Excitantia en las pampas: difusión y apropiación de la yerba mate (Ilex paraquariensis) entre las sociedades nativas de la región pampeana en la segunda mitad del siglo XVIII

Juan Francisco Jiménez*

Sebastián Alioto**

Cuadernos del Sur - Historia 49 (2020), 81-112, E-ISSN 2362-2997

En el siglo XIX, los indígenas de las pampas eran grandes consumidores de yerba mate (Ilex paraquariensis), que era infaltable en cualquier toldería. Pero esa costumbre aparentemente inveterada tuvo un origen cercano en el tiempo: a mediados de la centuria anterior, los padres jesuitas, en sus misiones de la costa pampeana, aficionaron a sus neófitos al mate; a partir de entonces, en el curso de medio siglo, todas las agrupaciones indígenas regionales adoptaron ese consumo. El problema entonces fue cómo abastecerse del insumo esencial, la yerba mate, que ellos no podían producir. A partir de diversas fuentes en su mayoría inéditas del período colonial, estudiamos el proceso temprano de adopción del mate por parte de los nativos, y las distintas fuentes de aprovisionamiento que los indígenas tuvieron a su alcance para hacerse del producto paraguayo.

Palabras clave

yerba mate

indios pampas

época colonial

Fecha de recepción

10 de abril de 2020

Aceptado para su publicación

26 de febrero de 2021

* Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur. Correo electrónico: jjimenez@uns.edu.ar.

** Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur-CONICET. Correo electrónico: seba.alioto@gmail.com.

Resumen

In the 19th century, the Pampean Indians were major consumers of yerba mate (Ilex paraquariensis), which was always present in any toldería. But that, apparently, old habit had a very close origin in time: in mid-18th century, the Jesuit fathers made the newcomers fond of mate during their short-lived missions on the Pampean coast. Thereafter, in the course of half a century, all regional indigenous groups adopted this consumption. The problem, then, was how to obtain the essential input: yerba mate, which they were not able to produce. Through diverse, mostly unpublished sources, coming back from the colonial period, we studied the early process of adoption of mate by the natives, and the various sources of supply that they had at their disposal to acquire the Paraguayan product.

Keywords

yerba mate

pampean indians

colonial times

Abstract

81-112

Do

“y se remedian de tabaco, aguardiente y hierva del Paraguay géneros que aman con extremo y del todo esenciales cuando se ha de tratar con ellos; para viage, para paz y para cuanto se ofrezca, pues ningunas especies cautivan mas su voluntad”.

Juan Francisco Aguirre, “Diario del Capitán de Fragata de la Real Armada D. Juan Francisco Aguirre en la Demarcación de límites de España y Portugal en la América Meridional

Introducción

Entre los indígenas que habitaron la vasta región constituida por las pampas del Río de la Plata, el norte de Patagonia y Araucanía, el consumo de estimulantes forma parte de una política de convivialidad que se remonta a tiempos anteriores al contacto con los europeos y que continúa hasta la actualidad. El consumo nativo de tabaco, bebidas alcohólicas y otros productos está ampliamente representado en toda la región (Guevara, 1910; Lagliglia, 1962; Gancedo, 1973; Martinic, 1991; Aldunate del Solar, 2002-2003; Olivos Herreros, 2004; Scarpa y Rosso, 2011; Quiroz et al., 2012; Planella et al., 2016; 2018; Belmar et al., 2017).

Pero, como ocurrió en otros aspectos de su economía y con otros bienes alógenos, a partir del contacto colonial, los indígenas adoptaron también, de varias maneras, los productos que ofrecían los hispano-criollos. La incorporación fue especialmente notoria en el caso de las sustancias estimulantes, como tabaco, yerba mate y bebidas alcohólicas fermentadas y destiladas (especialmente vino y aguardiente).

El proceso de difusión de drogas psicoactivas se enmarca en un contexto global de expansión capitalista. Por un lado, está relacionado con la adopción de estos nuevos consumos en la propia metrópolis imperial, ya que los europeos adoptaron con fervor una cantidad de bebidas y alimentos estimulantes que Sidney Mintz (1986; 2008) llamó “drug foods como chocolate, tabaco, azúcar, café y té, entre otros. Especialmente, las plantas que contienen los alcaloides cafeína y teobromina (cacao, yerba mate, café, té) eran conocidas en otras partes del mundo pero desconocidas en Europa hasta el siglo XV. Todos esos estimulantes

proveían mercancías secas, livianas y de alto valor que podían ser transportadas desde las periferias para abastecer a los europeos (...) eran una alternativa a las tradicionales bebidas alcohólicas de la Europa medieval, y entraron al sistema capitalista como bebidas aceptables para el consumo diario de la fuerza de trabajo (Jamieson, 2001: 269).

Para ello, fue necesario producirlas en los propios territorios que se estaban anexando, a través de la explotación de la mano de obra nativa —y/o de esclavos importados—, o bien, mediante el intercambio comercial con los indígenas. En ese punto, los nuevos estimulantes se vinculan claramente con la explotación colonial. Daniel Bradburd y William Jankowiak (2003) sostienen que las drogas fueron un rasgo común de la expansión ultramarina de los europeos, debido a que sus características las volvían medios efectivos para propagar el comercio e incrementar la cantidad e intensidad del trabajo que podía extraerse de los nativos. Grosso modo, diversas sustancias eran empleadas inicialmente para atraer a la fuerza de trabajo nativa o para crear un lazo de dependencia mercantil respecto de los europeos. En el caso de que se lograra consolidar el control de la mano de obra nativa por otros medios —forzosos—, se usaban primero drogas que permitían aguantar y sufrir las penalidades asociadas a las largas jornadas laborales (coca, opio, marihuana, alcohol), pasando luego al empleo de estimulantes basados en la cafeína, que garantizaban una fuerza de trabajo sobria y alerta (Bradburd y Jankowiak, 2003: 3-4)1.

La yerba mate (Ilex paraquariensis) forma parte de ese conjunto de estimulantes (excitantia en el sentido de Garavaglia, 1983) que fueron conocidos por los europeos durante la primera fase de la expansión imperial. Comparte con el café (Coffea ssp.) y el té (Camellia sinensis) su condición de ser rico en cafeína y otros componentes vivificantes y el hecho de que su consumo se da en un contexto de fuerte convivialidad (Garavaglia, 1983: 43). Sin embargo, a diferencia de los otros dos productos y después de una prometedora expansión inicial, su consumo quedó confinado mayoritariamente a los territorios americanos del imperio español. Desde el siglo XVII, sufrió una retracción hacia sus espacios meridionales y en la actualidad se restringe a parte del Cono Sur (Argentina, sur de Brasil, sur de Chile, Paraguay y Uruguay)2.

A pesar de ello, en las pampas rioplatenses la yerba tuvo, durante el siglo XVIII, una fase expansiva que escapó a esa dinámica. Los jesuitas introdujeron la yerba mate entre sus neófitos durante la vida breve de las misiones entre los indios “pampas”, que realizaron durante la década de 1740 y principios de la de 1750, con la finalidad explícita de sustituir el consumo de aguardiente:

La embriaguez que antes dominaba entre los indios, casi ha desaparecido. El gobernador ha prohibido severamente, y bajo multa, la venta de aguardiente, y para reemplazar el aguardiente estamos introduciendo, y no sin agrado de parte de los indios, el mate del Paraguay (Carta del Padre Strobel, 3-X-1740, citada en Furlong, 1938: 98)3.

En menos de una generación la yerba mate había sido incorporada a los hábitos de consumo de los nativos, quienes no solo la empleaban en forma de infusión sino que, una vez lavada la yerba, la secaban y la comían (Hernández, 1770; Aguirre, 1949: 338). Desde luego, los jesuitas no lograron el abandono del alcohol: bebidas alcohólicas y yerba mate fueron consumidas por los nativos simultáneamente, aunque en diferentes contextos.

Entre los indios de las pampas, una vez retirados los padres de la Orden que fueron la primera fuente de suministro, la yerba podía obtenerse de varias maneras. Una fue el robo o la apropiación violenta de los flujos de yerba mate que desde el litoral rioplatense se conducían hacia el resto del imperio español (Garavaglia, 1983; Jeffs Munizagana, 2017). La segunda vía fue el intercambio comercial, que fue creciendo en relevancia a medida que avanzamos en el siglo XVIII. El tercer camino consistía en los “regalos”, aquellos bienes que ingresaban al mundo indígena bajo la forma de un don (Mauss, 1971)4, que las autoridades otorgaban a los visitantes, viajeros o comerciantes indígenas, cuando ingresaban a alguna población colonial. A cambio de una declaración de fidelidad y buena voluntad, como manera de concertar las paces o como “pago” por algún servicio realizado en favor del Estado, las autoridades debían “regalar” a los enviados con diversos bienes destinados casi siempre al cacique y sus allegados. Entre esos regalos, la yerba ocupó un lugar de creciente importancia ya hacia finales del siglo XVIII, prolegómeno de su omnipresencia durante el siglo siguiente, cuando figura en una gran mayoría de los donativos estatales hacia los indígenas de la región.

Veamos ordenadamente cómo funcionaron las distintas fuentes de aprovisionamiento para los indios pampeanos, que lógicamente, debido a que no tenían campos silvestres ni plantaciones de Ilex, dependían de un suministro externo.

Robo o apropiación violenta

Una forma de apropiación de yerba mate fue el saqueo de las arrias que se dirigían desde el litoral rioplatense hacia el oeste para aprovisionar al resto del imperio español (Garavaglia, 1983; Jeffs Munizagana, 2017). Desde el litoral bonaerense, varios caminos conducían productos hacia Mendoza, Chile y el mercado pacífico, mientras, en simultáneo por las mismas vías pero en sentido inverso, se introducía vino y aguardiente hacia el mercado rioplatense. El transporte se realizaba empleando arrias y caravanas de carretas (Barba, 1956; Rosal, 1989; Lacoste, 2006; 2008; 2009; Rivera Medina y Fanchin, 2006; Sovarzo, 2016; Errecart, 2019).

Disponemos de varias descripciones contemporáneas de las rutas que vinculaban Buenos Aires con Mendoza. La más completa y detallada se encuentra en un informe realizado por el Comandante de la Frontera de Mendoza, José Francisco de Amigorena, en 1787. No se trata de un leguario común, sino que es una relación muy minuciosa de las rutas y el estado de los fuertes, postas y haciendas que bordeaban los caminos, en la cual se describe, además, el impacto que los malones tenían sobre los establecimientos fronterizos. Según Amigorena, entre Buenos Aires y Mendoza existían cuatro caminos: el camino de la Posta, el camino de las Petacas, el camino de En medio y el Camino de las Tunas (Amigorena, 1787; ver figuras 1 y 2).

En el siglo XVIII, hubo líderes en las pampas que se especializaron en atacar a los viajeros y comerciantes que atravesaban estas rutas, buscando apoderarse de los bienes transportados para emplearlos como capital político para establecer su liderazgo: las autoridades coloniales los denominaron “caciques corsarios” (Villar y Jiménez, 2000; Villar et al., 2008).

Contamos con los testimonios de varios viajeros contemporáneos que describen el camino de las postas (Carrio de la Vandera, 1985; De la Cruz Bahamondes, 1941; Espinoza y Bauza, 1942). En todos ellos se destaca el estado de indefensión de las postas y el estado de temor con el que vivían los habitantes de las fronteras, al punto que no dejan de destacar la existencia de algunas postas equipadas con armas de fuego (De la Cruz Bahamondes, 1941: 153-154; Amigorena, 1787: 10-11; Espinoza y Bauza, 1942: 227-228).

Los ataques de los “caciques corsarios” se producían generalmente en la jurisdicción de Córdoba, entre el Fuerte de la Esquina y el Morro de San Luis (Amigorena, 1787). Hemos podido documentar un total de veintitrés ataques durante un lapso de veinticinco años (ver tabla 1)5. La tabla no pretende reflejar la totalidad de las incursiones contra la frontera, sino presentar aquellas de las que tenemos noticias.

Tabla 1. Malones contra la frontera de Córdoba 1762-1786

Fecha

Lugar

Botín

1762 fines de enero o principios de febrero

Melinque

Mercancia europea (“dos pares de petacas con asienda”) y tres cautivos (un peón criollos y dos comerciantes portugueses, que fueron ejecutados por no ser buenos jinetes)

1764 noviembre

Sauce

Mercancía (“crecidos intereses”) Setenta cargas de géneros de castilla y doscientas mulas mansas, todo por un valor de 100.000 pesos

1766 sin fecha exacta

Partido del Saladillo

Gran cantidad de hacienda

1767 septiembre 9

Fuerte del Sauce

Gran cantidad de hacienda (los atacantes mataron al Comandante del Fuerte del Sauce y 38 hombres)

1769 junio 6

Sin datos

Hacienda

1771 agosto

Frontera de Río IV y Santa Catalina

Hacienda: 14.000 cabezas

1771 diciembre

Frontera del Saladillo

Sin datos

1772 enero 4

Frontera de Río IV (Paraje de la Carreta Quemada).

Hacienda: 3000 cabezas que fueron recuperadas. (Mataron al baqueano de la frontera y capturaron a un mozo)

1773 septiembre 25

Zapallar

Una arria con aguardiente que venía desde San Juan

1773 octubre

Sin datos

Cargas que venían de Santiago de Chile a Buenos Aires

1775 agosto 30 o septiembre 1º

Río IV (San Bernardo)

Gran cantidad de haciendas de todas clases (caballar, vacuno y una majada de 800 ovejas que pudieron llevarse por no ser perseguidos), bienes de las estancias (se llevaron cuantos muebles encontraron en las casas) y 54 cautivos

1777 junio 1º

Río IV

Hacienda en poca cantidad

1777 septiembre?

Punta del Sauce

Una arria de Mendoza con Aguardiente y 3 cautivos

1777 septiembre 30

Saladillo de Rui Díaz

Ataque a dos tropas de carretas, y varias estancias, ocho cautivos, gran cantidad de mercancías europeas, yerba mate, aguardiente y la boyada

1778 septiembre 21

Zapallar

Ataque a una arria de San Juan con aguardiente

1778 octubre

Las Tunas

Arrias con aguardiente

1779 junio

Saladillo

Sin datos sobre el botín capturado, la partida que los persiguió hallo a una cautiva muerta de un lanzazo en un médano

1780 marzo 28

Frontera de Río IV

44 cautivas y mucha hacienda

1781 octubre 20

Frontera de Río IV

70 cautivos y mucha hacienda

1783 septiembre 6

Frontera de Río IV

Ataque a un arría de Mendoza, malón contra las estancias 13 cautivos (mujeres y niños) y todas las caballadas y haciendas que encontraron.

1785 junio 24

Saladillo

Dos arrias, una de San Juan con aguardiente y otra de Buenos Aires, dos peones cautivos y luego invadieron las estancias para llevarse la caballada (1.171 animales)

1785 septiembre

El Zapallar

Una arría de San Juan que llevaba aguardiente, vino y porotos, cautivaron tres peones. Luego siguieron a atacar las estancias, llevándose 7.000 animales que fueron recuperados.

1786 noviembre 13

La Cruz Alta

Hacienda y un número indeterminado de cautivos (Según Amigorena que paso por el lugar un año después los maloqueros se llevaron toda la hacienda que encontraron “pero los vecinos que han quedado despues de la ultima irrupcion de los Barbaros, se ven sin un Animal, ni mas ausilio que Repasar el Rio para asegurar la vida”.

Fuentes: 1762: Oficio de Juan Lusqo al Maestre de Campo Miguel de Arrascaeta, Punta del Sauce, 26-II-1762. BMPC FD 8523. 1764: Carta de José Benito de Acosta al Gobernador del Tucumán, Francisco Gabino Arias, Córdoba, 23-XI-1775. En: Sumaria levantada con motivo de la invasión de Yndios en el Rio 4º. AHPC Escribanía III, Legajo 25, Expediente 8, fojas 594vta.; Acta Capitular de Córdoba, 2-XI-1764. AMC Actas Capitulares, Tomo 32, fojas 167. 1766: Carta de José Benito de Acosta al Gobernador del Tucumán, Francisco Gabino Arias, Córdoba, 23-XI-1775. En: Sumaria levantada con motivo de la invasión de Yndios en el Rio 4º. AHPC Escribanía III, Legajo 25, Expediente 8, fojas 594vta. 1767: Carta de José Benito de Acosta al Gobernador del Tucumán, Francisco Gabino Arias, Córdoba, 23-XI-1775. En: Sumaria levantada con motivo de la invasión de Yndios en el Rio 4º; AHPC Escribanía III, Legajo 25, Expediente 8, fojas 594vta.; y Testimonio del Alférez Real Antonio de la Barzena ante el Cabildo Extraordinario, Córdoba, 3-III-1772.] En: Acta Reunión del Cabildo, Córdoba, 3-III-1772. AMC Actas Capitulares, Tomo 34, fojas 120vta.-121. 1769: Acta de la Junta de Temporalidades, Córdoba, 12-IV-1769. BMPC FD Documento 9034. 1771: Declaración del Alcalde Ordinario de Primer Voto don Gregorio de Arrascaeta, Córdoba 4-III-1772: En Acta de Reunión. AMC Actas Capitulares, Tomo 34, foja 126vta.-127. Carta de José Benito de Acosta al Gobernador del Tucumán, Francisco Gabino Arias, Córdoba, 23-XI-1775. En: Sumaria levantada con motivo de la invasión de Yndios en el Rio 4º. AHPC Escribanía III, Legajo 25, Expediente 8, fojas 594vta. 1772: Testimonio del Alférez Real Antonio de la Barzena ante el Cabildo Extraordinario, Córdoba, 3-III-1772. En: Acta de Reunión AMC Actas Capitulares, Tomo 34, fojas 121-121vta.; Don Gregorio de Arras aeta, Córdoba, 3-III-1772. En: En: Acta de Reunión AMC Actas Capitulares, Tomo 34, en: Cáceres 1881: 116 y Carta de José Benito de Acosta al Gobernador del Tucumán, Francisco Gabino Arias, Córdoba, 23-XI-1775. En: Sumaria levantada con motivo de la invasión de Yndios en el Rio 4º. AHPC Escribanía III, Legajo 25, Expediente 8, fojas 594vta-595. 1773: Oficio del Comandante de la Guardia de Pergamino al Gobernador Vértiz, Pergamino 28-IX-1773. AGN IX 1.5.6. y Octubre, Acta Reunión del Cabildo, Córdoba, 19-XI-1773, AMC Actas Capitulares, Tomo 35. 1775: Acta de la Reunión del 12-IX-1775. AMC Actas Capitulares Tomo 33, foja 207vta.-208., y Declaración del Capitán Andrés Jijena, Vecino de Córdoba, Córdoba, 9-XI-1775. En: D. Francisco Javier de Mendiburu pide se ponga remedio a las frecuentes invaciones de indios. AHPC Escribanía 1, Legajo 382, Expediente 10, sin numeración. 1777a: Junio Carta de Joseph Martínez al Gobernador y Capitán General del Tucumán, Antonio de Arriagada, Punta del Sauce, 1-VI-1777. BMPC FD Documento 63. 1777b: Oficio del Presidente de Chile Agustín de Jáuregui a Jacobo Baradan Corregidor de Mendoza, Santiago de Chile, 3-XI-1777 AHPM Carpeta 41, Documento 81. 1777c: Oficio del Comandante de la Guardia de la Esquina, Antonio Pérez Dávila al Virrey Ceballos, Guardia de la Esquina, 3-XI-1777. AGN IX 1.4.4. foja 704.; Oficio del Manuel Correa, Comandante del Partido de Río Tercero, al gobernador de Armas José Benito de Acosta, Río Tercero, 9-XI-1777. AHPC Escribanía 4, Legajo 1, Expediente 19. ; Diario de operaciones y novedades del Virreinato del Río de la Plata entre 1777 y 1779 Archivo Histórico del Ejército Madrid, Fondo de Ultramar (Argentina) Documento 7129.22 Proyecto de Defensa para la Campaña de Buenos Aires, por D. José Baygorri. 1779. Autográfo. BNRJ CDA MS I-29,10, 1.; Declaración que de orden del Exmo S.or Virrey de estas Provincias se recivio en la Secretaria de Camara á Blas Pedrosa fugitivo de los Yndios Ynfieles y presentado en las Salinas al comandante de le expedicion D.n Man.l Pinazo. Buenos Aires, 8-XII-1796. AGN IX 1.3.5., foja 662-662vta.; Norberto Mollo y Carlos Della Mattia han estudiado este ataque en profundidad (Mollo y Della Mattia 2009). 1778: Septiembre: Carta del Virrey Vértiz a Juan Gómez, Buenos Aires, 28-IX-1778 AGN IX 1.4.5. Octubre: Entrada del 20 de octubre de 1778. En: Diario q.e principia el 21 de Septiembre de 78 en que se da noticia de la expedicion y destacam.to q.e por Orden del Xmo S.or Virrey D.n Juan Jph Vertiz marchò al Campo del enemigo reconociéndolo hasta llegar alas Salinas, que se allan en las Campañas Yermas del Sur, q.e es la entrada Vnica de los Yndios Ynfieles q.e reciden en las Cierras para entras a ostilizar la Jurisdisc.s de esta Capital de B.s Ayres y la de Cordova el Camino del Comercio y los de la Punta de S.n Luis y Santafee= Biblioteca Nacional Río de Janeiro, MS Colección De Ángelis, I-29, 9, 61. 1779: Carta del Comandante del Presido del Sauce, Bentura Chavarría al Virrey Vértiz, Presidio del Sauce, 5-V-1779. AGN IX 13.8.17. 1780: Carta del Gobernador de Tucumán, Andrés de Mestre al Ministro de Indias, José de Gálvez. Córdoba, 6-IX-1780. AGI BA 143. 1781: Santiago Arias de Cabrera, Cura de Río Cuarto, al Obispo San Alberto, La Esquina, 22-10-1781 y 8-XI-1781.; José Gil del Carmen al Obispo, Vice Parroquia del Rosario, 16-1781. Obispo San Alberto al Virrey Vértiz, Córdoba, 7-XII-1781. AGN IX 37.06.02. 1783: Carta de Feliz Mestre al Gobernador de Córdoba Andrés Mestre. Córdoba, 21-IX-1783, Acuerdo del Cabildo sobre las invasiones de Indios en el Río IV Carta de AHPC Gobierno Tomo 7 Legajo 6 Carpeta 1, fojas 27-27vta. 1785: Junio Carta de Juan Luis Francisco de Funes al Marqués de Sobremonte, Villa del Saladillo, 10-VI-1785. En: Sumaria contra Don Luis y Diego Funes, Córdoba, 13-VII-1785. AHPC Caja 7, Carpeta 3, Legajo 26., fojas 214-214vta. y “Razón de la hacienda que se ha llevado el enemigo infiel del Sur. Sin fecha ni lugar. En: Sumaria contra Don Luis y Diego Funes, Córdoba, 13-VII-1785. AHPC Caja 7, Carpeta 3, Legajo 26., fojas 215-215vta. Marcela Tamagnini y Graciana Pérez Zavala han estudiado este malón (Tamagnini y Pérez Zavala, 2013). 1785: Septiembre: Carta de Ventura Montoya, Comandante del Fuerte de las Tunas al Virrey Marqués de Loreto, 12-XI-1785. AGN IX 5.09.05. Carta del Marqués de Sobremonte, Gobernador Intendente de Córdoba al Virrey Marqués de Loreto, Córdoba, 6-XI-1785 AGN IX 5.09.05. 1786: Testimonio de Josefa Amarillo, La Cruz Alta, 3-IX-1787. En: Causa Criminal contra Francisco Mercado por espía de los Indios. AHPC, Criminal de la Capital, Legajo 40 Expediente 30. Testimonio de Lorenzo Acosta, La Cruz Alta, 3-IX-1787. En: Causa Criminal contra Francisco Mercado por espía de los Indios. AHPC, Criminal de la Capital, Legajo 40 Expediente 30. Testimonio de Antonio, esclavo de Don Manuel de León, Córdoba, 8-III-1788. En: Causa Criminal contra Francisco Mercado por espía de los Indios. AHPC, Criminal de la Capital, Legajo 40 Expediente 30. Testimonio de Vicente Muñoz, Córdoba, 24-IX-1787. En: Causa Criminal contra Francisco Mercado por espía de los Indios. AHPC, Criminal de la Capital, Legajo 40 Expediente 30. Y Amigorena, Francisco José. Descripcion delos Caminos, Pueblos, Lugares que hay desde la ciudad de Buenos Ayres ala de Mendoza, en el mismo Reyno. Mendoza, 6-II-1787. AGI Diversos, 60, Nº 7, fojas 8vta-9.

La mayoría de los ataques —once de los veintitrés— ocurrieron durante la primavera. Si en las décadas de 1760 y 1770 los ataques se dirigían o bien a las arrias o bien a las haciendas6, en la de 1780 los maloqueros cambiaron su estrategia y ampliaron sus objetivos: en una misma expedición comenzaban atacando a las arrias y luego seguían asolando las estancias. El botín incluía bienes de lujo, excitantia (sobre todo aguardiente) y otras mercancías, cautivos y, con el tiempo, ganado; se trataba de bienes que podían ser exhibidos en el contexto de la ideología de resistencia o aukan (Villar y Jiménez, 2000).

En lo que toca a la yerba mate, ciertos ataques a las arrias que la transportaban desde Buenos Aires a Mendoza nos dan algunas pistas. En octubre de 1777, una tropa de carretas, a cargo de Constantino Guevara, llevaba 160 tercios (12.699 kg)7 de yerba mate marcados al margen hacia Mendoza, por cuenta y orden de Salvador Maza. Después de haber pasado el Saladillo de las Pampas, una partida de indios los atacó en el sitio llamado el Zanjón, y les quitó la vida a todos sus integrantes,

quedando por el mismo caso arrojados en el campo los efectos como en iguales circunstancias se ha experimentado, por no ser el objeto de la codicia y ambición de los citados indios no sólo la yerba, pero ni aún los géneros de Castilla, excepto tal cual (Maza, 1777: 125).

No queda claro si los indígenas se llevaron parte de la yerba, pero por el comentario parecen haberla despreciado.

En cambio, otro asalto contemporáneo muestra algo un tanto diferente. En ese mismo mes de octubre de 1777, una tropa de catorce carretas liderada por Francisco Coutiño se internó por el camino de las Petacas. Llevaba mercancías por cuenta y orden del comerciante porteño Manuel Rodríguez de la Vega, incluyendo 252 zurrones de yerba mate (unos 17.140 kg), seis cajones de libros y un salterio del coro de Chillán (Rodríguez de la Vega, 1777). A la altura del llamado monte de Avalos, la tropa fue atacada, presuntamente por varios cientos de guerreros nativos cuya presencia generó gran alarma en las fronteras de Córdoba y Buenos Aires. Luego del ataque y puestos los españoles “a recoger los desperdicios que hubiesen dejado” los indios, “se encontró que había sido la carga de yerba y 6 cajones de librería que habían hecho pedazos todos” (Correa, 1777: 130-131). Una vez que se recogió todo, se confeccionó un inventario de lo encontrado en el campo, en el cual constan “Doscientos Treinta y ocho tercios de Yerva enteros” y “Siete dichos Rotos y mermados de los quales se repartio vno que estaba à la mitad à los soldados de Miliz.s que trabaja.n en enterrar diez y seis cadáveres, y recoger todo lo que estaba esparramado” (Perez Davila, 1777). Es decir que, si nos fiamos de las cifras documentadas, de los 252 zurrones originales quedaron 238 enteros y siete mermados (digamos por la mitad): es decir que los indios se llevaron siete zurrones enteros y quizá el contenido parcial de otros siete, mostrando con el interés por llevarse la yerba que la costumbre del mate posiblemente ya estaba prendiendo entre ellos8. El hecho de que no se llevaran más si se trataba de 600 o 700 nativos como aseguran los documentos, se trata de solo un kilo por persona quizá se debiera al hecho de que, estando en una excursión maloquera, los caballos debían mantenerse ligeros de peso.

Comercio

Otra vía, crecientemente importante a medida que pasaba el tiempo, fue la del comercio. Los funcionarios coloniales eran conscientes de que el comercio y la guerra eran alternativas que los nativos tenían a la mano para obtener los objetos necesarios para su reproducción social. Una de las necesidades materiales que debían ser cubiertas dentro del mundo indígena era la que todo varón enfrentaba si quería casarse: la de conseguir los bienes necesarios para el pago del precio de la novia. Refiriéndose a ello, el capitán de fragata Francisco de Aguirre resumió su perspectiva de la siguiente manera:

Describir las costumbres de los pueblos y mas de los de esta clase es andar el camino de la inconstancia y variacion. Pero siendo las estrañezas humanas interesantes para omitirlas vamos á notar algo mas sobre el matrimonio de estos indios. Es polígamo para todos pudiendo comprar las novias; en efecto un pampa como pida una muger, dando á sus padres estribos de bronces, espuelas de plata ú otras prendas que hacen valor entre ellos; (...) Siendo las mugeres tan costosas bastantes indios no se casan sin que por esto deje de reinar la deshonestidad. Y tambien se cree en nuestra frontera que en esto consiste el principal interes de los indios por nuestras prendas ya en cambio pacífico ó en el arrojo de la guerra (Aguirre, 1949: 338)9.

Desde luego, la guerra y el comercio no se excluían entre sí, sino que se alternaban en las relaciones fronterizas, de manera que grupos que un año estaban en conflicto con los españoles podían, al año siguiente y negociaciones diplomáticas de paz mediante, entrar a comerciar a Buenos Aires u otras localidades (Palermo, 1989; 1994; Crivelli Montero, 1991; Mandrini, 1993; Weber, 1998; 2004; 2005). Las partidas comerciales estaban compuestas por grupos de un corto número de personas, que ingresaban a la frontera, eran escoltados, alojados en las casas preparadas para tal fin, y permanecían comerciando algunos días (Alioto, 2011: 71 y siguientes; Jiménez y Alioto, 2013). Por más que ese comercio abastecía a las sociedades indias de productos alógenos que no podían producir ellos mismos y que se les habían hecho indispensables, esto no significaba una subordinación política ni mucho menos, dado que su autonomía les permitía negociar qué productos se intercambiaban, en qué condiciones y en qué lugares (Alioto y Jiménez, 2010).

Además de las valiosas prendas de bronce o de plata que mencionaba Aguirre, la yerba mate era otro de los productos que podían conseguirse mediante “el cambio pacífico o el arrojo de la guerra”. La primera de las vías formó usualmente parte de los puntos tratados en los acuerdos de paz celebrados entre las autoridades coloniales de Buenos Aires y Córdoba con distintas naciones indígenas. Entre 1790 y 1799, después de un periodo de arduos conflictos, se celebraron varios de esos acuerdos (ver tabla 2).

Tabla 2. Acuerdos de Paz en la década de 1790

Fecha

Autoridad colonial

Grupo nativo

Lugar

1790

Buenos Aires

(Virrey)

Aucas

Buenos Aires

1791

Buenos Aires

Ranqueles de Leumap y de Mamilmapu

Salinas Grandes

1796

Córdoba

Ranqueles de Mamilmapu

Río IV

Fuentes: 1790: Levaggi 2000: 133-135. El texto del tratado se encuentra publicado por Levaggi y se halla en AGN IX 24.01.06. El punto octavo del mismo estipula la forma en que se debía diferenciar las embajadas de las partidas comerciales10. 1791: En 1791 el Virrey Arredondo envió una expedición a Salinas Grandes para rescatar cautivos, durante la misma se celebró un parlamento entre de la Sota y diez caciques llegando a un acuerdo de paz, cuyas clausulas se ignoran. Certificado expedido por el Teniente de Navío Fernando de la Sota, Buenos Aires, 1-I-1792. En: AGN IX 24.01.08, Certificado expedido por el Virrey Nicolas Arredondo, Buenos Aires, 14-VII-1794 AGS SGU 6827.8, ya en 1786 durante la expedición de Pinazo a Salinas Grandes Catruen había manifestado su voluntad de llegar a un acuerdo de paz, ver Diario de la Expedición a Salinas Grandes, Luján, 28-I-1786 AGN IX 19.03.05 y Carta de Manuel Pinazo al Virrey, Cabeza de Buey, AGN IX 1.04.02. 1796: Tratado de Paz q.e el Casiq.e Cheglen de la Nacion Ranquelche, celebra con el Señor Brigadier Marques de Sobre Monte Gob.r Intend.te de esta Provincia de Cordova, a su nombre y del Casique Carripilum. Córdoba, 17-XI-1796 AHPM Carpeta 42, Doc. 35, los artículos 3 y 4 tratan de la manera en que se debe proceder al comercio11. El documento fue publicado por Abelardo Levaggi ver Levaggi 2000: 157-159.

Entre los variados objetos que configuraron el intercambio comercial interétnico, los españoles aprendieron gradualmente que ciertos tipos de bienes de consumo como bebidas alcohólicas, tabaco, yerba y azúcar —los denominados “vicios”— eran demandados con interés por los indígenas y comenzaron a formar parte del stock clásico de bienes ofrecidos a cambio de los productos locales, como plumas, animales, y ponchos (Aguirre, 1949: 337-338; Arredondo, 1945: 398; García Martínez de Cáceres, 1992: 347; Lastarria, 1914: 121; Gillespie, 1818: 170; Azara, 1847: 169-170; García y de la Peña y Zazueta, 1836: 10; Vidal, 1820: 56-57).

Las partidas que ingresaban a Buenos Aires tenían casi siempre funciones que eran al mismo tiempo diplomáticas y comerciales, por lo cual las actividades descritas en esta sección deben complementarse con las que figuran en la siguiente. En lo que hace al comercio, sin embargo, tenemos fuentes menos detalladas respecto de su contenido —es decir, hay menos detalle respecto de los bienes intercambiados—; dado que se trataba de operaciones mercantiles entre “privados”, las autoridades estatales no solían consignar esos datos, como sí lo hacían con los “regalos” otorgados a cuenta de la Real Hacienda. Las descripciones de las que disponemos son entonces casi siempre generales e impresionistas, y no siempre dan cuenta de la totalidad de lo intercambiado12.

Una vez ingresados por los puestos de frontera y escoltados hasta la capital, las partidas se instalaban en uno de los llamados Corrales de Indios. Entre 1790 y 1804, en Buenos Aires existieron tres de estos establecimientos: uno regenteado por Blas de Pedroza; otro, por Pedro Izquierdo; y un tercero, propiedad de Esteban Romero. Pedroza e Izquierdo mantuvieron pleito durante años para quedarse con el monopolio de comercio. En 1790, el virrey Arredondo decidió que las partidas ranqueles y pewenche fueran al establecimiento de Pedroza, y las aucas y peguelchus fueran a lo de Izquierdo; pero el acuerdo no funcionó y Arredondo propuso que las partidas se presentaran ante las autoridades y luego decidieran ellas mismas dónde ir. Ese arreglo se mantuvo hasta 1794, cuando se decidió que las partidas que entraran por Luján y Monte fueran a la casa de Pedroza, y las que entraran por Ranchos fueran a la de Romero (Mariluz Urquijo, 1957: 68-69; Weber, 2005: 222-223; Mandrini, 2006: 55 y siguientes).

El comercio con los indios era una fuente apreciable de riqueza para quienes lo aprovechaban. En 1804, Lastarria señalaba que este comercio, que describe en sus rasgos generales, había generado grandes ganancias para Pedroza:

Hasta el año de 777, nos atacaban sangrientamente, haciéndose muy peligroso el viaje de Buenos Ayres á Chile; pero freqüentando nosotros mucho más aquel camino desde la muy benéfica declaración del Comercio libre, y observando ellos que ivamos, y veníamos de buena fé, se nos hicieron amigos practicando también su Comercio activo de Cavallos, Plumas, Peletería, Cabestros, Riendas, i Chicotes trenzados de muchos ramales de cañones delgados de plumas, de nervios, y de cuero, y algunos tejidos bastos de lana: Arrivan hasta la misma Capital de Buenos Ayres; se alojan en una casa del primer barrio de la Ciudad; donde expenden aquellos efectos, prefiriendo al cambio la venta por moneda; compran en nuestras tiendas, y Almacenes; se van, y vuelven frecuentemente con sus mugeres: Hoy se calcula su comercio activo anual en más de 120 € p.s; y con la corta experiencia que tienen nadie los engaña. Algunos Españoles han hecho buenas ganancias con ellos principalmente D.n Blas Pedrosa que vino á esta corte el año pasado (Lastarria, 1914: 121).

Los regalos

La tercera manera de hacerse de yerba mate era recibirla a modo de “regalo” o don por parte de las autoridades coloniales. Después de tanto tiempo de trato regular con los indígenas, los funcionarios españoles sabían que el modo de ganarse la buena voluntad de los indios “amigos”, pagar favores y concertar paces, era el de ofrecer dones que les resultaran apreciables. Cuando las partidas indígenas se acercaban a las ciudades y poblados hispanos para comerciar y establecer conversaciones diplomáticas, actividades que casi siempre tenían lugar conjuntamente, la costumbre indicaba que los visitantes fueran agasajados con los correspondientes “regalos” a cuenta del Rey: “vienen frequentemente a esta Capital, muchas veces con sus Caciques, a quienes se les regala y viste de cuenta de la R.l Hac.da” (García Martínez de Cáceres, 1992: 347).

Esos dones consistían en una variada serie de mercancías entre las que se destacaban la ropa y objetos de metal, en especial los elementos del apero; pero ciertos bienes de consumo también se hacían un espacio importante, entre ellos la yerba mate (ver tabla 3)13.

Tabla 3. Yerba mate entregada como “regalo” en las fronteras rioplatenses, 1781-1804

Fecha

Donante

Receptor

Cantidad

1

27-XI-1781

Virrey

María Catalina (tía del Cacique Lorenzo Calpisquis)

½ arroba de yerba

2

7-IX-1784

Virrey

Juan Ortubia

2 arrobas de yerba

3

7-IX-1784

Mateo Zampallo (enviado de Lorenzo Calpisquis)

2 arrobas de yerba

4

19-X-1784

Virrey

Cacique Negro

1 arroba de yerba del Paraguay

5

19-X-1784

Virrey

El cacique hermano del Cacique Negro

1 arroba de yerba

6

19-X-1784

Virrey

Cacique Maciel

1 arroba de yerba del Paraguay

7

13-XI-1784

Virrey

Indio Francisco (llevo un pliego desde Carmen de Patagones)

1 arroba de yerba del Paraguay

8

1-I-1786

Virrey

Cacique Lorenzo

2 tercios de yerba

9

9-I-1786

Virrey

Chanel (Cacique Negro)

2 tercios de yerba (15 arrobas 3 libras)

10

11-III-1786

Virrey

Cacique Toro

1 tercio de yerba

11

8-VI-1786

Virrey

Cacique Negro el Mozo (hermano de Chanel)

2 tercios de yerba

(15 arrobas 3 libras)

12

27-I-1787

Comandante de la Frontera de Mendoza (Amigorena)

Millanguir y 8 mocetones

12 arrobas de yerba

13

29-XII-1793

Virrey (Arredondo)

Mujer del Cacique Lorenzo

1 peso de yerba

14

11-I-1794

Virrey (Arredondo)

Cacique Manquen, su mujer y seis mocetones.

2 pesos de yerba el cacique, la mujer 6 reales de yerba, y dos reales de yerba a cada mocetón

15

29-III-1794

Virrey (Arredondo)

Cacique Catumilla

6 libras de yerba

16

29-III-1794

Virrey (Arredondo)

Cacique Canevaion

1 peso de yerba

17

29-III-1794

Virrey (Arredondo)

Miguel Figueroa (Lenguaraz de Canevaion)

4 reales de yerba

18

3-IV-1794

Virrey (Arredondo)

Cacique Huachaman

3 libra de yerba

19

3-IV-1794

Virrey (Arredondo)

Lenguaraz Juancho

2 libras de yerba

20

30-VI-1794

Virrey (Arredondo)

Cacique Guanguene

12 reales de yerba

21

19-VIII-1794

Virrey (Arredondo)

Cacique Quentipiy

12 reales de yerba

22

17-X-1794

Virrey (Arredondo)

Chasques del Cacique Curono (sin especificar número)

6 reales de yerba

23

1-II-1797

Comandante de la Frontera de Mendoza (Amigorena)

Cacique Capitanejo Calnuir y tres mocetones

12 libras de yerba

24

18-VI-1800

Virrey (Marqués de Aviles)

Cacique Luna

2 arrobas de yerba

25

18-VI-1800

Virrey (Marqués de Aviles)

Cacique Guayquileo

2 arrobas de yerba

26

18-VII-1800

Virrey (Marqués de Aviles)

Cacique Catumilla

1 arroba de yerba

27

30-XII-1800

Virrey (Marqués de Aviles)

Cacique Baygualas

2 arrobas de yerba

28

31-XII-1804

Comandante de Armas de la Ciudad de San Luis (Juan de Dios Videla)

Cacique Quechusdeo

9 libras de yerba

29

31-XII-1804

Comandante de Armas de la Ciudad de San Luis (Juan de Dios Videla)

Cacique Carripilun

2 libras de yerba

Fuentes: 1) Regalos para cuatro indios que acompañaron al Blandengue Diego de Lara con pliegos desde la costa patagónica, un regalo a Calpisquis y otro a María Catalina tía de Calpisquis, Buenos Aires, 27-XI-1781; 2 y 3) Agasajos a Juan Ortubia y Mateo Zampallo enviados con pliegos desde Carmen de Patagones por el Comandante del Fuerte Pedro Alosno, Buenos Aires, 7-IX-1784. AGN IX 16.04.01.; 4, 5 y 6) Razon de los regalos para los Indios Caciques, qe se han presentado á solicitar la paz, y otro Indio, que con un Peón há llegado con Pliegos del Estabecimto de la Costa Patagonica. Buenos Aires, 19-XII-1784. AGN IX 16.4.1.; 7) Regalos que se le hizo en: Declaraciones de un Indio qe ha conducido una carta desde el Rio Negro, remitida pr Dn Juan de la Piedra. Buenos Aires, 13-XI-1784.; 8, 9, 10 y 11) Expediente obrado sobre los regalos que solicita par si el Casique Negro, y el Casique Lorenzo. En: Recidencia sobre gasto y hayudas de Mantencion de las Yndias Pampas Yvarias Relaciones hechas alos Yndios Pampas q.e viene à esta Capital, Buenos Aires, 29-VI-1786. AGN IX 30.03.05.; 12) Razon de los renglones que son precisos para socorrer al Casique Gov.or Millanguir y sus gentes âsaber. Mendoza, 27-I-1787. FD M Pablo Cabrera. 3415; 13) Razon delo que he Suplido por diposicion del Ex.mo S.or Virrey D.n Nicolas de Arredondo en el Ag.te y hierva y Tavaco a la mujer del Casique Lorenzo. Buenos Aires, 29-XII-1793. AGN IX 33.08.07; 14) Razon delo que he suplido por disposición de Ex.mo S.or Virrey D.n Nicolas de Arredondo en Ag.te hierva y tabaco al Casique Manguen y a seis mugeres y a seis Yndios parientes de dho Casique.Buenos Aires, 11-I-1794. AGN IX 33.08.07.; 15) Razon delo que he Suplido p.r disposicion del Ex.mo S.or Virrey D.n Nicolas de Arredondo en Ag.te y hierva y Travaco al Casique Catumilla, Sin lugar ni fecha. AGN IX 33.08.07.; 16 y 17) Razon delo que he Suplido por disposicion del Ex.mo S.or Virrey D.n Nicolas de Arredondo en barias prendas; y Ag.te y hierva y Tavaco al Cacique Canebauion y aun Baldiviano Lengeuaraz que trugo en su Compañía, Buenos Aires, 27-III-1794. AGN IX 33.08.07.; 18) Rason delo que he Suplido p.r disposicion del Ex.mo S.or D.n Nicolas de Arredondo en Ag.te y herva y tabaco al Casique Huachaman y al lenguaraz llamado Juancho. Buenos Aires, 3-IV-1794. AGN IX 33.08.07.; 19) Razon delo que he Suplido por disposicion del Ex.mo S.or Virrey D.n Nicolas de Arredondo; en hierva y Tabaco; y Ag.te y un Sombreo, y Cuchillos al Casique Guangueme. Buenos Aires, 30-VI-1794 AGN IX 33.08.07.; 20) Razon delo que he Suplido por dispocisiond el Ex.mo S.or Virrey D.n Nicolas de Arredondo; en Ropa y Ag.te y hierva, y Tavaco al Casique Quientipy, Buenos Aires, 19-VIII-1794. AGN IX 33.08.07.; 21) Rason del que he suplido por dispocision del Ex.mo S.or Virrey D.n Nicolas de Arredondo alos Yndios que han bagado à esta Capital de Chasque del Casique Curono en Ag.te hierva y Tavaco. Buenos Aires, 7-X-1794 AGN IX 33.08.07.; 22) Nota de los efectos precisos para agasajar al Capitanejo Calnuir, y tres Yndioss que vinieron de Correos despachados por el Cacique Colimilla y llegaron â esta ciudad el 25 del presente. Mendoza, 29-I-1797 y Gastos extraord.s echos p.r orden de dho S.or Comand.te y entregados a dhos Yndios Correos. Mendoza, 1-II-1797 FD M Pablo Cabrera 3418.; 23) Razon delos Efectos q.e he dado al Casique Luna por Orden del Ex.mo S.or Birrey. Buenos Aires, 18-VI-1800. AGN XIII 23.03.05.; 24) Razon delos Efectos que hedado al Casique Guayquileo por orden del Ex.mo S.or Birrey. Buenos Aires, 18-VI-1800. AGN XIII 23.03.05., 25) Razon delo que he Suplido por disposición del Ex.mo S.or Virrey Marques de Aviles al Casique Catimilla. Buenos Aires, 18-VII-1800. AGN XIII 23.03.05.; 26) Razon delos hefectos q.e entregué al Casique Baylaguas por horden del ex.mo S.or Birrey. Buenos Aires, 30-XII-1800. AGN XIII, 23.03.05; 27) Cuenta q.e manifiesta el gasto q.e sea echo en Obsequiar al Casiq.e Amigo Quechusdeo con su muger otra Yndia y trese Yndios mas de su nacion que salio àdar Pazes à esta Comand.a que no las tenia y llegaron à esta Ciu.d San Luis, 31-XII-1804. AGN IX 23.06.06.; 28 y 29) Cuenta que manifiesta el gasto q.e sea echo en obsequiar al Casique Amigo Carripilun lo que salio el Fuerte y Front.a de San Lorenzo con trese Yndios de su Nacion. San Luis, 31-XII-1804. AGN IX 23.06.06.

Durante la conflictiva década de 1780 tenemos varios testimonios de estos regalos. Ello porque, por un lado, los conflictos de esos años obligaron a frecuentes negociaciones de paz, con varias partidas diplomáticas que visitaban Buenos Aires. Por otro, porque la fundación del fuerte del Carmen del Río Negro en 1779 obligó a que, en los casos en que la comunicación por mar se dificultase o demorase, los españoles debieran encomendar a indígenas “amigos” que llevaran oficios escritos hacia la capital de Buenos Aires: la culminación exitosa de esas gestiones desde luego merecía el agasajo material de los mensajeros. En muchos de esos casos, la yerba aparece como un ítem de los regalos, si bien como uno al parecer marginal.

En el caso de la india María Catalina, quien volvió a los toldos de su sobrino el cacique Lorenzo Calpisqui en 1781 junto con otros indios que habían acompañado a un blandengue a Buenos Aires, se le regalaron, junto con telas de bayeta, pañuelos, adornos y objetos del apero, bienes de consumo consistentes en “3 Reales de maiz y media libra de Azucar, 1 Libra de Tabaco y ½ @ de Yerva” (Anónimo, 1781). Fue la única persona de esa partida que recibió yerba.

En medio del tratamiento de las paces con el mismo cacique Calpisqui, las autoridades porteñas regalaron al indio Juan Ortubia alias Mateo, por haber llevado unos pliegos del fuerte del Carmen de Río Negro hasta Buenos Aires, además de ropa, con “Vn Barril de Aguard.te, Dos arrobas de Yerva, y media arroba de Tabaco”, empezando a configurar el trío clásico de “vicios” que tendría su auge en el siglo siguiente (Anónimo, 1784a).

Poco después, con ocasión de las conversaciones de paz, el cacique Negro, su hermano, y el cacique Maciel, que fungió de intérprete, recibieron cada uno (aparte de los otros regalos) una arroba de la “yerba del Paraguay”, lo mismo que un indio Francisco que llevó mensajes desde la costa patagónica (Anónimo, 1784b).

Hasta allí, las cantidades son moderadas, al gusto de la tacaña Real Hacienda. Pero, cuando se concertaron finalmente las paces, los caciques Negro y Lorenzo pidieron, entre otras muchas cosas, dos tercios de yerba del Paraguay. Se les dieron finalmente dos tercios con 15 arrobas (172,5 kg), que a dos pesos la arroba sumaron en valor 30 pesos, un ítem que solo estuvo por debajo del aguardiente. En el mismo momento, el cacique Toro pidió para sí y consiguió otro tercio de yerba (AA.VV., 1786).

Una vez concertadas las paces con todas las parcialidades, las partidas indias comenzaron a llegar en buen número a Buenos Aires. En 1790, Blas de Pedroza hizo un listado de los bienes que solían ofrecerse a los caciques visitantes y ofreció a la Real Hacienda adelantarlos de su propio peculio: en él se lee que cada cacique solía recibir, además de ropa, aguardiente y tabaco, “dos o tres arrobas de yerba”, es decir, entre 23 y 35 kg (Pedroza, 1790). En las últimas dos décadas del régimen colonial, varios indígenas visitaron Buenos Aires y fueron agasajados de ese modo (ver tabla 3). En algún caso, además, la yerba mate formó parte de los valiosos bienes que se otorgaban en canje por la devolución de una cautiva: los emisarios del cacique Catruen cambiaron a María Rodríguez, de la villa de Luján, por una india presa en la Casa de Recogimiento llamada Ignacia, y además obtuvieron junto con ropa, adornos y objetos de metal, una arroba de yerba mate (Balcarce, 1788).

Si eso ocurría en la capital, otro tanto tenía lugar en el fuerte del Carmen, que dada su condición de enclave vivía en trato continuo con los indios. Allí, en 1791, por ejemplo, se enviaron desde Buenos Aires para “congratular a las tribus patagonicas” cuatro tercios de yerba mate (AA.VV., 1791). Para los años de 1797 y 1798 disponemos de las cantidades de yerba mate entregadas a un buen número de partidas de indígenas que pasaron por Carmen, desde las pampas hacia la cordillera y viceversa (ver tabla 4). La yerba era, junto con el aguardiente y la galleta, parte imprescindible del combo entregado a los pasajeros nativos.

En Mendoza, las autoridades se empeñaron en bajar los costos de la manutención de los indios que

vajasen a esta Ciudad como frequentemente sucede a tratar de sus Conchabos o Contratos particulares (...) se les asistiese solo con un medio real de Carne medio de pan p.a cada Individuo al dia con la Leña necesaria a cada rancho (Benegas et al., 1797: f. 35 vta.).

Entre los obsequios que solían entregarse como “agasajos extraordinarios” se anotan “Chaquiras, Chupas, Sombreros, Vino, Tabaco, Yeguas y otros efectos q.e aprecian” (Benegas et al., 1797: f. 35 vta.). La yerba no aparece mencionada en esa enumeración entre los “efectos que aprecian”, pero en las ocasiones puntuales en que los indios llegaron a la ciudad en ese año sí vemos que la yerba era uno de los agasajos preferidos.

En enero de 1797, el cacique Millanguir, acompañado de dos capitanejos y 44 mocetones, visitó la ciudad cuyana, donde recibió como “regalo” cuatro arrobas de yerba (46 kg) que, como los demás ítems, fue repartida entre los miembros de la partida (Pacheco, 1797)14. Poco después, el capitanejo Calnuir y otros dos indios se llevaron 12 libras de yerba (Amigorena, 1797). Dos años más tarde, con ocasión del Parlamento celebrado en San Carlos con los pehuenches, entre los agasajos dados a los caciques indígenas aparecen nuevamente cuatro arrobas de yerba (Palacio y Ozcariz, 1799).

Tabla 4. Yerba entregada a las partidas de indígenas en Carmen del Río Negro en 1797 y 1798, expresada en arrobas y libras. Cuando se indica * el cacique está ausente

Fecha

Cacique

Indios

Yerba entregada

@

£

18-2-1797

Princesa

7 chinas, 7 indios

2

24-2-1797

Peynecan

18 indios y chinas

3 ½

11-3-1797

Chiquito*

13 indios y chinas

1 ½

23-3-1797

2 partidas del Colorado

1 ½

30-3-1797

Lucané

Otros indios

5

9

4-4-1797

Indios del Colorado

1

21-4-1797

Chiquito

4 indios 7 chinas

3

29-4-1797

Indios de la Sierra

½

2-5-1797

Lucané

Indios del Colorado y del sur

1 ½

13-5-1797

2 partidas del Colorado y la Sierra

1

23-5-1797

Hijo del cacique Chapingo y cac. Viejo

4 divisiones

3

21

16-6-1797

Hijo del cacique Chapingo

3 ½

18-6-1797

India Princesa (hna. De Chiquito)

2

23-6-1797

Una partida banda sur, otra Colorado

1

26-6-1797

Lucané Hijo cacique Viejo

1

30-6-1797

Chiquito

8 indios

1

18

20-10-1797

Río Colorado

18

10-1-1798

Princesa

Varios

15

13-1-1798

Indios de la Sierra

2 ½

20-1-1798

Viejo, Lucané, Chapingo

Varios

3

18

29-1-1798

Viejo *

Indios y chinas

10

31-1-1798

Chiquito *

Indios y chinas

1 ½

5-2-1798

Chiquito *

Chinas

6

10-2-1798

Negro *

Indios de la Sierra

1 ½

15-2-1798

Chiquito

Indios y chinas

1

22

19-2-1798

Mujer de Peynecan

Por banda del sur, indios y chinas

1

24-2-1798

Peynecan

Va con otros indios a la banda del sur a ver a su mujer

8

26-2-1798

Teresa

Partida de indios del sur

8

28-2-1798

Indios que pasan de banda del sur al Colorado

8

6-3-1798

Peynecan

Vuelve a la banda norte

1

15

14-3-1798

Francisco

Pasan a banda del sur

1

20-3-1798

Mujer de Peynecan y Teresa

De la banda del sur

1

1

24-3-1798

Princesa

Indios y Chinas

27-3-1798

Peynecan

Pasa del Colorado al Sur

1 ½

31-3-1798

Hermanas de Chiquito

Y familias, pasan del Colorado al sur con Peynecal

½

7-4-1798

Indios sur

½

9-4-1798

Mujer Peynecan, Teresa

Indios y chinas por banda sur

1

13-4-1798

Indios del sur de inmediaciones de S. Javier

10

17-4-1798

Antonio

Por banda sur desde Tierra adentro

1

15

25-4-1798

1 ½

27-4-1798

Peynecal

Indios y chinas

½

6-5-1798

Peynecal

6

8-5-1798

Banda del sur

10

12-5-1798

Viejo

Indios y chinas

1

18

13-5-1798

Mujer de Peynecal

20

21-5-1798

Zangache

Indios de tierra adentro

2

28-5-1798

Partida inmediaciones S. Javier

22

3-8-1798

Indios y chinas banda sur

10

6-8-1798

Francisco

8

Fuente: AGN, IX, 17.1.7., fs. 182-375.

Conclusiones

Pasando revista a lo que hemos visto, queda claro que la yerba y la costumbre del mate fue una adquisición relativamente tardía para los grupos pampeanos, y que se debió en primer lugar al celo de los misioneros jesuitas, quienes en sus misiones costeras de mediados del siglo XVIII se esforzaron por apartar a sus neófitos de las bebidas alcohólicas, aficionándolos al mate. Lo segundo ocurrió finalmente sin que, como era razonable prever, sucediese lo primero. De todas formas, justo cuando la expansión geográfica del consumo del mate había llegado a su límite y en la práctica estaba retrocediendo frente a la competencia de otras bebidas excitantes exóticas como el café, el té o el chocolate, el mate encontró un vasto espacio de expansión entre los nativos de la amplia frontera meridional del Imperio.

Aunque las fuentes no nos permiten por el momento reconstruir con detalle el proceso de difusión posterior, la costumbre del mate y el aprecio de la yerba tiene que haber pasado luego como una agradable novedad de un grupo a otro. En las últimas décadas del siglo XVIII podemos ver la huella de esa afición a través de las varias formas en que los indígenas podían obtener la yerba mate. La apropiación violenta con ocasión de un ataque a un arria de comerciantes, el comercio en las localidades hispanas de la frontera (en especial Buenos Aires) o la percepción de regalos por parte de las autoridades coloniales eran otras tantas vías de provisión, que podían sumarse o alternarse. Varios puntos de la frontera y distintos agentes sirvieron de fuente de provisión y, por lo tanto, de intermediarios entre los productores paraguayos de yerba y sus consumidores pampeanos.

En el siglo XIX, los indios de las pampas, de cualquier origen que fueren, tenían al mate como un consumo sumamente familiar; como suele ocurrir, lo que antes había sido exótico y quizá difícil de conseguir se había vuelto un consumo corriente y una necesidad imprescindible. Era, sin embargo, como otros tantos rasgos incorporados en la interacción fronteriza, más novedoso de lo que ellos mismos habrían podido suponer.

Abreviaturas

AGN: Archivo General de la Nación Argentina (Buenos Aires).

AGI: Archivo General de Indias (Sevilla).

FPC: Fondo Documental Monseñor Pablo Cabrera, Universidad Nacional de Córdoba (Córdoba, Argentina).

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1 La difusión de excitantia en el contexto de expansión capitalista puede verse en los siguientes trabajos: Clarence-Smith (2008); Courtwright (2001); Jankowiak y Bradburd (1996); Mathee (1998).

2 El reemplazo paulatino del mate por el té y el café en Chile después de la independencia puede verse en Couyoumdjan (2009). Hay una excepción notable en Líbano y Siria, especialmente las comunidades drusas del Líbano. Los migrantes sirio-libaneses adquirieron el gusto por el consumo del mate durante su estadía en los países citados y la llevaron consigo de regreso a sus lugares de origen. Mate, bombilla y pava son usados para consumir, con una diferencia notable: no se comparte la bombilla, cada tomador lleva su mate y se comparte la pava (Folch, 2010; Haydamous Kahale et al., 2015).

3 Descripciones sobre el consumo de la yerba mate en contextos nativos se pueden encontrar en Cooper (1949: 546-547); Garavaglia (1983; 1987); Folch (2010).

4 Sobre los dones entre los mapuche específicamente, cfr. Föerster y Menard (2009); Kradolfer (2001); Tereucán-Angulo et al. (2016).

5 Por razones de espacio no hemos incluido en la tabla la identidad de los atacantes, que será tema de un trabajo en elaboración.

6 Con la excepción del ataque del 30 de septiembre de 1777.

7 Las equivalencias se basan en la unidad de la arroba (11,502 kg). Entonces un tercio=7@=79,373 kg.; una carga=14@=2 Tercios=158,746 kg; un zurrón=6@= 68,016 kg (Soler Lizarazo, 2016: 34).

8 Si contáramos diez zurrones, se habrían llevado entonces unos 680 kg.

9 Énfasis añadido.

10 “8. Haviendose experimentado q.e algunos Yndios de los amigos q.e bajan à esta Capitan à hacer sus tratos, se fingen Casiques para obtener de esta Superiorid.d alg.n regalo, q.e suele hacerse à los q.e verdaderam.te lo son; para que en lo sucesivo no se padesca engaño, se le dará vna contraseña por escrito p.a q.e presentada en las Guardias, por donde transiten, bengan à Casa de d.n Blas Pedorsa, à darse à conocer, y siendo Casiques ò Chasque q.e embie el prâl Callfiqui, se presentarà à esta Superiorid.d acompañado del ynterprete del referido Pedrosa.” Tratados q.e deberá observar con este Sup.or gov.no el Casique Callfisqui. Buenos Aires, 5-XI-1790. AGN IX 24.01.06.

11 3.o Que quando viniese â tratar con nosotros ha de ser p.r el Fuerte de la Carlota, y no otro, en el qual quedaran algunos Indios de los que quieran y los principales pasarán â esta Ciudad donde seran agasajados y tratados con toda atencion pero q.e asi los q.e vengan como los q.e quedan han de dejar sus armas en dho Fuerte para evitar quimeras ô desazones-ô alguna desgracia entre ellos, que seria mui sensible a los Españoles.

4.o Que los q.e vengan a la Ciudad ô al Fuerte puedan traher sus efectos â venderlos libremente ô cambiarlos q.e / en todo se les guardara buena feé.

12 Por ejemplo: “trahen siempre a vender cueros de Guanaco, Zorrillo y otros animales, Plumeros de plumas de Avestruz, Riendas y otros efectos propios de ellos, que cambian por Aguardiente, Cuchillos (lo que no me parece conveniente) y tabaco, trahen así mismo algunas Mulas, pero pocos caballos, procedido todo de los Robos de las Estancias en tiempos pasados” (García Martínez de Cáceres, 1992: 347).

13 En los 28 casos consignados, los caciques que recibieron yerba provenían del lado oriental de la cordillera o Puel Mapu. En el único caso registrado en que los caciques provenían del otro lado de la cordillera el de los caciques de Penco Francisco Javier Ninchiquid y Juan Lastequin no se entregó yerba, aguardiente, ni tabaco, sino solo prendas de vestir (Pedroza, 1794).

14 La división resulta en solo un kg por persona, una cantidad verdaderamente modesta.

Figura 1. Detalle de la “Carta Esferica de la parte Interior de la América Meridional para manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Ayres. Construida por las obserbaciones astronomicas que hicieron en estos parages en 1794 D.n José de Espinosa y D.n Felipe Bauzá, Oficiales de la R.l Armada. En la Dirección Hidrográfica. Año 1810”

Fuente: Memoria Chilena: www.memoriachilena.gob.cl.

Figura 2. Plano de la frontera del sur en la jurisdicción de Córdoba del Tucumán

Fuente: AGI MP BUENOS AIRES, 186.