ambos espacios situados son locales en su contexto y lo provincial/ nacional lo constituye, en efecto, el cruce de ambos. Debemos reparar en esta aclaración insistentemente, debido a la singular fuerza que tiene y ha tenido la pretensión de “nacionalizar” los hechos que suceden en la capital del país, frente a aquello que resulta alejado del “epicentro” capitalino.
Respecto a nuestro primer apartado, consideramos que es necesario convertir el estudio del accionar de grupos parapoliciales, entre el espacio universitario y el espacio sindical bahiense, en un genuino aporte a la comprensión de la formación y capacidad de acción de la represión paraestatal, en una lectura federal del país, que permita revelar nuevas dimensiones de la acción represiva general. Debemos, entonces, poder encontrar no solo las notas distintivas de Bahía Blanca sino tam- bién apostar al entrecruzamiento con lo desarrollado en las visiones de lo local en otras ciudades del país (como las investigaciones sobre La Plata, Mendoza, Rosario, Mar del Plata y Comahue citadas en este artículo), y encontrar respues- tas que pongan de relieve lo provincial y lo nacional como integración de estos
espacios de acción efectiva. Puede ser una clave analítica enriquecedora el plan- tearnos preguntas comunes frente a ciudades, territorios y regiones que presenten tal vez patrones comparables entre sí, y que dejen en evidencia la especificidad de la represión y, a su vez, la conformación de ejes de circulación y montajes de posibles territorios represivos para pensar tanto el período constitucional como el que se inicia luego del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Respecto a nuestro segundo apartado, nos parece necesario interrogarnos analíti- camente por lo territorial para la reconstrucción de tramas represivas que incluso nos permitan repensar el problema de las distintas dimensiones de la política institucional o de las lógicas castrenses operando en lo local. Entendemos que se impone pensar las superposiciones en el territorio y las maneras no uniformes desde las cuales se entrecruzan actores, espacios civiles y castrenses durante el terrorismo de Estado; así como los cruces con las lógicas del mundo de la pro- ducción o del desarrollo económico de la región y los intereses en juego de elites locales respecto a ellos. Y de ese modo también problematizar lo público/clan- destino en una trama represiva local desde las prácticas represivas sobre ciertos actores sociales, observando sus tránsitos por diversos escenarios del dispositivo represivo donde se articuló lo visible y lo clandestino, lo legal y lo ilegal. Todos estos planos yuxtapuestos constituyen aspectos explorables para complejizar nuestro análisis respecto a la cuestión represiva durante el llamado “Proceso de Reorganización Nacional”. Desde estos trazados nuevos incluso estaríamos en mejor condición de proponer lógicas generales, así como también de desentrañar y comprender zonas de operatividad en dictadura.
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