Presentación del Dossier:

Historia y Antropología

de la región pan-mapuche

Sebastián L. Alioto*

Juan Francisco Jiménez**

Los artículos que el lector encontrará en este dossier, que se completará en el siguiente número de esta revista, son versiones revisadas o ampliadas de ponencias expuestas en las II Jornadas de Antropología Histórica de Araucanía, Pampas y Patagonia, que tuvieron lugar en Bahía Blanca los días 24 y 25 de octubre de 2019. Las mismas, a su vez, habían sido la continuación de la Primera Jornada realizada el año anterior en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, organizada por Ingrid de Jong y su equipo.

En ambos casos, el principal objetivo de las jornadas fue que investigadores vinculados al estudio de la historia de los pueblos indígenas de las Pampas, Patagonia y Araucanía y sus relaciones con los estados coloniales y postcoloniales del área pudieran dialogar e intercambiar experiencias sobre “temas comunes y la comunicación de los problemas y desafíos particulares que afronta la historia indígena en los desarrollos académicos de [los] espacios nacionales [de Argentina y Chile]”, según rezaba la convocatoria a la primera jornada. La modalidad de organización generó un espacio acogedor, sin los condicionamientos temporales propios de los grandes congresos, lo cual permitió, además de una exposición cómoda de las ponencias, discusiones enriquecedoras sobre los contenidos de cada una de ellas.

La calidad de las exposiciones nos estimuló a organizar esta publicación conjunta, que conforma una muestra cabal del estado actual de las investigaciones y de los temas de interés en un campo que viene en sostenido crecimiento.

En efecto, durante las últimas cuatro décadas, comenzando con la renovación historiográfica ocurrida en la Argentina luego del retorno a la democracia en 1983, se han desarrollado aportes significativos al conocimiento de la historia de las sociedades indígenas de las Pampas y Patagonia. Estas contribuciones han sido realizadas por un conjunto de investigadores entre los que se incluyen antropólogos, arqueólogos e historiadores que han trabajado individualmente o en conjunto.

En aquella primera etapa renovadora de la década de los 80, los trabajos de Raúl Mandrini, Miguel Palermo y Martha Bechis lograron situar a las sociedades nativas como actores por derecho propio en la historia regional. Los aportes de los dos primeros destruyeron la imagen falaz de unas sociedades que eran incapaces de producir bienes y servicios por sí mismas y vivían, parasitariamente, del saqueo de las estancias hispano-criollas. Mandrini y Palermo demostraron la existencia de un sector productivo de la economía indígena en el que el cultivo y el pastoreo de ganado desempeñaban un importante papel. Martha Bechis, por su parte, postuló la existencia de una unidad de análisis que denominó área panaraucana que, aunque fue claramente identificable en el siglo XIX, tiene sus orígenes constitutivos en los momentos iniciales de contacto con la sociedad colonial. Desde entonces, quedó claro que no era posible reconstruir adecuadamente la historia de las sociedades indígenas de la región pampeana desde el siglo XVI hasta los momentos de pérdida de su autonomía sin tener en cuenta a la Araucanía.

Los temas que desde entonces atrajeron la atención de antropólogos, historiadores y arqueólogos fueron varios. Por un lado, la economía de los grupos indígenas, las formas de comercio intra e interétnico (en especial, el denominado “circuito del ganado”) y el surgimiento de economías especializadas en el sudoeste bonaerense y la cordillera de los Andes. Por otro lado, la naturaleza de la organización sociopolítica de los nativos y su control territorial, y las transformaciones sufridas en ella a partir del siglo XVIII, así como también durante la primera mitad del siglo XIX1. Dentro de este marco se produjeron estudios sobre la trayectoria de líderes particulares como Juan Calfucurá, Valentín Sayhueque, Ñancucheo, Llanquetruz, Venancio Coñuepán y Martín Toriano.

Otro de los temas tratados fue la existencia de mediadores culturales entre ambas sociedades (cautivos, intérpretes y lenguaraces, diplomáticos) y los mecanismos de incorporación de alóctonos en las sociedades hispano-criollas y nativas (aindiados, renegados, rehenes).

Un aspecto también muy estudiado fueron las políticas estatales y su impacto sobre las poblaciones nativas, comenzando en el periodo colonial y concluyendo con su incorporación subordinada a los estados nacionales. Dentro de este campo se destacan los trabajos sobre los grupos nativos que actuaron como soldados étnicos al servicio de los estados nacionales.

En el mismo sentido, otro subcampo muy amplio es el de la violencia, tanto intra como interétnica. Nuestra comprensión del malón cambió pasándose de un énfasis en su aspecto económico a una comprensión de su naturaleza política en estudios recientes. Pero, además, la reconstrucción de los ciclos de violencia implicó correlacionar los ataques indígenas con las incursiones hispano-criollas previas o contemporáneas, configurando una imagen más completa de las épocas de conflicto y sus motivos.

Más recientemente, y en particular en los últimos dos decenios, diferentes estudios comenzaron a ocuparse de la situación y el destino de los indígenas luego de las campañas militares de ocupación del territorio, y de las distintas maneras en que estos actores se posicionaron frente a la nueva situación. Los trabajos sobre la naturaleza genocida de las prácticas estatales, especialmente durante las campañas de las décadas de 1870 y 1880, fueron ampliados luego a épocas anteriores en que esas prácticas, aunque de un modo menos sistemático, ya tenían lugar2.

Si se repara en la evolución de esas casi cuatro décadas, se ve que la profesionalización del campo fue avanzando progresivamente. Cada vez más investigadores se fueron sumando al trabajo sobre estos temas, al tiempo que el panorama se hacía más horizontal: no se trataba ya, como en aquella década de 1980, de dos o tres grandes figuras, sino de una red más amplia y acaso menos jerárquica, como por otro lado ocurrió en todos los ámbitos, áreas y temáticas de la investigación historiográfica argentina en los últimos decenios. En ello, la ampliación de la cantidad de docentes-investigadores universitarios primero, y luego, a partir de 2003, de la cantidad de becarios e investigadores sumados al CONICET (que experimentó un crecimiento explosivo en comparación con tiempos anteriores) tuvo un rol fundamental.

El interés creció sin duda también por la emergencia de una nueva sensibilidad hacia las poblaciones indígenas, ahora en condiciones subalternas, y su pasado. Empezó a considerarse de manera generalizada —aunque no exenta de problemas— que su historia no podía ser desligada de la historia general de los estados nacionales y de América Latina en su conjunto. La imagen de un mundo indígena que había concluido su existencia con la conquista y colonización española del siglo XVI ya era muy dudosa en los centros coloniales de México y Perú, pero lo era mucho más en lugares como el Río de la Plata y Chile, donde las poblaciones indígenas mantuvieron su autonomía hasta fines del siglo XIX, y sin duda tuvieron un papel en las luchas históricas que desembocaron en la formación de los estados nacionales argentino y chileno. Si así era, entonces la historia de esas sociedades, de las relaciones interétnicas y la conformación de los espacios sociales fronterizos no podía estar ausente del estudio de la época colonial, ni tampoco del primer siglo republicano, ni aun de la historia reciente de un país —el caso de la Argentina— mucho menos homogéneo y europeo de lo que se había pensado a sí mismo.

Los aportes reunidos aquí testimonian en qué aspectos se ha avanzado mucho y en cuáles resta aún trabajar. Uno de los avances principales es la cantidad y calidad de las fuentes reunidas para la elaboración de cada artículo. En aquellos trabajos fundacionales del campo los autores no siempre contaban con las óptimas condiciones respecto de los recursos disponibles para la investigación. Como resultado, la base documental utilizada era relativamente reducida y las aseveraciones, generalizadoras: se podía dar cuenta de lo ocurrido en todo un siglo con un par de citas, una de sus principios, otra de sus finales. En muchos casos, se trataba de fuentes éditas ya largamente conocidas, que se reinterpretaban bajo una nueva luz. Además, dado que se trataba de instalar un fuerte cambio de perspectiva, es posible que el bosquejo de las líneas generales de los procesos fuera más importante que los detalles fácticos.

En los trabajos recientes eso ha cambiado radicalmente: la búsqueda de nuevas fuentes, más detalladas, muchas veces inéditas, para períodos en general más cortos, hizo que la base empírica deviniera mucho más sólida, en línea con los estándares de otras áreas de la historiografía.

María Eugenia Alemano analizó las sociedades del sudeste pampeano en el período 1770-1830 desde el amplio punto de vista de la economía política, buscando las relaciones entre densidad poblacional, organización productiva, circulación mercantil y manejo redistributivo por parte de los caciques. La tarea de integración de las tantas veces separadas “economía doméstica” y “economía mercantil” (en muchas ocasiones ligada al llamado “circuito del ganado”) que Alemano encara en este texto es fundamental para elaborar una explicación coherente acerca del funcionamiento de las sociedades indígenas regionales.

El artículo de Pablo Arias analiza un incidente ocurrido en 1885 durante la visita de una comitiva de algunos longko mapuche a Buenos Aires. Uno de los objetivos de los viajeros era solicitar a las autoridades argentinas la devolución de varias mujeres capturadas por el ejército durante la “Conquista del Desierto”. Pascual Coña, uno de estos longko, narró en sus memorias lo ocurrido durante una visita al hogar de un abogado porteño —Mateo de la Llave— que les presentó a una niña mapuche que le había sido cedida por el estado argentino. En dos ocasiones la niña se negó a hablar con los longko. Arias logra identificar a los actores en ese encuentro y postula una explicación al mutismo de la niña. En el trabajo, redactado de manera clara y atrayente, se destaca una fuerte empatía del autor hacia los actores nativos, que no anula el rigor en el manejo del registro documental, cuyo dominio se complementa con un análisis lingüístico del texto de Coña.

Guido Cordero utiliza los malones como lente para observar la organización política indígena de la segunda mitad del siglo XIX. Teniendo en cuenta las distintas características de los malones según su escala, el autor postula la importancia del lof como unidad básica de esa organización, que haría innecesarios los preparativos rituales y políticos en las pequeñas incursiones —dado que se trata de los integrantes de un mismo lof, reunidos por su proximidad social— y que sí eran imprescindibles en las grandes movilizaciones. El sugerente planteo invita a retomar desde nuevos ángulos la discusión irresuelta sobre la política indígena.

El artículo de Mariano Nagy estudia, a partir de un cambio en el “panteón de fundadores” de la ciudad bonaerense de Pigüé, cómo se reconstruye la historia y la memoria argentina, articulando el nivel local con otro más general. Nagy muestra la incomodidad en los tiempos recientes con el relato tradicional de la lucha de la civilización contra la barbarie indígena, la fundación de colonias de inmigrantes como manifestación del progreso y la presencia militar como salvadora de la patria; su silenciamiento del proceso de conformación definitiva de la clase dominante argentina a partir del reparto de tierras (sobre todo las incorporadas a través de la “Campaña del Desierto”); y la resignificación de los procesos históricos a partir de las nuevas sensibilidades y de los marcos de interpretación contemporáneos.

Natalia Salerno, por su parte, estudia el impacto de las prácticas de los coleccionistas privados de documentos en el proceso de dispersión y desaparición de documentación guardada en los archivos de los estados nacionales durante el siglo XIX. Esta es una de las formas del silenciamiento del pasado mencionadas por Michael Ralph-Trouillot que hizo que no toda la documentación guardada en los archivos llegara hasta el presente. Centrándose en la documentación generada durante las expediciones a Salinas Grandes entre 1778 y 1810, Salerno nota que ese material, compuesto por diarios de viajes, relaciones de novedades y cartas, sufrió durante el siglo XIX un proceso de privatización que implicó que la mayoría de estos documentos fueran apropiados por coleccionistas privados. Las actividades de varios de estos coleccionistas (Pedro De Ángelis, Carlos Casavalle y Felipe Bauzá) son parte de su objeto de estudio.

Los textos reunidos en esta primera entrega dan cuenta de las características que señalamos antes. La variedad de los temas transitados, la cantidad de fuentes analizadas y el rigor en su tratamiento, hablan de una maduración del campo de estudios que esperamos siga creciendo en el futuro.

Bibliografía

Mandrini, Raúl José (1992), “Indios y fronteras en el área pampeana (Siglos XVI-XIX). Balance y perspectivas”, Anuario del IEHS, nº 7, pp. 59-73.

----- (1997), “Las fronteras y la sociedad indígena en el ámbito pampeano”, Anuario del IEHS, nº 12, pp. 23-34.

----- (2007), “La historiografía argentina, los pueblos originarios y la incomodidad de los historiadores”, Quinto Sol, nº 11, pp. 19-38.

----- (2013), “Los historiadores y la historia de los aborígenes de las pampas: tres décadas de investigaciones”, Revista de Estudios Trasandinos, vol. 18, nº 1, pp. 11-28.

Salomón Tarquini, Claudia y Casali, Romina (2015), “Los pueblos indígenas de Pampa y Patagonia, siglos XVIII-XX. Un breve estado de las investigaciones”, Papeles de Trabajo, nº 9, pp. 22-55.


1 Este tema generó una polémica entre Raúl Mandrini y Martha Bechis, quienes mantenían explicaciones diferentes acerca de la organización política indígena. Mandrini postulaba la existencia de formas centralizadas —jefaturas— en la región durante el siglo XIX, mientras que Bechis sostenía que el liderazgo indígena era ejercido en forma descentralizada, basándose en la autoridad y el consenso.

2 La evolución de las investigaciones en este campo puede seguirse en una serie de artículos publicados por Raúl Mandrini (1992; 1997; 2007; 2013) y, más recientemente, por Claudia Salomón Tarquini y Romina Casali (2015), a cuya atención remitimos al lector interesado.

Cuadernos del Sur - Historia 47, 9-14 (2018), E-ISSN 2362-2997

* Departamento de Humanidades, UNS/CONICET. Correo electrónico: seba.alioto@gmail.com.

** Departamento de Humanidades, UNS. Correo electrónico: jjimenez@uns.edu.ar.

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