La “Virgen Misionera” de Hesayne.Proyecto pastoral y territorial de una advocación mapuche en el espacio rionegrino (1978-1979)

Ana Inés Barelli*

Cuadernos del Sur - Historia 48, 93-116 (2019), E-ISSN 2362-2997

A mediados de los sesenta, en las recientes provincias de Neuquén y Río Negro, los nuevos aires del Concilio Vaticano II llevaron a las diócesis una pléyade de sacerdotes, religiosos y religiosas que buscaron implementar la “opción por los pobres”, especialmente a partir de los obispados de Jaime De Nevares (1961-1991) y de Miguel Esteban Hesayne (1975-1993). En ese contexto, en el año 1978 el obispo Hesayne decide crear un símbolo devocionario que estuviera más identificado con la región y que uniera a todos los fieles de las diversas parroquias rionegrinas. En el presente artículo nos interesa no solo profundizar en el proyecto pastoral de la construcción de la imagen desde el punto simbólico, sino también ahondar en el proyecto territorial de la misma, en cómo esa imagen con rasgos mapuches, a través de su recorrido mariano, territorializa y sacraliza el espacio provincial. En función de ello, y enfocados en un método cualitativo, nos proponemos trabajar con fuentes de variada procedencia: escritas (Archivo del Obispado de Viedma —folletos, borradores y actas de reuniones—, boletines diocesanos, Exhortación Post Sinodal de 1983-1984, homilías del obispo y publicaciones como “cartas del obispo”), orales (entrevistas a sacerdotes) y visuales (fotografías, imágenes marianas de bulto y fotografías de trabajo de campo).

Palabras clave

Virgen Misionera

Hesayne

Río Negro

Fecha de recepción

11 de marzo de 2020

Aceptado para su publicación

13 de julio de 2020

* CONICET, IIDyPCa, Universidad Nacional de Río Negro. Correo electrónico: inesbarelli@hotmail.com

Resumen

In the mid-sixties, in the newly formed provinces of Neuquén and Río Negro, the new atmosphere of the Second Vatican Council brought to the dioceses a pleiad of priests, religious men and women who sought to implement the “option for the poor” especially from the bishoprics of Jaime De Nevares (1961-1991) and Miguel Esteban Hesayne (1975-1993). In this context, in 1978 Bishop Hesayne decided to create a devotional symbol more identified with the region to join all the faithful people of the various Rio Negro parishes. In this article we are interested in deepening, not only in the pastoral project of the construction of the image from the symbolic point, but also delving into its territorial project, in how that image with Mapuche features, through its Marian journey, territorializes and makes the provincial space sacred. Based on this and focused on a qualitative method, we propose to work with variety of sources: written (Archives of the Bishopric of Viedma —brochures, drafts and minutes of meetings—, Diocesan Bulletins, Post Synod Exhortation of 1983-1984, homilies of the bishop and publications such as “letters from the bishop”), oral (priests’ interviews); and visuals (photographs, bulk Marian images and field work photographs).

Keywords

Missionary Virgin

Hesayne

Río Negro

Abstract

93-116

Do

Introducción

A mediados de los sesenta, en las recientes provincias de Neuquén y Río Negro, los nuevos aires del Concilio Vaticano II (1962-1965) llevaron a las diócesis una pléyade de sacerdotes, religiosos y religiosas que buscaron implementar la “opción por los pobres”, especialmente a partir de los obispados de Jaime De Nevares (1961-1991) y de Miguel Esteban Hesayne (1975-1993). Estos últimos formaron parte del clero que abrazó la teología de la liberación y luchó en defensa de los derechos humanos durante los años de dictadura militar.

En ese contexto, en 1978 el obispo Hesayne decid crear un símbolo devocionario que estuviera más identificado con la región y que uniera a todos los fieles de las diversas parroquias rionegrinas. Tras una consulta con el presbiterio resolvió que la advocación se llamara“Virgen Misionera de Río Negro y que debía peregrinar con el pueblo. En función de ese objetivo, el obispo, junto con su grupo de colaboradores, buscó confeccionar una virgen mapuche y pobre para representar al pueblo rionegrino, y se la nombró patrona provincial, vinculada al paisano de la línea sur y al vecino chileno (Nicoletti y Barelli, 2019). Para dar inicio a la devoción, se organizó una primera peregrinación por toda la provincia en donde la imagen recorrió unos 5.500 kilómetros sobre el auto del obispo junto con los párrocos de las distintas ciudades rionegrinas y fieles de cada lugar. Un año después, el 12 de octubre de 1979, la Virgen fue entronizada en la capilla de la Colonia de San Juan de General Conesa, donde se realizó la peregrinación hasta el pequeño santuario elegido para la Virgen Misionera situado a la vera de la Ruta Nacional Nº 250, a 16 km de la ciudad.

En el presente artículo nos interesa no solo profundizar en el proyecto pastoral de la construcción de la imagen desde el punto simbólico, sino también ahondar en el proyecto territorial de la misma, en cómo esa imagen con rasgos mapuches, a través de su recorrido mariano, territorializa y sacraliza el espacio provincial. Es decir, por un lado, recuperar, a través de los diferentes documentos diocesanos, los distintos momentos del proyecto de la Virgen Misionera que fueron configurando una devoción regional (el origen del proyecto, el diseño de la imagen, el “viaje misionero mariano” por el territorio rionegrino); y, por el otro, abordar la consolidación de la devoción, a través de la entronización de la imagen, la consagración de la Iglesia y la familia rionegrina a la Virgen Misionera y la primera peregrinación del pueblo rionegrino al santuario. En función de ello, y enfocados en un método cualitativo, nos proponemos trabajar con fuentes de variada procedencia: escritas (Archivo del Obispado de Viedma —folletos, borradores y actas de reuniones—, boletines diocesanos, Exhortación Post Sinodal de 1983-1984, homilías del obispo y publicaciones como “cartas del obispo”), orales (entrevistas a sacerdotes), y visuales (fotografías, imágenes marianas de bulto, fotografías obtenidas en trabajo de campo). Para el análisis de los documentos escritos utilizaremos la hermenéutica histórica teniendo en cuenta las diferentes características del texto; los testimonios orales los abordaremos como “memorias construidas y reconstruidas por parte de una conciencia contemporánea” (Schwarzstein, 2001: 75) y, finalmente, las fuentes visuales las trabajaremos tanto desde la narrativa visual de Burke como desde las nociones específicas que presentan los historiadores del arte para abordar las imágenes religiosas (Penhos, 2005; Freedberg, 1992).

Proyecto Pastoral de Hesayne en la diócesis de Viedma (1975-1993)

Desde 1883 las actuales diócesis de Río Negro y Neuquén conformaron, junto con Chubut, el denominado Vicariato apostólico, fundado por la Congregación Salesiana a través del Vaticano y nunca reconocido por el estado argentino (Nicoletti, 2018). Luego, en 1897 la bula expedida por León XIII

modificó el mapa eclesiástico de la Patagonia incorporando a la Arquidiócesis de Buenos Aires, la Capital Federal y los territorios de Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego e isla de los Estados; mientras que a la Diócesis de La Plata quedaban incorporadas la provincia de Buenos Aires y el Territorio de La Pampa, y finalmente a la Diócesis de Cuyo, el Territorio del Neuquén (Nicoletti, 1999: 38).

En 1911, con la entrega de las misiones en forma definitiva e incondicional a los salesianos se conformaron siete vicarías foráneas en donde

el Arzobispo Espinosa debió nombrar cuatro vicarios en los Territorios de: Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, el Obispo de La Plata Terrero, dos en Patagones y La Pampa y finalmente el Obispo Orzali de San Juan, al vicario de Neuquén (Nicoletti, 1999: 40).

En 1934, a través de una bula1 de Pío XI, se creó la Diócesis de Viedma2 con jurisdicción en Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz. La creación del Obispado de Comodoro Rivadavia en 1957 reconfiguró la jurisdicción de esta diócesis, la cual se limitó a las provincias de Neuquén y Río Negro. Finalmente, en 1961 se erigió la Diócesis de Neuquén quedando la provincia de Río Negro bajo la órbita de la Diócesis de Viedma. Tras dicha separación el Papa Juan XXIII designó a los salesianos Jaime De Nevares y José Borgatti como obispos de Neuquén y Viedma (Río Negro) respectivamente. En 1975, luego del fallecimiento de este último y el reemplazo de Mons. Aleman, fue designado Miguel Esteban Hesayne como tercer Obispo diocesano de Río Negro (Azcoitia y Barelli, 2020).

Los nuevos aires del Concilio Vaticano II habían llegado a las provincias de Neuquén y Río Negro3 a través de un grupo de sacerdotes, religiosos y religiosas convencidos de la necesidad de adoptar la “opción por los pobres”4 en el territorio norpatagónico, especialmente a partir de los obispados de Jaime De Nevares y de Miguel Hesayne. Estos últimos formaron parte del clero que vio con “buenos ojos” la teología de la liberación y luchó en defensa de los derechos humanos durante los años de dictadura militar. Este posicionamiento político les valió que contra ellos se desatara una persistente persecución, no solo personal sino también institucional, ya que abarcó a la propia Iglesia norpatagónica5. En síntesis, la trayectoria biográfica de ambos obispos estuvo marcada por dos momentos muy significativos para la Iglesia: a nivel mundial, coincidió con el impacto en la doctrina católica que generó el Concilio Vaticano II y las Conferencias de Medellín (1968) y Puebla (1979); y a nivel nacional, con el incremento de la conflictividad política y social de los años sesenta y setenta, y la violación sistemática a los derechos humanos perpetrada por la última dictadura militar (Azcoitia y Barelli, 2020).

Miguel Esteban Hesayne6, como ya mencionamos, fue designado tercer Obispo Diocesano el 5 de abril de 1975 por el Papa Pablo VI (1963-1978), se ordenó el 4 de junio y ocupó el cargo el 8 de julio del mismo año. El 14 de marzo de 1980, el Papa Juan Pablo II (1978-2005) designó como Obispo Auxiliar a Mons. Carmelo Juan Giaquinta, que fueordenado el 30 de mayo y cumpl esa función hasta 1986. En julio de 1993 la Diócesis de Viedma se dividen tres: la Diócesis de Viedma, la de San Carlos de Bariloche y la del Alto Valle de Río Negro (con sede en Gral. Roca). Ese año se nombró comoObispo Coadjutor a Mons. Marcelo Melani (salesiano), ordenado el 18 de septiembre, y el 28 de junio de 1995 Hesayne renunció a su cargo.

Durante los 20 años del obispado de Hesayne podemos señalar una serie de proyectos que fueron delineando ese objetivo de construir una Iglesia mancomunada con su pueblo, independiente del poder político y abiertamente identificada con la opción por los pobres, la defensa de la justicia social y los derechos humanos (Nicoletti, 2012: 194-195). Una Iglesia, según las palabras del obispo,

orante, misionera, atenta y sensible al momento histórico que le toca vivir y en el que actúa (…) una Iglesia pobre con la pobreza evangélica de la disponibilidad de servir al situado en necesidad física o principalmente espiritual en cumplimiento de su razón última que el servicio de la salvación7.

Unos años después, habiendo recorrido la diócesis, Hesayne tomódimensión de las enormes distancias regionales que obstaculizaban su misión y, en función de ello, incorporócomo objetivo en su proyecto pastoral “hacer la comunión entre los diversos rionegrinos, construir una Iglesia Comunional desde cada parroquia territorial”8. Es decir, durante los primeros años, su objetivoestuvocentrado en recorrer y conocer cada rincón de la provincia, construyendo símbolos, generando acciones que contribuyeran, según sus palabras, a crear “un encadenado, que uniera efectivamente a los feligreses de cada parroquia entre sí y con las demás diócesis de Viedma9; y, principalmente, a lograr construir una Iglesia que “se transforme más y más en una comunidad participativa; una Iglesia rionegrina, lugar de comunión fraterna y servicial, enamorada del Dios Vivo”10.

En función de estos objetivos y a modo exploratorio, podemos anticipar tres momentos significativos que fueron delineando esa nueva Iglesia rionegrina. El primer momento (1975-1979), marcado por las diferentes misiones, recorridos y encuentros del obispo con religiosos y religiosas dentro de la provincia; pero, sobre todo, por el eje vertebrador de su proyecto: la Virgen Misionera. Esta última se constituyó como un “gesto generador de conciencia de la Iglesia Particular Rionegrina cuyo objetivo global fue la evangelización de la provincia de Río Negro”11. El segundo momento (1980-1984) lo encontramos vinculado al proyecto del Sínodo12 Pastoral Diocesano (1983-1984), anunciado en 1980, desarrollado entre 1983-1984 e impreso en 1985. El sínodo constituyó una propuesta con carácter normativo que expresó “los criterios pastorales, fundamentales e insustituibles para planes que se han de proyectar a nivel parroquial diocesano, y para la actividad del agente de pastoral que actúe, de una u otra forma, en nuestra Iglesia particular rionegrina”13. Este momento lo consideramos como un momento “visagra” porque sienta las bases de una propuesta concreta de Iglesia donde las Comunidades Eclesiales de Base constituyen el eje de transformación. El tercer momento (1984-1993) lo identificamos como la “puesta en marcha” de esa nueva Iglesia rionegrina postsinodal. En esta etapa observamos una gran variedad de acciones colectivas que buscaron consolidar esos objetivos. Una de las que podemos señalar es la Campaña para la Línea Sur14 “Una oveja para mi hermano”, que consistió en “la reconstrucción de las unidades productivas familiares, apoyándose básicamente en donaciones” (Mombello, 2018: 165); otra es la “Misión Popular Mariana” y los diferentes encuentros de jóvenes, que tenían como objetivo “revitalizar las decisiones sinodales y los pasos ulteriores dados”15. En otra línea, también resulta significativo señalar el proyecto comunicacional popular de vanguardia16que llevó a cabo la Diócesis de la mano de Néstor Busso17, el secretario de Comunicación en el Obispado de Viedma. Algunos de los resultados de esta iniciativa fueron: la “Revista de Pie”18 (1984-1985), la fundación “Alternativa”19, la Radio “Encuentro” —que salió al aire por primera vez el 15 de abril de 1990—, entre otras.

Luego de este amplio recorrido, en esta primera aproximación al tema, nos ocuparemos de los primeros años del obispado de Hesayne (1975-1982) y, específicamente, del proyecto de la Virgen Misionera, focalizándonos en la construcción de la devoción como símbolo rionegrino (1977-1980).

La Virgen Misionera de Hesayne como “símbolo” rionegrino (1977-1978)

El proyecto de crear una imagen mariana que representara, de alguna manera, a la Iglesia rionegrina surgió a partir de la experiencia misional y el recorrido territorial del obispo por toda la diócesis, que coincidía, en ese momento, con los límites políticos y administrativos de la provincia de Río Negro. Según el relato que escribió Hesayne en 1979, cuyo registro es el “Historial de la Virgen Misionera de Río Negro”, la idea de crear una imagen mariana nació durante la Semana Santa de 1977 en el marco de la “Semana Santa Misionera Itinerante”, recorrido misional llevado a cabo por el padre obispo acompañado por el seminarista Enrique Lafforgue. Durante ese viaje, el seminarista le compartió su apreciación de la “necesidad de signos que sirvieran para tomar conciencia de la pertenencia a la Iglesia”, desarrollando la idea de generar símbolos y acciones que sirvieran para construir ese “encadenado eclesial” que uniera a los feligreses de cada parroquia de la provincia de Río Negro. A partir de ese comentario, el obispo pensó que esa idea se podía materializar con una imagen mariana. Decidió compartir esta iniciativa con los sacerdotes que iba encontrando en las visitas parroquiales y lo que surgió como una idea se fue “conformando en un proyecto de viaje misionero mariano para el año 1978”20. Durante esta experiencia pascual de misión también salió el nombre de la imagen. Según Hesayne, la propuesta provino de un párroco de Valcheta, Jesús Alegría, quien comentó que se podría llamar “Virgen Misionera de Río Negro”. Luego, el obispo en su “Carta sobre la Virgen Misionera” (1978), retomó el nombre y desarrolló la siguiente fundamentación:

La llamamos Virgen Misionera, porque: escuchó atentamente la misión que Dios le encomendaba; aceptó la “misión” poniendo en práctica con prontitud y fidelidad todo lo que Dios le pidió realizar; está dispuesta como Madre de Jesús y Madre nuestra a acompañarnos con el auxilio de Dios, orando por nosotros y con nosotros conforme leemos en la historia de la Iglesia desde el comienzo21.

En dicha fundamentación, el obispo enfatizó el compromiso de la Virgen con su pueblo desde la cercanía, la protección y la fidelidad.

En ese viaje surgió también la propuesta de un lugar que podría oficiar de residencia de la imagen y hacia donde sus fieles podrían peregrinar. En su relato, Hesayne menciona que, cuando estaban culminando la misión, pasando por Gral. Conesa22, localidad ubicada a 160 km de Viedma, un sacerdote llamado Kiko le sugirió la idea de entronizar la imagen en “una capillita23 semiabandonada sobre un pequeño cerro para que se convirtiera en un lugar de peregrinación”24. Esta propuesta, sumada a las anteriores, fue muy celebrada por el obispo y, ni bien regresó de la misión, empezó a darle forma al proyecto de la “Virgen Misionera de Río Negro”. A continuación, describiremos brevemente el proceso de construcción de la imagen de la Virgen Misionera de rasgos mapuches y vestimenta campesina, y cómo dicha imagen, a través del “viaje misionero mariano”, territorializa el espacio regional y se configura como una devoción provincial con una impronta particular.

a) La imagen: una Virgen mapuche pobre que camina por el desierto

La elección de la imagen de la Virgen se resolvió en el marco de una reunión plenaria de junio de 1978 del clero de la diócesis. Durante esa reunión, según Hesayne, participó un grupo de“unos 70 sacerdotes compuesto en mayoría (sic) por sacerdotes salesianos, algunos franciscanos, claretianos y unos pocos diocesanos, se acogió con mucho entusiasmo el proyecto”25sobre la creación de una devoción provincial. En ese encuentro, todos los asistentes decidieron que la imagen de la Virgen Misionera debía ser una imagen “inculturada en la Patagonia y que representara, con fuerza, el valor materno”, así como también que remitiera, principalmente, al territorio provincial. En función de este objetivo, resolvieron que el trabajo debía hacerlo el escultor Morosín, artista plástico muy reconocido de la localidad de Cipolletti (ver Figura 1.A).

Según un relato que realizó Morosín para la diócesis en 1978, la imagen se pensó como “una madre criolla, del desierto rionegrino, caminando por él ¿cómo van vestidas? Pues con ropas pobres y con el poncho criollo (…) una virgen distinta que cruza el desierto rionegrino con poncho”26. Desde la trama simbólica iconográfica, se advierte que la Virgen Misionera, a diferencia de otra imagen mariana de identidad patagónica como es la Virgen Auxiliadora de Don Bosco (Nicoletti, 2012), y en consonancia con las miradas posconciliares, presenta una imagen sumamente sencilla, terrenal y, como dice Azcuy, con “conciencia histórica” (2001: 173). Esta impronta se observa en la elección de Hesayne de representar a María como una campesina mapuche de rostro moreno, vestida con ropa sencilla y con un poncho en el que envuelve al niño Jesús. Según el obispo,

la imagen representa a una madre mapuche llevando en sus brazos con fuerza y ternura al hijo de sus entrañas. Ella, vestida con poncho mapuche y con su actitud de estrechar al niño sobre su corazón al tiempo que camina, en forma plástica, manifiesta su ser y misión de Madre de Dios y Madre de la Iglesia27.

Esta imagen representa a una mujer peregrina, cuya dinámica particular es inversa a la usual. Es María quien camina hacia su pueblo y no su pueblo que la venera en un santuario; es por ello que la primera peregrinación la hace la Virgen Misionera a su pueblo. Posee, tomando las palabras de Hesayne,

un doble semblante: el rostro de un lado es triste y avejentado, del otro esalegre y juvenil: la Virgen María recorriendo en misión la provincia iría asumiendo las tristezas y angustias del pueblo rionegrino y las transformaría en gozos y esperanzas con la fuerza de la presencia de Jesús y su Evangelio, anunciando una buena noticia a los pobres28 (ver Figura 1.B).

La imagen terrenal de la Virgen, comprometida con su pueblo y su historia, es retomada por Hesayne en su “Carta a los agentes pastorales sobre la Virgen Misionera y a los fieles”. Allí el obispo describe a la Virgen Misionera como “una mujer conocedora de la situación de su pueblo y desde la óptica de fe en la nueva realidad programa su vida relacional con su pueblo”29. También se vincula a esta figura con la idea de protección y salvación del pueblo rionegrino: “la Virgen misionera de Río Negro se ha de constituir en un lugar de encuentro del pueblo Rionegrino con su liberación, con su salvación integral”30. Siguiendo esta idea de una imagen humanizada, la publicación oficial de la diócesis explica que se trata de una Virgen que se encuentra en camino, “una virgen distinta que cruza el desierto rionegrino, movimiento marcado por el pie derecho delante del izquierdo”31. Este movimiento no solo genera esa sensación de cercanía y compañía continua hacia los fieles, sino que traslada a María a su condición humana e histórica que la identifica fuertemente con la realidad del pueblo rionegrino (Nicoletti y Barelli, 2019). De esta manera, la materialización de la propuesta con la creación de la imagen da inicio a la construcción del sentido de la devoción. Es a partir de la imagen, con esa impronta singular, desde donde Hesayne empieza a construir el sentido de pertenencia territorial y devocional.

Figura 1. A) Fotografía de Morosín en su taller. B) Estampita de la Virgen Misionera.

Fuente: Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

b) La Virgen Misionera territorializa el espacio rionegrino

La creación de esta nueva devoción mariana con impronta regional inicia su construcción simbólica con el “viaje misionero mariano” por la provincia, proyectado por el obispo. Este recorrido territorial de la imagen también lo entendemos, desde Magnaghi (2001), como un proceso de “territorialización” desde donde no solo se consolida la devoción con su impronta regional, sino que también se produce la sacralización del espacio desde la apropiación simbólica del mismo. Esta sacralización hace posible, al decir de Odgers Ortiz, la construcción de “paisajes específicos, mapas mentales donde la circulación adquiere un sentido particular y comunitario” (2007: 36). Es lo que Magnaghi señala como “sedimentos”, estructuras que representan vestigios de la construcción histórica del tipo territorial y que pueden ser cognitivos y materiales, elementos de memoria reificados que se subsumen o reinterpretan en la cultura y la vida cotidiana (Magnaghi, 2001).

El “viaje misionero mariano” fue organizado por el Obispado junto a los párrocos y feligreses de la provincia. La imagen recorrió 5.500 km desde el 28 de noviembre al 20 de diciembre de 1978, pasando por las diferentes parroquias de la provincia. Para analizar dicho evento, contamos con una variada documentación provista por el Archivo del Obispado de Viedma: carta del obispo sobre la Virgen Misionera dirigida al pueblo rionegrino; reflexión pastoral mariana del obispo de Viedma para los agentes de pastoral; circulares con la preparación y organización del viaje mariano; guía parroquial para recibir a la imagen denominada “Preparando el paso de la Virgen Misionera”; itinerario del recorrido de la imagen y un guión radial del Noticiero Diocesano.

Desde la lectura de la documentación mencionada, podemos señalar que el evento del “viaje misionero mariano” se materializó en tres momentos desde donde se fue diseñando la visita de la Virgen Misionera a su pueblo: 1º concientización; 2º preparación y organización; y 3° territorialización y sacralización del espacio devocional.

El primer momento decidimos nombrarlo de “concientización” porque consistió en una serie de cartas emitidas por el obispo a los agentes pastorales y al “pueblo rionegrino” en las que se ponía de manifiesto el “sentido” del “paso” de la Virgen Misionera por todas las parroquias de la provincia. La propuesta era imprimir en la nueva devoción mariana un sentido regional pensado desde una mirada territorial. Así, por ejemplo, aparecen mensajes como “nuestro proyecto quiere dar una pastoral de conjunto de inspiración mariana que llegue, anime e impulse a todo el pueblo rionegrino a vivir una vida cristiana rionegrina”32. En estos mensajes también aparece mencionada la Primera Carta Pastoral, enunciada en la toma del cargo de Hesayne, desde donde retoma su objetivo de la Iglesia orante, pobre, servicial y misionera, y en la que menciona esa idea de lograr construir un “encadenado eclesial”, siendo la Virgen Misionera el primer símbolo de alcance regional que atraviesa el territorio. Según palabras del obispo, “un signo realizador será el ‘paso’ de la imagen de la ‘Virgen Misionera’ por todas las parroquias de la diócesis durante el tiempo litúrgico de Adviento”33.

Al segundo momento, lo denominamos de “preparación y organización”. En esta etapa observamos que en la primera circular, “La peregrinación de la Virgen Misionera de Río Negro”, realizada por el presbítero Bengochea para establecer los primeros lineamientos de la peregrinación de la imagen por la provincia, se recupera la idea de “profundizar la evangelización” y se incorpora la necesidad de fomentar “la misión desde la piedad popular de su pueblo”. Es decir, hace hincapié en una misión “conectada con la familia” desde donde se motiva a la conformación de “pequeñas Comunidades Eclesiales de Base”. En esa línea, también se piensa la peregrinación como evangelizadora del territorio en dos niveles: uno, que apunta a los reconocidos como “integrantes” de la Iglesia rionegrina, y un segundo nivel, en el que se incorpora a un público masivo. En función de estos niveles, se organiza una guía de trabajo catequístico en cada una de las instituciones parroquiales para “preparar a las diferentes comunidades en las acciones”34. Para el primer nivel, referido a la “preparación de los integrantes”, se menciona, como primer punto, reunir a toda la comunidad para “planificar la acción pastoral que se realizará en la Parroquia con motivo del ‘paso’ de la Virgen”; luego, se enfatiza en la “motivación” de los miembros para que asuman el trabajo misionero; y, finalmente, se dan una serie de actividades para lograr conformar esos equipos evangelizadores, como por ejemplo: “organizar grupos de reflexión, equipos litúrgicos, actividades de servicio a la comunidad, retiros y encuentros de oración, actividades con jóvenes, peregrinaciones, grupos de reflexión de la carta del Obispo, pastorales familiares”35. Para el segundo nivel, la evangelización popular, se mencionan tres objetivos fundamentales: “aumentar los contenidos de fe, esperanza y caridad; aumentar el sentido de pertenencia eclesial y, aumentar los valores éticos, morales y en especial los que necesita nuestro pueblo”36. Para ello, mencionan una serie de acciones como: “visita domiciliaria de la Virgen, concentraciones masivas en los barrios, repartir material impreso para catequizar, formar pequeñas comunidades agrupando a las familias visitadas por la Virgen, utilizar los medios de comunicación masivos, organizar encuentros de oración y peregrinaciones barriales”37. Dentro de estas acciones, resulta interesante mencionar el hincapié que hace el Obispado en la confección de la “carta de la Virgen” para la visita a las familias barriales. En esta carta, le otorgan a la Virgen agencia, “ella es la que invita desde su amor materno”, es la que firma la carta, es la que “insiste en que para ese día de su visita debe estar toda la familia”, es la que “ruega a la familia que le devuelvan la visita yendo a la concentración del barrio o a la reunión con otras familias”38. Por último, se envía a cada parroquia el itinerario (Figura 2) del recorrido de la Virgen Misionera, desde donde se puede observar el recorrido por 20 localidades atravesando las seis zonas en que se divide la provincia.

Figura 2. Itinerario. 1° Circular del Paso de la Virgen Misionera por la provincia, 1978.

Fuente: Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Finalmente, al tercer momento, lo hemos denominado “territorialización y sacralización del espacio devocional”, debido a que es el momento en que se produce el recorrido de la Virgen Misionera por la provincia, activando un doble movimiento: es la Virgen la que recorre el espacio, lo territorializa, se enviste de él, se construye, desde ese sentido regional, y, finalmente, lo sacraliza.

Durante el recorrido mariano (Figura 3), hemos podido identificar, a través de diferentes comunicados de prensa y del Noticiero Diocesano, el proceso de construcción devocional. En dichos documentos se hace hincapié en que el recorrido de la Virgen fue un “acontecimiento religioso sin precedentes en la historia de Río Negro”39 en el que “hace mucho tiempo no se reunía tanto público entusiasta en demostraciones de fe a la Iglesia Católica”40.

Figura 3. Mapa del Recorrido del “viaje misionero mariano” por la provincia de Río Negro (28/11/1978 a 20/12/1978).

Fuente: Elaboración propia

En esta línea, mencionan las importantes “muestras de un profundo amor hacia la Virgen Misionera”, a través de una variedad de celebraciones “propias y carrozas especialmente preparadas” en diferentes localidades a su paso. Así, por ejemplo, en Gral. Conesa, lugar donde se va a entronizar la imagen en 1979, se “efectivizó una presencia multitudinaria” con entrega de las llaves de la ciudad por parte del Intendente a la Virgen”41. Hesayne nos compartía:

No es exagerado afirmar que esa peregrinación conmocionó a los habitantes de la provincia entera. Desde las ciudades y poblaciones urbanas hasta los lugares rurales más inhóspitos, María Virgen Misionera de Río Negro fue recibida con júbilo y aclamada como Madre de Dios y Madre nuestra en largas caravanas de peregrinos a pie y a caballos; en vehículos: autos - camiones - ómnibus y hasta tractores42.

De esta manera, lo que podemos observar es que el “paso” de la Virgen por las diferentes localidades rionegrinas fue construyendo, tanto desde lo simbólico como desde lo territorial, “marcas” identitarias que se configuraron como pilares de la devoción rionegrina. Es decir, el “viaje misionero mariano”, a través del recorrido por el territorio provincial, territorializó el espacio e inició el camino de la construcción identitaria mariana.

Consolidación del proyecto mariano rionegrino. Entronización, consagración y 1° peregrinación de su pueblo (1979)

La peregrinación de 1979 constituyó la consolidación del proyecto de la Virgen Misionera iniciado en 1978. La visita de sus fieles al santuario, la entronización de la imagen y la consagración de la Iglesia Rionegrina a la Virgen Misionera sellaron el proyecto de la devoción provincial. Siguiendo a Carballo, entendemos que esta primera peregrinación del pueblo rionegrino a su Virgen “crea y recrea en cada contexto el ritual que les posibilitará la mediación con lo sagrado y lo divino” (2009: 38). Es decir, la peregrinación “conduce a las personas a un estado emocional que les permite introducirse en un espacio-tiempo sagrado” (Carballo, 2009: 38), construyendo, de esta manera, ese sentido de pertenencia que se inició con la visita de la Virgen a las familias. Para ello, resulta significativo recorrer los diferentes rituales que llevaron a consolidar la devoción en el marco de la primera peregrinación: la inauguración del primer santuario de la provincia, la entronización de la imagen y la consagración de la Iglesia y la familia rionegrina a la Virgen Misionera. Para ello, contamos con una amplia documentación de la diócesis sobre dicho evento como, por ejemplo, comunicados de prensa, circulares de la organización, documentos escritos que fueron utilizados en los actos de consagración y el testimonio del obispo.

La peregrinación, según los documentos, se organizó para el sábado 27 de octubre de 1979 bajo el lema “Tu Madre te espera en el Santuario de Conesa” (ver Figura 4. A). En los comunicados de prensa de la diócesis retoman la locución de la Virgen diciendo: “Yo te invito, a que juntos caminemos hacia mi morada, que será el Santuario de la Colonia San Juan”43, buscando generar un vínculo personal, cercano y familiar, que movilice a los devotos a peregrinar. En otro orden, es importante recordar que para el santuario, como ya hemos mencionado, se eligió una pequeña capilla ubicada en la Colonia San Juan sobre la ruta nacional N° 250, a 16 km de la localidad de Gral. Conesa, que con los años fueron refaccionando (ver Figura 4. B).

Figura 4. A) Afiche de la 1° Peregrinación. B) Fotografía del santuario de la Virgen Misionera en Gral. Conesa. Portal Informativo de Conesa online.

Fuente: Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Unos días previos a la peregrinación, el jueves 25 de octubre, se realizó la despedida de la Virgen Misionera en la Plaza Alsina de Viedma, la cual se encontraba, desde el recorrido por la provincia del año anterior, en la catedral de dicha ciudad. El viernes 26, según registros escritos, se recibe al nuncio apostólico Pio Laghi, encargado de acompañar la primera peregrinación junto con el obispo Hesayne. Para el sábado 27, el nuncio y el obispo se trasladaron a la Parroquia de General Conesa y, a partir de las 8 de la mañana, iniciaron la peregrinación trasladando la imagen de la Virgen Misionera en carreta acompañados por “la participación de feligreses de todas las comunidades parroquiales (unas diez mil personas) que caminaron los 16 km hacia la Capilla de la Colonia San Juan de Gral. Conesa”44. Estas comunidades fueron convocadas un mes antes por sus agentes pastorales para concientizar y organizar el traslado desde sus localidades a Conesa para peregrinar hasta el santuario, consolidando así el nuevo recorrido mariano en el espacio provincial. En dicho recorrido, cada comunidad peregrinó con un animador que motivaba los cantos, reflexiones y oraciones. Según los documentos consultados, la peregrinación “fue una verdadera demostración de fe de los hombres y mujeres, jóvenes y adultos de la provincia de Río Negro”45. Así también lo manifestaba Hesayne, haciendo énfasis en el esfuerzo de la distancia recorrida para llegar al santuario:

Fue notable que en pleno desierto y por primera vez en un Santuario Mariano de la Provincia rionegrina se dieran cita a los pies de la venerada imagen de la Madre de Dios, más de diez mil peregrinos viajando de los cuatro puntos cardinales del territorio provincial46.

Una vez en el santuario se organizó una celebración religiosa en la que el nuncio de forma diplomática declaró “estar profundamente conmovido por la demostración cristiana de familias enteras, niños y ancianos”. El obispo Hesayne lo hizo desde su conocido compromiso social, ratificando “su posición pastoral, nutrida con el espíritu de Puebla, con un testimonio evangélico personal y un mayor acercamiento a los problemas sociales comunitarios”; desde su compromiso pastoral, haciendo hincapié en “la revalorización de la religiosidad popular, que expresa la identidad trascendente del pueblo; este tipo de celebración distintiva del catolicismo latinoamericano, es un signo de su pertenencia a la Iglesia” y, finalmente, desde su compromiso político convocando a “todos a trabajar por la paz y la justicia y denunció la violencia como pretexto para extirpar la violencia de las armas, la violencia que destroza hogares, con bombas o con miembros desaparecidos”47.

Luego de estos discursos, se dio paso a la “entronización” de la Virgen Misionera, seguida de la inauguración del santuario en la Colonia San Juan de Conesa a través de dos actos de consagración: el de la Iglesia y el de la familia rionegrina a la Virgen Misionera. Abordamos los actos de consagración, siguiendo a Freedberg (1992), como actos rituales que “le confieren a la imagen las propiedades y poderes que se cree que tiene o que en lo sucesivo se le atribuyen, (…) indica una elevación consciente en el rango sagrado de la imagen a un grado de santidad”. A partir de allí, “se convierte en un objeto adecuado para la adoración y capaz de conceder favores” (Freedberg, 1992: 109). En este caso particular, lo interesante es que el acto de consagración es de la Iglesia y la familia rionegrina a la Virgen Misionera. Es a partir de ese acto ritual en que se hace el vínculo del pueblo con la “santidad” donde se le asigna un propósito: ser la representante y protectora de la provincia de Río Negro. Desde los documentos, lo primero que se menciona es la sacralización del lugar a partir de la entronización de la imagen a ese espacio. Así, por ejemplo, aparece en el escrito: “Venimos para dejar en este lugar tu imagen bendita de Virgen Misionera y decirte pública y solemnemente que queremos tener un lugar en nuestra provincia rionegrina, un “santuario” en donde te haremos como Madre de Dios y Madre nuestra”48.

Esta sacralización del espacio permite el acto de consagración de la Iglesia Rionegrina entendida como una “plegaria filial” que transforma a la Virgen Misionera en “Madre nuestra” y que, desde esa relación filial y personal, permite que “toda la provincia se convierta en una Iglesia donde cada uno pueda encontrarse a sí mismo y encontrar a los demás como persona, como hermano en una solidaridad vivida más que proclamada”49. Esta plegaria se complementa con otra que vuelve a vincular, desde un sentido terrenal y material, el proyecto pastoral con las necesidades de su pueblo. Así, por ejemplo, aparece manifestado en el documento el compromiso de construir “una Iglesia sin odios pero sin ojos cerrados a las injusticias y por eso una Iglesia servidora a todo necesitado, enfermos y ancianos, presos y angustiados, desnutridos, mal vestidos y sin techo”50.

De esta manera, la Virgen Misionera desde su constitución material hasta su lectura simbólica amalgama la pastoral diocesana que se refleja como en círculos concéntricos en el Sínodo rionegrino, los documentos de Puebla y Medellín y el Concilio Vaticano II.

Reflexiones finales

Entre 1975 y 1995, Miguel E. Hesayne se desempeñó como obispo de la Diócesis de Viedma, ámbito eclesial que coincidía con los límites de la provincia de Río Negro. Este espacio amplio y diverso constituyó para Hesayne la base desde donde pensó y articuló su proyecto pastoral en el territorio, motivó la idea del “encadenado eclesial”, de la “Iglesia misional, pobre y servicial” que debía llegar a todos los rionegrinos. Es desde esa mirada territorial que Hesayne capitalizó el “obstáculo” y lo resignificó a partir de la creación de una devoción mariana que pudiera recorrer el territorio, sacralizarlo y construirse como lazo y unión del pueblo rionegrino. Hesayne creó a la Virgen Misionera, una campesina mapuche, como una imagen con identidad rionegrina y patagónica, que interpeló a la imagen salesiana de la Virgen Auxiliadora de Don Bosco y se vinculó fuertemente desde lo simbólico y lo material a la “opción por los pobres”, las enseñanzas del Concilio Vaticano II, las Conferencias de Medellín y Puebla y, finalmente, al Sínodo Pastoral Diocesano de la Iglesia Rionegrina de 1983. Es a partir de esta concepción material y simbólica de la advocación, que Hesayne proyecta la construcción de la devoción. Para ello, piensa que la “Virgen debe ir al encuentro de su pueblo” para evangelizar el territorio. Encarna la frase de Angelelli “con un oído en el Pueblo y otro en el Evangelio”, desde la cual se busca territorializar la provincia a partir de una imagen mariana particular, a través de la estrategia clave de este tipo de advocación: la peregrinación.

En el recorrido del artículo, hemos podido advertir que este acto mariano, en el caso de la Virgen Misionera, se inicia con una dinámica diferente a la habitual donde la Virgen es la que peregrina por su pueblo, lo convoca y construye lazos de pertenencia territorial. Es decir, entendemos el “paso” de la imagen por el extenso territorio rionegrino como un proceso de territorialización desde donde se construye la devoción con su impronta regional y se sacraliza el espacio desde la apropiación simbólica que hace la advocación en su recorrido misional. A esta experiencia territorial, si bien constituye una dinámica distinta a la tradicional, la abordamos como el paso fundacional de la devoción, debido a que no se instala como práctica sino que se construye la devoción desde ese ritual peregrino. Es por ello que la etapa de consolidación de la devoción se desarrolla desde una dinámica clásica: santuario, entronización y consagración. En esta etapa, pudimos advertir cómo se cierra el círculo de la construcción devocional, que inicia con la visita de la Virgen Misionera al pueblo rionegrino y culmina con la peregrinación de los fieles al santuario, sellando el lazo de pertenencia territorial y devocional. Este lazo de pertenencia también lo hemos abordado desde las construcciones discursivas en torno a la devoción, que, de alguna u otra manera, configuran marcas identitarias que se van sedimentando en el territorio. Dentro de ellas, podemos señalar el vínculo de cercanía de la devoción con su pueblo, a través del recurso de la plegaria filial “tu madre te espera” y la consagración de la familia rionegrina a la Virgen Misionera; la utilización del término “religiosidad popular” como “identidad trascendente del pueblo” desde donde se piensa la práctica devocional mariana “de, con y para el pueblo”, y, finalmente, desde el sentido terrenal e histórico en el que se posiciona a la devoción junto a la Iglesia rionegrina, “sin los ojos cerrados a las injusticias” y con compromiso social y político ante las necesidades de su pueblo.

Bibliografía

Fuentes

Adhesión multitudinaria a la Virgen Misionera con la presencia del Nuncio Apostólico Pio Laghi y el Monseñor Miguel Hesayne (1979) [Documento de la Oficina de Prensa], Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Bula Nobilis Argentinae Nationis, 20 de abril de 1934.

Carta del Obispo rionegrino a la Virgen Misionera (1978) [Documento en formato carta], Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Comunicado de la oficina de Prensa del Obispado de Viedma (23 de octubre de 1979) [Documento de la oficina de prensa del Obispado], Archivo General, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Consagración de la Iglesia Rionegrina a la Virgen de Río Negro (1979) [Documento], Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Entrevista a Miguel Esteban Hesayne, realizada por María Andrea Nicoletti y Ana Inés Barelli, vía email, 23 de mayo de 2011.

Hesayne, Miguel Esteban (1979), Historial de la Virgen Misionera, Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

“Mensaje Pascual de 1978”, Boletín Eclesial, abril-diciembre de 1978, p. 18, Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

“Misión Diocesana” (s/f), en Misión Popular Mariana 1987-1992, p. 1, Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Morosín (s/f), Relato de la Virgen Misionera por el artista, Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Noticiero Diocesano (10 de diciembre de 1978), Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

“Para anunciar a Jesucristo” (1985), [Exhortación Pastoral Postsinodal de la Diócesis de Viedma], Viedma, Río Negro.

Preparando el ‘paso’ de la Virgen Misionera (1978), Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

“1º Carta Pastoral de Hesayne 8/7/1977”, Boletín Eclesiástico, enero-marzo de 1977, p. 23, Archivo General, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

1º Circular de la Peregrinación de la Virgen Misionera de Río Negro (1978) [Documento realizado por Pbro. Bengochea], Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

1° Circular del Paso de la Virgen Misionera por la provincia (1978) [Documento realizado por el Pbro. Bengochea], Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

Reflexión para los agentes pastorales del Obispado (1978) [Documento realizado por el obispo Hesayne], Caja de la Virgen Misionera, Archivo del Obispado de Viedma, Viedma, Río Negro.

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1 Bula Nobilis Argentinae Nationis, 20 de abril de 1934.

2 El primer obispo de la diócesis fue el salesiano Nicolás Esandi (1934-1948), que realizó varias giras pastorales por todo el territorio.

3 En 1955 Neuquén y Río Negro dejaron de ser Territorios Nacionales para convertirse legalmente en provincias, lo cual les permitía a sus habitantes transformarse en ciudadanos con capacidad de elegir a sus propias autoridades provinciales. Este derecho pudieron ejercerlo efectivamente recién a partir de 1958 con la relativa normalización institucional instaurada ese año.

4 Frase que resume la idea central de la teología de la liberación, la cual afirma y define los documentos de Medellín. Esta corriente teológica latinoamericana surge hacia 1970, tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia. Sus representantes más destacados son los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino (peruano), que publicó en 1971 el libro Teología de Liberación. Perspectivas; Leonardo Boff (brasileño); Camilo Torres Restrepo (colombiano); y Manuel Pérez Martínez (español). Este cuerpo de escritos surge “en un periodo particular marcado por la situación de pobreza estructural del continente agudizada por las políticas desarrollistas, la irrupción del Tercer Mundo en la historia y la ‘toma de conciencia’ de los pueblos latinoamericanos de su situación de dependencia, el nacimiento de los movimientos populares de liberación, la presencia activa de los cristianos en los procesos revolucionarios, el aggiornamento eclesial y el compromiso de la Iglesia Latinoamericana en la defensa de las mayorías populares” (Dominella, 2015: 72).

5 Durante los años de la última dictadura argentina (1976-1983) fueron numerosas las cartas y pedidos de Jaime de Nevares y Miguel Hesayne por los desaparecidos dirigidas tanto a los miembros del gobierno de facto como publicadas en diferentes medios de prensa provinciales y nacionales (Nicoletti, 2018).

6 Miguel Esteban Hesayne nació el 26 de diciembre de 1922 en la ciudad de Azul, Argentina. Ordenado sacerdote a los veintiséis años, el 12 de diciembre de 1948, ejerció como profesor de Literatura y Latín en el Seminario diocesano de Azul y, más tarde, como rector. Fue destinado como cura párroco en Tapalqué, 25 de mayo, Lamadrid y Las Flores en la provincia de Buenos Aires hasta que fue designado por quince años como capellán auxiliar no militar en el Regimiento de Azul y en la Base Naval Azopardo. En tiempos del Concilio Vaticano II cursó estudios de Teología Pastoral en la Universidad de Lille, en Francia, y de Eclesiología con el teólogo Ives Congar en París.

7 “1º Carta Pastoral de Hesayne 8/7/1977”, Boletín Eclesiástico, enero-marzo de 1977, p. 23, Archivo del Obispado de Viedma, Archivo General.

8 Hesayne (1979), “Historial de la Virgen Misionera”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

9 Hesayne (1979), “Historial de la Virgen Misionera”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

10 “Mensaje Pascual de 1978”, Boletín Eclesial, abril- diciembre de 1978, p. 18, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

11 Hesayne (1979), “Historial de la Virgen Misionera”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

12 En octubre de 1983 la Iglesia rionegrina convocó al primer Sínodo Pastoral Diocesano a todos los sectores del “Pueblo de Dios de la Diócesis de Viedma” a realizarse en la ciudad de Viedma. El Sínodo se concretó en dos sesiones: la primera, llevada a cabo desde el 8 al 12 de octubre de 1983 con la presencia de 265 participantes, y la segunda, del 15 al 19 de agosto de 1984, con 311 sinodales (presbíteros, religiosos/as y laicos). En 1985 se compilaron los resultados de estos encuentros en una publicación titulada “Exhortación Pastoral Postsinodal”. Ver “Para anunciar a Jesucristo” (1985), Exhortación Pastoral Postsinodal de la Diócesis de Viedma (Río Negro).

13 “Para anunciar a Jesucristo” (1985), Exhortación Pastoral Postsinodal de la Diócesis de Viedma (Río Negro), p. 3.

14 Poblaciones rurales pobres ubicadas en el sur de la provincia, sobre la ruta Nacional 23 sin asfalto.

15 “Misión Diocesana” (s/f), en “Misión Popular Mariana 1987-1992”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

16 Estos proyectos se iniciaron a fines de los años setenta en la Argentina, desde la clandestinidad, como movimiento de comunicación popular. Esta clandestinidad se debió a un contexto de dictadura cívico militar que censuró toda corriente que no fuera oficial, excluyendo así toda transmisión opuesta a sus intereses. En este contexto de censura y exclusión, surgió en la provincia de Neuquén la experiencia popular encabezada por el obispo Jaime De Nevares, que convocó, a mediados de la década del setenta, a su par Miguel Hesayne, sacerdotes como Rubén Capitanio y laicos como Magín Páez, entre otros, para formar lazos con las comunidades de Neuquén y del Alto Valle de Río Negro desde lo comunicacional (ver Navarro Nicoletti y Barelli, 2017).

17 Néstor Busso cuenta con una dilatada trayectoria en el periodismo, desde la formación y la experiencia. Comenzó en la profesión en 1973 creando la publicación del “Servicio de Documentación e Información Popular latinoamericano” en La Plata, donde conoció al entonces sacerdote Miguel Hesayne, quien en 1983 (hasta 1990) lo contratócomo Secretario de Comunicación en el Obispado de Viedma (Navarro Nicoletti y Barelli, 2017).

18 Revista creada en 1983 por Miguel Hesayne y su Secretario de Comunicación, Néstor Busso.

19 Creada en 1989, con Néstor Busso como referente. Tenía como objetivo capacitar comunicadores barrialesbarriales. Cfr. Navarro Nicoletti y Barelli, 2017.

20 Hesayne (1979), “Historial de la Virgen Misionera”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

21 “Carta del Obispo rionegrino a la Virgen Misionera”, p. 2, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

22 La localidad se encuentra ubicada en el extremo este en la zona atlántica de la provincia.

23 Según los documentos, esta capilladata de 1933. La construyó un migrante italiano, Juan Pegasano, en homenaje a su madre Florentina. La arquitectura del templo se caracteriza por ser una construcción simple, sólida y con la presencia de bellos vitrales acompañados de mosaicos y mayólicas traídos de Europa.

24 Hesayne (1979), “Historial de la Virgen Misionera”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

25 Hesayne (1979), “Historial de la Virgen Misionera”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

26 Morosín (s/f), “Relato de la Virgen Misionera por el artista”, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

27 Entrevista a Miguel Esteban Hesayne, realizada por María Andrea Nicoletti y Ana Inés Barelli, vía email, 23 de mayo de 2011.

28 Entrevista a Miguel Esteban Hesayme, realizada por María Andrea Nicoletti y Ana Inés Barelli, vía email, 23 de mayo de 2011.

29 “Reflexión para los agentes pastorales del Obispado”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

30 “Reflexión para los agentes pastorales del Obispado”, p. 3, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

31 http://www.hansa-sur.com.ar/diocvdma/virg.htm

32 “Reflexión para los agentes pastorales del Obispado”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

33 “Reflexión para los agentes pastorales del Obispado”, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

34 “1º Circular de la Peregrinación de la Virgen Misionera de Río Negro” (1978), Pbro. Bengochea, p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

35 “Preparando el ‘paso’ de la Virgen Misionera” (1978), p. 3, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

36 “Preparando el ‘paso’ de la Virgen Misionera” (1978), p. 3, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

37 “Preparando el ‘paso’ de la Virgen Misionera” (1978), p. 4, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

38 “Preparando el ‘paso’ de la Virgen Misionera” (1978), p. 5, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

39 “Noticiero Diocesano” (10 de diciembre de 1978), p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

40 “Noticiero Diocesano” (10 de diciembre de 1978), p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

41 “Noticiero Diocesano” (10 de diciembre de 1978), p. 2, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

42 Entrevista a Miguel Esteban Hesayne, realizada por María Andrea Nicoletti y Ana Inés Barelli, vía email, 23 de mayo de 2011.

43 “Comunicado de la oficina de Prensa del Obispado de Viedma”, (23 de octubre de 1979), Archivo del Obispado de Viedma, Archivo General.

44 “Comunicado de la oficina de Prensa del Obispado de Viedma”, (23 de octubre de 1979), p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Archivo General.

45 “Comunicado de la oficina de Prensa del Obispado de Viedma”, (23 de octubre de 1979), p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Archivo General.

46 Entrevista a Miguel Esteban Hesayne, realizada por María Andrea Nicoletti y Ana Inés Barelli, vía email, 23 de mayo de 2011.

47 “Adhesión multitudinaria a la Virgen Misionera con la presencia del Nuncio Apostólico Pio Laghi y el Monseñor Miguel Hesayne” (1979), [Documento de la Oficina de Prensa], Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

48 “Consagración de la Iglesia Rionegrina a la Virgen de Río Negro” (1979), p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

49 “Consagración de la Iglesia Rionegrina a la Virgen de Río Negro” (1979), p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

50 “Consagración de la Iglesia Rionegrina a la Virgen de Río Negro” (1979), p. 1, Archivo del Obispado de Viedma, Caja de la Virgen Misionera.

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