Prensa y dictadura en Neuquén.
La “experiencia” del periódico
La Trastienda a partir del testimonio
de su fundadora°*

Press and dictatorship in Neuquén. The experience of the La Trastienda newspaper based on the testimony of its founder

Andrea Belén Rodríguez**

El trabajo aborda el rol de la prensa durante la última dictadura militar argentina, a partir de una publicación que no ha sido investigada: el periódico neuquino La Trastienda, fundado en 1981 en un contexto de crisis del régimen militar y de resurgimiento de la sociedad civil. Ya desde su primer número, el medio escrito se instaló en el campo periodístico regional como opositor al gobierno de facto, reclamando el regreso al estado de derecho, y como un defensor de los recursos neuquinos. El artículo reconstruye la historia de La Trastienda, desde el primer esbozo del proyecto editorial hasta que se convirtió en un periódico que circulaba en la sociedad neuquina. Para ello, se basa principalmente en el testimonio de su fundadora, la periodista Bettina Introzzi, quien rememora su “experiencia” de La Trastienda, desde que era solo una idea hasta la concreción del “sueño” —tal como ella lo define—, dando cuenta de las dificultades y desafíos del trabajo periodístico en una coyuntura dominada por la violencia, el autoritarismo y la represión. Asimismo, el trabajo pone en diálogo esa fuente oral con las memorias de otros colegas que integraron el equipo editorial, junto a lo escrito en la superficie del medio.

Palabras clave

prensa

dictadura militar

Neuquén

Fecha de recepción

21 de mayo de 2025

Aceptado para su publicación

11 de julio de 2025

° https://doi.org/10.52292/csh5420255571

* Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el XVI Encuentro Nacional y X Congreso Internacional de Historia Oral “Testimonios, memorias y resistencias en tiempos de negacionismo”, realizado en la Universidad Nacional de Catamarca entre el 13 y 15 de agosto de 2025.

** Instituto Patagónico de Estudios de Humanidades y Ciencias Sociales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad Nacional del Comahue - Grupo de Estudios de la Norpatagonia sobre el Pasado Reciente, Centro de Estudios Históricos de Estado, Política y Cultura, Universidad Nacional del Comahue - Departamento de Humanidades, Universidad Nacional del Sur, Argentina. ORCID: 0009-0003-6491-0732. Correo electrónico: andrea_belen_rodriguez.

Resumen

This paper addresses the role of the press during Argentina’s last military dictatorship, drawing on an under researched publication: the Neuquén newspaper La Trastienda, founded in 1981 amid a crisis within the military regime and a resurgence of civil society. From its first issue, the newspaper established itself in the regional journalistic field as an opponent of the de facto government, calling for a return to the rule of law, and a defender of Neuquén resources. The article reconstructs the history of La Trastienda, from the first draft of the editorial project until it became a newspaper circulating in Neuquén society. It relies primarily on the testimony of its founder, journalist Bettina Introzzi, who recalls her “experience” with La Trastienda, from its initial idea to the realization of the “dream”—as she defines it—describing the difficulties and challenges of journalistic work in a time dominated by violence, authoritarianism, and repression. The paper also connects this oral source with the memoirs of other colleagues who formed part of the editorial team, along with the written material on the site.

Keywords

press

military dictatorship

Neuquén

Abstract

125-152

Do

Introducción

En marzo de 1981 el periódico La Trastienda (LT) comenzó a circular entre los habitantes de Neuquén capital y zonas aledañas. El proyecto editorial estaba liderado por la pareja de la periodista Bettina Introzzi y el reportero gráfico Hugo Rodríguez, a la que se sumó Ricardo Villar —un periodista de larga trayectoria—. El trío fundador se propuso publicar un periódico de información general que hiciera foco en las noticias regionales con una mirada crítica y reflexiva, y con un estilo directo y desembozado. La publicación —de tirada mensual primero, y luego semanal— ganó rápidamente adherentes y se instaló en la sociedad neuquina, en un contexto que es necesario tener presente: la última dictadura militar, más precisamente en un momento de crisis de legitimidad del régimen y de cierto “deshielo” político, social y cultural.

Desde sus inicios, LT se situó en el campo periodístico neuquino como opositora al régimen militar, reclamando el regreso al estado de derecho, y como una defensora de los recursos neuquinos. Más aún, durante la guerra de Malvinas, mantuvo una perspectiva mesurada, reflexiva y crítica, puesto que, si bien apoyó el desembarco como un acto legítimo (aunque con tensiones), advirtió constantemente sobre los peligros de la hora, insistió en la necesidad de la resolución diplomática del conflicto, y se opuso a la guerra una vez que se desataron los combates. En una coyuntura en la que los márgenes de lo decible eran estrechos por las políticas de “acción psicológica” del régimen y por el fervor patriótico que se expandió en la sociedad, LT desafió constantemente los límites y encontró estrategias para transgredir las pautas de control de la información, un comportamiento que no fue usual en un campo periodístico dominado por el belicismo y el triunfalismo (Rodríguez, 2024).

Lo disruptivo de su propuesta editorial y, sobre todo, la lucidez de su mirada durante la guerra de Malvinas llevó a preguntarme por los orígenes de esta publicación, por la trayectoria de los periodistas fundadores, por su recorrido desde el primer esbozo del proyecto hasta que se convirtió en un periódico que circulaba en la sociedad neuquina. Así, en un inicio, reconstruí sintéticamente la historia de LT en base a los testimonios que se encontraban publicados en otras investigaciones o que surgían de la pesquisa sobre el impacto del conflicto bélico en Neuquén (Rodríguez, 2024). Pero, luego entrevisté a Bettina Introzzi, la única sobreviviente del trío fundador (Hugo Rodríguez y Ricardo Villar fallecieron) para que el testimonio sobre su “experiencia” de LT complementara lo reconstruido hasta entonces. Sin embargo, una entrevista que surgió con el objetivo de contextualizar la publicación terminó desbordando ese propósito acotado, ya que, a lo largo de la misma, la periodista dio cuenta de las dificultades y desafíos del ejercicio de su oficio en una coyuntura dominada por la violencia, el autoritarismo y la represión. Aún más, la voz de Bettina se alzó como un insumo fundamental para pensar las condiciones del trabajo periodístico en dictadura, y —–subsidiariamente—– sus continuidades y rupturas en democracia.

Entonces, el artículo reconstruye la historia de LT a partir del testimonio de su fundadora, poniéndolo en diálogo con las memorias de otros participantes y con lo escrito en la superficie del periódico. Retomando lo publicado en Rodríguez (2024), un primer apartado aborda sintéticamente el surgimiento de la publicación y su línea editorial, inscribiéndola en la coyuntura nacional y local; es decir, contempla desde una caracterización de las políticas destinadas a los medios de comunicación por parte de la dictadura hasta su impacto en la labor periodística en el país y en Neuquén. El segundo apartado retoma la historia de la publicación a partir de la experiencia de Bettina en el itinerario que fue desde el esbozo de un proyecto hasta la concreción de un “sueño”, tal como ella define a LT1. En esta sección se reduce la escala de observación para abordar la trayectoria de su fundadora desde una perspectiva social, que hace foco en las vivencias y subjetividades de los actores para la comprensión situada de los procesos históricos2.

Periodismo, dictadura y el origen de La Trastienda

Si bien LT surgió en 1981, en un contexto de crisis de la dictadura militar y de “deshielo” de la sociedad civil, el regreso a la democracia aún parecía un sueño lejano por el que había que luchar, y el autoritarismo del régimen continuaba vigente. Por ello, para comprender el origen de la publicación y la experiencia de Bettina, es nodal abordar sintéticamente las políticas del gobierno destinadas a los medios de comunicación y su impacto en el trabajo periodístico tanto a nivel nacional como local, a partir de las investigaciones que se han publicado hasta el momento.

En principio, es relevante destacar que el control de los medios de comunicación no empezó el 24 de marzo de 1976. Si bien el régimen militar desplegó políticas de “acción psicológica” que establecían qué se podía difundir y qué no, con el objeto de construir consenso sobre el propio gobierno, de difundir los valores que este consideraba esenciales y erradicar las actitudes que alteraban el orden y la seguridad, así como de alentar la participación ciudadana limitada en función de los objetivos del régimen (Risler, 2018), muchas de esas políticas provenían del andamiaje legal heredado del gobierno de Isabel Perón, y eran cambiantes, inestables e imprecisas (Saborido y Borrelli, 2011).

Así, aunque la dictadura montó una “gigantesca estructura burocrática” destinada a la “acción psicológica” (Risler, 2018: 137), las medidas de comunicación social se caracterizaron por su imprecisión y amplitud, en parte debido a la falta de coherencia, la disimilitud de criterios y la superposición de funciones de los distintos organismos dedicados a esa tarea. Por ende, estas concentraron la responsabilidad en los directores y editores de los medios que debían decidir qué tópicos mencionar y cómo hacerlo de tal forma de no lesionar la seguridad nacional en el marco de la “guerra antisubversiva”. Las pautas del régimen indicaban cuestiones tan vagas como la pena de prisión a aquellos que difundieran actividades “subversivas” o que desprestigiaran a las FF. AA. (Fuerzas Armadas), y además se aplicaron, mediante un cúmulo de comunicados, sugerencias informales y listas negras, lo que volvió dicha política amplia y difusa a la vez. Asimismo, como la censura previa solo se aplicó en las dos primeras semanas, todo ello condujo a que los periodistas trabajaran sobre una cornisa riesgosa, porque no estaban claramente definidos los márgenes de lo decible (Saborido y Borrelli, 2011)3.

La no centralización de la censura y esa falta de precisión en las políticas condujo a la extensión de la autocensura por parte de los responsables de los medios y de los trabajadores de prensa, por una amplia gama de motivos —según su rol y perfil—, que iban desde el apoyo a los objetivos iniciales de la dictadura —la “guerra antisubversiva”, los valores que supuestamente venían a restablecer las FF. AA., las políticas económicas, entre otros—, motivos comerciales (como el caso de Papel Prensa), hasta el temor, porque los despidos, amenazas, persecuciones y desapariciones de periodistas estaban a la orden del día.

En esta coyuntura, en general, los diarios de tirada nacional dieron la bienvenida al golpe de Estado, ya que una vez más las FF. AA. aparecían como las “salvadoras de la nación” que venían a poner orden al caos reinante, y difundieron una imagen de normalidad y tranquilidad, que buscaba crear las condiciones para profundizar el consenso inicial. En los primeros años, la información que publicaban prácticamente no transgredía las pautas oficiales, aceptando el relato impuesto por el gobierno. No obstante, a poco de andar, algunos medios comenzaron a difundir críticas al régimen en cuestiones puntuales; constituían el margen de disenso aceptable, que contribuía a mantener la imagen de “prensa moderada e independiente”, funcional a la dictadura y a su plan clandestino.

Sin embargo, dos tópicos eran prácticamente tabú: por un lado, los conflictos interfuerzas y en el propio gobierno, y por el otro, la represión ilegal y la cuestión de los desaparecidos, que recién comenzó a circular ampliamente en la prensa en tono de denuncia tras la guerra de Malvinas (Saborido y Borrelli, 2011; Schindel, 2012). Previamente, algunos medios —como Buenos Aires Herald y La Opinión en forma muy temprana— empezaron a incluir el tema críticamente, pero no fueron más que excepciones, ya que los grandes medios nacionales publicaban noticias vinculadas al plan represivo, aunque en forma aislada, descontextualizada y aséptica (Iturralde, 2019).

De todas formas, entre 1978 y 1979 la pérdida de capital político de la dictadura —debido a los conflictos interfuerzas, pero sobre todo a la crisis económica— y el paralelo incremento de la conflictividad social tuvieron su correlato en el accionar de los medios de prensa. Estos comenzaron a endurecer su posicionamiento frente al gobierno en determinadas dimensiones —que variaron en función del medio, pero sin dudas dos centrales fueron la política económica y la cuestión política—, e incluso aparecieron nuevas publicaciones con un cariz fuertemente crítico del régimen militar.

Neuquén no fue la excepción en este panorama general. En ese entonces, el universo de la prensa regional era relativamente acotado: en la sociedad neuquina circulaban el diario Río Negro —el primordial de la Norpatagonia por su trayectoria, tirada y circulación—, el diario Sur Argentino —que se publicó hasta 1978, y fue la voz oficial del Movimiento Popular Neuquino, el principal partido político provincial (García, 2019)— y otras revistas de menor tirada, como Calf. A partir del “deshielo” de 1981, aparecieron otras publicaciones de tenor más crítico: la revista Comunidad —perteneciente a la Iglesia católica (Navarro Nicoletti y Nicoletti, 2019)— y LT.

En el caso del diario Río Negro, como ha demostrado Bergero (2011), también este medio siguió las pautas generales de la gran prensa nacional en cuanto a su comportamiento frente al golpe de Estado: apoyo a la “guerra antisubversiva”, a la “refundación nacional” del régimen militar y a sus políticas económicas. Sin embargo, desde fines de 1976 y durante 1977 incluyó noticias “sueltas” sobre la persecución y/o desaparición de periodistas de otros medios, cubrió intensamente la desaparición del periodista Enrique Esteban —corresponsal de Clarín en Neuquén4—, e incluso, tan temprano como en abril de 1977, un editorial le reclamaba al poder judicial “que se tomen medidas que descubran a los cientos o miles de personas desaparecidas en Argentina”5. Asimismo, la empresa periodística protegió a sus empleados perseguidos, exiliados y a quienes estuvieron comprometidos con los derechos humanos (Celedón Miglioranza, 2022). De todas formas, nada de ello significó un distanciamiento inmediato del régimen (de su proyecto político y de su lineamiento económico), que comenzó a producirse a partir de 1979.

En Neuquén, al igual que en el resto del país, los periodistas ejercieron diariamente su labor entre los controles desplegados por los servicios de inteligencia de la Brigada de Infantería de Montaña VI, que incluían “sugerencias”, amenazas veladas o explícitas, persecuciones, e incluso la desaparición del periodista Esteban por dos meses, lo que motivó la denuncia y la organización de un entramado de solidaridad por parte de sus colegas. El accionar de los periodistas neuquinos, entonces, también estuvo tensionado entre la censura —el control explícito— y la autocensura motivada por la vaguedad de las medidas y pautas difundidas en el marco del terrorismo de Estado. Como afirmaba un periodista icónico de Neuquén, se acostumbraron a hablar entrelíneas, “a decir nada y expresarlo todo” (Osvaldo Ortiz en: Bergero y Burton, 2022: 91). Y así buscaron ampliar los márgenes de lo decible, como mantener vigente el reclamo por el periodista desaparecido —que finalmente fue liberado— y cubrir las actividades de los organismos de derechos humanos ya en 1980, con una estrategia clara: actuar siempre en grupos para tener una mayor protección (Bergero y Burton, 2022).

Como vimos, en Neuquén el ámbito de los medios era relativamente acotado en los 70, por ende, identificamos un grupo pequeño de periodistas —por lo menos en los puestos de responsabilidad— alternando su trabajo en los distintos periódicos, revistas y radios del Alto Valle. De hecho, el plantel inicial de LT estaba conformado por periodistas que trabajaban en otros medios, como el diario Río Negro, la revista Calf y la radio LU 19, pero que buscaban escribir sobre cuestiones que no podían mencionar y/o profundizar allí. Ahora bien, ¿cómo surgió LT?, ¿en qué consistió este proyecto editorial y cuál fue su trayectoria?

En un inicio de la investigación, previo a la entrevista a su fundadora, pudimos reconstruir que LT surgió a partir de la iniciativa del cipoleño Hugo Rodríguez y de Bettina Introzzi, una pareja de periodistas que habían retornado a vivir a la Norpatagonia en los 70, luego de trabajar en Capital Federal para grandes editoriales. Desde su regreso y mientras se dedicaban a otros emprendimientos, comenzaron a soñar con tener “un medio propio: modesto pero valiente para decir lo que nadie dice” (rememoraba Ricardo Villar, en: Bergero y Burton, 2022: 160). Así, se propusieron crear una publicación “alternativa”, que se focalizara en la realidad económica, política y social específicamente de Neuquén, que era una provincia en pleno crecimiento, pero que no tenía un periódico propio.

Con esa idea en mente, convocaron a un elenco de periodistas que ya trabajaban en otros medios, y que rápidamente se entusiasmaron con la propuesta, por dos motivos. Por un lado, por la escala elegida, lo atractivo de un periódico que pensara sobre la realidad regional, aquello que los incumbía a todos. Y, por otro lado, por asumirse como un medio independiente en un momento en el que la censura/autocensura persistía porque, si bien la dictadura estaba en crisis, lejos estaba aún de resignarse a traspasar el poder. Como recuerda el periodista Walter Pérez: “El objetivo de La Trastienda era que fuera un medio alternativo, porque en ese momento estaba el diario de los Sapag [Sur Argentino, que se publicó hasta 1978] o el Río Negro. Entonces se quería volcar artículos, notas, comentarios, todo que no podías hacer en los medios donde trabajábamos”6.

Sobre todo, el poder contextualizar, analizar y reflexionar sobre la información, y no solo transcribir noticias, era algo muy preciado para el oficio, en un campo periodístico que había perdido atractivo y color en el marco de la dictadura. Ricardo Villar recordaba lo movilizador de un proyecto que significaba una mayor libertad en el tratamiento de las noticias y, más aún, en la publicación de sus opiniones: “había muchas cosas que el Río Negro no aceptaba, entonces lo tirábamos en La Trastienda. Después, en La Trastienda poníamos también opiniones, publicábamos los que estábamos adentro. No ganábamos plata, pero disfrutamos lo que hacíamos” (en Celedón Miglioranza, 2022: 170). Es por ello que un elenco de periodistas de la región que trabajaba en otros medios se sumó ad honorem al proyecto, que parecía revitalizar su profesión.

Finalmente, el primer número salió en marzo de 1981 con el nombre La Trastienda, que hacía referencia a esa intencionalidad de hablar sobre “lo que está detrás de lo que se muestra” (Villar, en Bergero y Burton, 2022: 160), lo oculto en las tramas de poder. Durante seis meses se publicó con una periodicidad mensual, y con una tirada de 1500 ejemplares que llegaba a unas 5000 personas (Tarantino, 2020). En este primer período, se trató de una publicación de entre 34 y 38 páginas, con la tapa a color, que se asemejaba a una revista por su diseño y diagramación. En el primer editorial, LT explicitaba claramente sus objetivos y su perspectiva, partiendo de la concepción del periodismo como servicio:

La Trastienda pretenderá de hoy en más ser un vocero neuquino de los temas neuquinos. Tratará de convertirse en la tribuna desde la cual se impulse con fuerza, con entusiasmo, toda iniciativa que haga al desarrollo de esta provincia patagónica en los campos político, social, cultural y deportivo.

Seremos federalistas por formación y dentro de esa gran filosofía, neuquinos. Nuestra meta está allí. En la defensa de los intereses generales de la provincia. Seremos severos en la crítica hacia afuera, pero no menos blandos cuando tengamos que opinar sobre acciones de los esquemas de poder internos.

La Trastienda llegará con una información honesta, con una opinión definida, tratando de crear conciencia provincial, propendiendo al desarrollo integral, combatiendo al centralismo de adentro y de afuera de los límites neuquinos.

En síntesis: Queremos servir a la provincia y a su comunidad. Solo ese es nuestro propósito7.

Como indica el editorial, las noticias que aparecían en sus páginas no solo referían a la política, la sociedad, la cultura y la economía locales, sino que lo hacían reflexionando sobre las mismas, contextualizando la información, sentando claramente una postura sobre los temas —sin apariencia de objetividad—, con una perspectiva crítica, informada y seria, y muchas veces con un tono irónico que generaba complicidad con los lectores. En un panorama gris y de cierta uniformidad del campo periodístico, LT rápidamente se destacó porque “publicaba lo que los grandes medios no publicaban y lo que muchos querían leer” (Villar, en Bergero y Burton, 2022: 159), ganó socios, adhesiones y publicidades, y se convirtió en una publicación esperada por ciertos sectores sociales, sobre todo de clase media e interesados en la política. Como afirmaba Villar, a lo largo de su historia, “La Trastienda mantuvo la llegada a la comunidad neuquina más politizada, aunque nunca pudo ser un medio de inserción masiva. Pero sí, formadora de opinión, de denuncia y de oportunidades para quienes querían expresarse” (en Tarantino, 2020: 87).

Al recorrer sus páginas, en un comienzo, es posible distinguir una línea editorial regida por dos objetivos concretos. Por un lado, la defensa de los recursos e intereses neuquinos —en clave federal— frente a las apetencias del gobierno nacional fue una constante de la publicación. Entre 1981 y 1982, esta intencionalidad se manifestó claramente cuando el régimen militar anunció de forma imprecisa el proyecto Argentina LNG-1, que pretendía exportar el gas licuado de la cuenca neuquina (que contaba con el principal yacimiento de gas del país en el reservorio Loma de la Lata) a EE. UU., sin procesar sus derivados. Al igual que el gobierno neuquino y numerosos sectores locales, LT se opuso fervientemente a esta decisión sorpresiva e inconsulta del régimen militar, y dedicó numerosas páginas a denunciar el “despojo” y de incentivar una movilización regional para frenar el “proyecto expoliatorio” que sepultaba “para siempre nuestros sueños de desarrollo petroquímico” que “era el camino que nos podía llevar hacia el despegue económico y social”8. Destacamos algunos titulares correspondientes a notas de tapa que son suficientemente elocuentes al respecto: “El gas es de Neuquén, las ganancias son ajenas” (24 diciembre de 1981) , “El futuro neuquino en juego” (14 de enero de 1982) y “Disparen sobre Neuquén” (21 de enero de 1982)9.

Por otro lado, LT tuvo como objetivo la lucha por el regreso al estado de derecho, tal como indican los testimonios y se revela en la superficie del periódico. Al respecto, Ricardo Villar rememoraba:

Eran tiempos de reuniones pese a las restricciones de las libertades imperantes. La dictadura estaba firme pero no como un año antes (…). Había una sociedad que buscaba formas de escapar a los cepos. Se hablaba y se discutían cuestiones de gobierno. (…) Ya se hablaba de elecciones en tiempos lejanos y ese clima debía ser ayudado con publicaciones que empujaran la marcha a la democracia (en Bergero y Burton, 2022: 158).

Es necesario tener presente que en Neuquén el inicio del “deshielo” se produjo a partir de 1981, cuando voces críticas a la dictadura comenzaron a ganar espacio público10. En ese contexto, LT se sumó a la demanda por el retorno a la democracia que alzaban otros actores neuquinos, de dos formas.

En primer lugar, entre 1981 y 1983, LT publicó noticias diariamente que cubrían la paulatina reorganización de los partidos políticos, los sindicatos, el movimiento estudiantil y las agrupaciones de la burguesía. Asimismo, el semanario informó sobre las acciones que realizaban los organismos de derechos humanos y la Iglesia católica por el esclarecimiento de la situación de los desaparecidos, la normalización institucional y el cambio de rumbo económico.

En segundo lugar, LT manifestó la apremiante necesidad del regreso al estado de derecho y cuestionó el cercenamiento de las libertades públicas en diversas editoriales. Por caso, el 21 de octubre de 1981 el semanario publicó una nota de tapa bajo el titular “La democracia llama”. En dicho artículo, el fracaso de la política económica del régimen aparecía como el puntapié para reclamar que las FF. AA. retornaran a los cuarteles. A lo largo del editorial, el periódico explicaba la crítica situación en la que se encontraba el gobierno a partir de una lectura histórica que daba cuenta de la legitimidad de origen del mismo. Así, comenzaba planteando que el apoyo inicial de la “ciudadanía” al régimen militar se había basado en la necesidad de “recomponer las estructuras de un país, que venía de una larga serie de fracasos y que había sido casi agotado (...) por un populismo que al perder a su padre se había transformado en un sistema errante, confundido, inmaduro y devastador”11. Sin embargo, el “desastre” económico, la serie de fracasos y desaciertos del régimen tras cinco años de gobierno, habían cambiado rotundamente esa situación e impactado en su margen político debido a la indignación de gran parte de la sociedad argentina. Por ello, finalizaba sin dejar lugar a dudas:

Ante este cuadro, no queda otra alternativa que organizar rápidamente, aunque sin improvisaciones, el retorno del militar al ámbito para el cual la Nación lo ha preparado. Paralelamente reintegrar a la ciudadanía el pleno ejercicio de sus derechos y de su poder de autodeterminación. El proceso de democratización debe comenzar ya, porque la recuperación integral del país la deben encarar todos los sectores de la vida nacional, pero con convocantes civiles, porque en esta función, hasta el momento al menos, las FF. AA. fracasaron por sus propios errores.

La civilidad —con todos los errores que se pueden adjudicar, pero con la inmensurable madurez que ha amasado en estos años de cercenamiento de sus derechos y libertades— debe retornar al gobierno de la mano de la democracia, porque en definitiva la democracia no es un sistema perfecto (...), pero es el mejor de los sistemas de gobierno conocido, por lo menos para nuestra concepción occidental y cristiana. Consecuentemente, el sucesor de Viola debe ser un presidente surgido de elecciones libres12.

Asimismo, el discurso crítico fue una característica del periódico y, si bien algunos de sus periodistas militaban en el radicalismo o tenían afinidad con ese partido, esa situación no condicionaba ni restringía la mirada. Como recuerda Walter Pérez: “era un periodismo independiente, que no tenía vinculación con ningún sector en particular, se trabajaba con libertad, se le pegaba a quien había que pegarle”. De todas formas, los editoriales y artículos de opinión se publicaban sin firma o con seudónimo porque el diario Río Negro “era muy celoso con sus periodistas”13.

La buena recepción de su proyecto editorial llevó a que la pareja fundadora propusiera que la publicación pasara a tener una periodicidad semanal. Fue una decisión difícil pero necesaria, como el mismo periódico transparentó: “por una crisis económica (…); por la autocensura enseñoreada en el campo de las ideas por motivos hartamente conocidos; por la falta de costumbre de nuestra gente de recibir una publicación cada 30 días”14. Finalmente, fue un desafío que tanto Hugo, Bettina, Ricardo como todo el plantel asumieron con compromiso.

Entonces, a partir de octubre de 1981 comenzó una segunda etapa para LT, que modificó algunas cuestiones de diagramación y diseño (resignó la tapa a color, pasó a imprimirse en papel de diario, y a tener solo 12 páginas y luego 8), pero ganó en presencia y mayor circulación. Si bien no pudo competir con el Río Negro —que en ese entonces era un medio masivo que alcanzaba una tirada de 25.000 ejemplares (Bergero, 2011)— ni llegó a su objetivo de tener una frecuencia diaria, LT logró instalarse en la sociedad neuquina con una tirada nada despreciable de 5000 ejemplares, hasta el punto que el propio gobierno municipal y provincial elegía el medio para difundir sus convocatorias. LT continuó publicándose semanalmente hasta 1988, momento en el que culminó el primer ciclo de su historia.

La “experiencia” de La Trastienda15

La breve reconstrucción del origen de LT que se incluye en el apartado anterior —publicada parcialmente en Rodríguez (2024)— está basada en testimonios de periodistas que trabajaron en ella, citados en distintas obras, y uno de ellos recopilado para mi investigación sobre la guerra de Malvinas. Sin embargo, aún no había entrevistado a una de sus fundadoras, Bettina Introzzi, cuya voz no aparece contemplada en ninguna de las obras que hacen referencia a la prensa neuquina en dictadura, aun cuando todas ellas mencionan a LT como un periódico clave para la época. ¿De qué forma el testimonio de Bettina vino a complementar, llenar los vacíos y/o tensionar el relato anterior? ¿Qué aspectos de su trayectoria profesional y personal pueden ayudarnos a comprender desde la historia de LT hasta, a nivel más general, el trabajo periodístico en dictadura —y, colateralmente, en democracia—?

La historia de Bettina Introzzi y de Hugo Rodríguez está profundamente atravesada por el impacto de la radicalización de la violencia y la escalada represiva en el tercer peronismo, y más aún a partir del golpe de Estado de 1976. En ese entonces, la pareja de periodistas vivía en Capital Federal, trabajando en dos editoriales de gran envergadura: Bettina era asistente de redacción en Abril, y Hugo, reportero gráfico en Atlántida, y paralelamente en el diario Noticias, perteneciente a Montoneros (la principal organización político-militar peronista). Vivían y trabajaban en una zona neurálgica de la ciudad. Constantemente, la vida cotidiana de Bettina y Hugo se veía alterada por situaciones de violencia:

Yo estaba en Abril educativa y cultural. Era (…) asistente de redacción. Y yo estaba muy mal porque vivíamos enfrente del Teatro San Martín, por Sarmiento, donde da la radio, donde la radio la tomaban siempre. Estábamos a dos cuadras de la UOCRA [Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina], las bombas, la... Y cada vez que yo iba a trabajar al mediodía a la editorial me quedaba dura, así, cuando escuchaba una ambulancia, una sirena (…). Así que el médico me dijo: “mirá, hasta que vos no te vayas de acá, no te vas a sentir bien”. Era fiebre, fiebre, fiebre...16.

En un contexto marcado por el incremento de la violencia política, debido al accionar de las organizaciones político-militares y la represión de las agrupaciones parapoliciales y de las FF. AA. y de Seguridad en el tercer peronismo (Franco, 2012), Bettina no podía dejar de sentir un malestar constante, que incluso somatizó: la angustia, el temor, la incertidumbre y una sensación de profunda desprotección y de amenaza a la propia vida se transformaron en cuadros febriles cada vez más recurrentes. En su testimonio, Bettina da cuenta de esas sensaciones y las ancla en ejemplos concretos:

Ninguno de los dos militaba. Pero, un día estábamos en la editorial y pusieron una bomba abajo. Lo llamaron a Hugo porque habían puesto una bomba en Noticias, y así, viste. Y en la UOCRA. Y yo me despedía, en ese momento, me despedía de mi marido cuando iba a trabajar. Lo llamaban que tenía que hacer una nota (…). Entonces les avisaban, como diario les avisaban [que iban a detener a alguien de la Juventud Peronista]. Y ahí salían, en moto, el que manejaba y el reportero gráfico atrás. Entonces se ponían en la esquina, sacaban la foto y salían rajando porque si no… bajaban a ellos o los agarraban a ellos. Entonces, viste, cuando vos vivís esa situación, que no estás en guerra, pero estás en guerra17.

Desde un enfoque microanalítico que aborda las experiencias y subjetividades —como el que comparte este apartado—, resulta significativa la caracterización que Bettina hace de su cotidianeidad como bélica. El estudio de su vivencia desde un enfoque histórico social no implica calificar los años 70 como una guerra civil o guerra interna: la existencia del terrorismo de Estado ya ha sido comprobada histórica y judicialmente18. Sin embargo, como sostiene Lorenz (2015), ello no debería ser obstáculo para analizar situacionalmente cómo los contemporáneos vivieron esos años, desde sus perspectivas: para una periodista que no militaba y que estaba comprometida con su trabajo, la sensación de amenaza constante a la propia vida (y la de los seres queridos), la indefensión y la convivencia con la violencia y la muerte la llevan a calificar esa experiencia como lo más cercana en su vida a una guerra. Lejos de naturalizar la violencia, su malestar físico se volvió crónico, a tal punto que —siguiendo la recomendación del médico— la pareja decidió trasladarse a un lugar en el que pudiera vivir con más tranquilidad.

Entonces, la decisión de desplazarse estuvo marcada por situaciones de violencia cotidiana. Si bien ninguno de los dos militaba políticamente, Hugo trabajaba en el diario Noticias ligado a Montoneros, una de las organizaciones político-militares definidas como “subversivas” por el tercer peronismo, y por ello objeto de la “depuración interna” del movimiento (Franco, 2012). En un momento en el que la demonización de los integrantes de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo condujo a su persecución, desplazamiento del poder e incluso muerte, desempeñarse como reportero gráfico del “diario de los Montoneros” era un trabajo de altísima exposición y vulnerabilidad, aun cuando Hugo —como otros fotógrafos del plantel— no militara en el peronismo (Gamarnik, 2020). El trabajo en un periódico para el que la fotografía cumplía un rol central en las luchas populares, y su compromiso profesional —y, en ocasiones, también político—, llevaba a que los fotógrafos se vieran envueltos en situaciones de gran riesgo. Por ello, Bettina afirma que se despedía de su marido cada vez que iba a cubrir una noticia: no sabía si volvería con vida. De hecho, Noticias se publicó solo nueve meses, ya que fue clausurado en agosto de 1974. Como corolario, muchos de los reporteros gráficos que allí trabajaban y que habían inaugurado una nueva forma de utilizar la fotografía en la prensa masiva crearon SIGLA (Servicios de Información Gráfica Latinoamericana), la primera agencia de fotografía del país, en la que Hugo trabajó hasta su alejamiento de Capital Federal (Gamarnik, 2020).

En definitiva, aun cuando ni Hugo ni Bettina militaran activamente, su traslado se debió a factores políticos. A medida que la violencia política fue in crescendo, el riesgo que corrían —por el lugar en el que residían y por los trabajos en los que se desempeñaban— se fue extremando y se volvió insostenible, al punto de determinar su huida de Capital Federal:

Me fui escapada. Yo hoy… cuando se habla de estas cosas yo me acuerdo siempre de una parejita que iba delante mío cuando yo volvía de la editorial a casa, ahí en Sarmiento y Paraná, que paró un auto de coordinación o de no sé quién era. Los Falcón famosos. Iba una parejita delante mío, los agarraron de los pelos y los metieron adentro. Y yo, viste, ¿qué hago? Vos no sabés qué hacer, no sabés qué hacer. Me quedé helada y siempre, te digo, con angustia, siempre me acuerdo de esos chicos. ¿Habrán apareci…? Tenían mi edad, porque yo tenía 25 años, viste. ¿Habrán podido salir de esa? Andá a saber19.

Estas situaciones de violencia marcaron la trayectoria de la pareja e implicaron un cambio rotundo en sus vidas, desde el lugar de residencia hasta sus proyectos laborales. En principio, el matrimonio de periodistas decidió mudarse de Capital Federal, y luego de sopesar distintos lugares —incluso en el exterior—, finalmente se trasladó a la ciudad de origen de Hugo, Cipolletti, una pequeña localidad rionegrina. Asimismo, la radicalización política, el incremento de la violencia y la censura a los medios de comunicación en el tramo final del tercer peronismo, pero sobre todo tras el golpe de Estado, los llevó a modificar sus proyectos laborales. Desde que tomaron la decisión de mudarse, Hugo y Bettina se propusieron tener un periódico propio con noticias regionales. En un contexto de multiplicación de publicaciones de análisis político, ellos soñaban con llevar ese formato al Alto Valle de Río Negro y Neuquén con una impronta propia. Sin embargo, el golpe de Estado los condujo a poner en suspenso ese proyecto hasta que las condiciones fueran más propicias, como explica Bettina:

Es que si vos querés hacer un periódico de información general, o vas con la línea de los gobernantes y no sé qué éxito podés llegar a tener, o la otra no la podés hacer, porque estaba desapareciendo todo el mundo y nosotros no íbamos a ir con la línea de los gobernantes, ¿entendés? Entonces, bueno, sacamos La Revista Deportiva20.

Desde el inicio, la pareja compartió la idea de un periodismo independiente, crítico y ético, que no respondiera ni al gobierno de turno ni a ningún otro poder, por lo que decidió esperar un momento más oportuno para poder difundir sus ideas sin condicionamientos. Ello marcaría el origen de LT, en su forma de entender el periodismo como servicio, y en la ética profesional. Así, entre 1976 y 1981, Hugo y Bettina dirigieron otros emprendimientos editoriales, ligados al deporte, y fundaron La Revista Deportiva, La Visera sobre el Club Cipolletti y Todo Rojo sobre el Club Independiente de Neuquén. Se trató de un largo compás de espera, en el que la pareja fue conociendo el mundo periodístico del Alto Valle y tejiendo redes, que luego fueron centrales para la concreción de LT.

Finalmente, Hugo y Bettina vislumbraron la posibilidad de hacer realidad su sueño con el cambio de la coyuntura política nacional y local. Como vimos, la crisis de la dictadura militar, la pérdida de legitimidad del gobierno y cierta ampliación del espacio público de hecho, que en Neuquén pareció producirse a partir de fines de 1980 y en 1981, fue el contexto oportuno para reflotar el proyecto que habían dejado en suspenso. LT fue parte de ese momento de resurgimiento de la sociedad civil tras los años más álgidos de terror.

El primer paso para concretar la publicación fue la conformación de un equipo de trabajo. La incorporación de Ricardo Villar —que Bettina define como “el dios de todos los periodistas”21— fue el plafón para la inclusión de otros colegas que admiraban su labor. Así, si bien desde el inicio el trío fundador aclaró que el trabajo sería prácticamente voluntario, puesto que había que esperar a que la revista se instalara y tuviese pauta publicitaria para disponer de algún remanente a distribuir entre todo el plantel, de todas formas, los periodistas convocados se sumaron sin dudarlo. En muchos casos, se trataba de colegas que ya habían trabajado en los proyectos previos de Hugo y Bettina o con los que Villar tenía relación. Aunque a lo largo de los siete años que duró este primer ciclo el plantel fue cambiando, todos sus integrantes fueron periodistas comprometidos, muchos con una importante trayectoria en la región, como Osvaldo Ortiz, Walter Pérez, Olga Leone, el dibujante Alberto Vilanova, entre otros.

Hugo, Bettina y Ricardo definieron el perfil de la publicación, con un estilo directo y desembozado, y pautaron la línea editorial. Como vimos, el trío fundador buscó instalar a LT en la sociedad neuquina a partir de una propuesta independiente, crítica y fundamentada sobre la realidad regional, que no estuviera atada a ningún poder político y que se expresara con libertad y sin rodeos. Buscaron con LT erigirse en una voz alternativa, “denunciante si cabía y que la gente lo buscara”, que “representara absolutamente las problemáticas de la región, que la gente se pudiera ver en él”22.

La publicación de LT, así como la de las revistas previas, fue un trabajo que Hugo y Bettina junto a todo el equipo enfrentaron con empeño y pasión, pero también con mucho sacrificio. La pareja de periodistas realizaba prácticamente todas las tareas que mediaban entre la recepción de la noticia hasta la impresión. Se trataba de publicaciones llevadas a cabo “a pulmón”. De hecho, en LT, ello queda evidenciado en la segunda hoja en la que se presentaba el equipo periodístico. En esa página, luego de mencionar a Hugo Rodríguez como director general, aparecía el nombre de Bettina en distintos roles, pero “camuflados” para que pareciera una publicación “seria” que contaba con un gran plantel. Por ejemplo, figuraba Beatriz Norma Introzzi como directora comercial y Bettina de Rodríguez como coordinadora general.

En esos años, Hugo y Bettina se dedicaron por completo a sus proyectos editoriales, con algún trabajo paralelo en momentos puntuales en el caso de la periodista. En todos ellos, trabajaron de la misma forma: se desempeñaron como periodistas, correctores, redactores, diagramadores, editores, maquetadores full time. No solo se comprometieron con el tiempo y sacrificio dedicados, sino que también invirtieron todos sus ahorros, al punto de vender dos viviendas para sostener las publicaciones, una cuestión que aparece recurrentemente en la entrevista.

En cuanto a la primera, los recursos obtenidos con la venta del departamento de Bettina en Capital Federal los usaron para sostener la impresión de uno de sus proyectos —La Revista Deportiva— durante los primeros ocho meses. En ese entonces, había muy pocas offsets en la región y una de ellas pertenecía al diario Río Negro en la ciudad de General Roca (localidad que está a 40 kilómetros de Cipolletti), así que hasta allí se trasladaban para imprimir la revista. Claro que publicaciones que tuvieran que sostenerse de esa forma resultaban económicamente inviables. Por ende, luego tuvieron que pensar en otras estrategias, como imprimir en lugares más económicos en Neuquén, resignando algo de calidad. Y también, a medida que la revista comenzó a circular, recibieron el aporte de propagandas de comercios amigos.

Con respecto a la segunda vivienda, la venta de la casa que habitaban se relaciona con un tema central que nos aporta el testimonio de Bettina: la vinculación de LT con el poder político, más precisamente, con el gobierno provincial de la postdictadura, otra vez en manos del Movimiento Popular Neuquino (MPN)23.

¿Vos sabés por qué cerramos? Porque nos cerró el gobierno. (…) Pero no nos cerró porque vino y nos bajó la persiana. Nos fue quitando publicidad, (…) avisadores nos fue quitando. (…) Hasta que nos quedamos con, yo creo que ni llegaban a ocho, y que no podíamos sostener nada con eso. Y ahí perdimos la otra casa, ahora te cuento. Entonces, en determinado momento, yo voy, por ejemplo, a la Distribuidora Neuquén, y los más amigos y los que compartían la línea y que nos apoyaban, y dice: “no te puedo ayudar, no te puedo apoyar más. Me dijeron que, si sigo poniendo publicidad en La Trastienda, no agarró más una licitación”. (...) Ahí vendimos la casa de Cipolletti, en la que vivíamos. (…) Y pasamos a alquilar para comprar una máquina fotocomponedora24.

De esta manera, en la historia de LT, el incidente más claro de censura se produjo en un gobierno democrático, no en la última dictadura25. En la experiencia de Bettina, el gobierno provincial elegido en 1983, otra vez en manos de Felipe Sapag, fue el responsable del ahogo financiero y en definitiva del cierre de LT en 1988. En particular, el conflicto se produjo con una familia tradicional de Neuquén —Falleti— con estrechos vínculos con el partido provincial:

Los Falleti son tres [hermanos]. (…) Uno trabajaba en la imprenta [Roberto], otro estaba a cargo de Calf, negocios [Atilio] (…), y el otro era concejal [Julio]. Imprimíamos en ese momento en Falleti. Y de repente vamos a buscar La Trastienda para entregarla al distribuidor (…). Y nos dicen que no estaba, ¿por qué no estaba? Porque en la contratapa (…) que eran parrafitos que daban con todo [se refiere a la Sección “La Trastienda de la política”], a Falleti le molestó algo que habíamos dicho del Consejo Deliberante, del gobierno y de él, entonces suspendió la impresión. Así que ahí fuimos a buscar todo, las planchas, las películas, todo, cargamos papel en el Citroën y nos fuimos a Bahía Blanca a la revista Encestando. Estuvimos dos días ahí hasta que la imprimieron y nos volvimos con la revista. (…) Ahí todavía teníamos algo de publicidad. (…) Vendemos la casa de Cipolletti y pasamos a alquilar y compramos esa máquina. Entonces, con esa máquina bancábamos a La Trastienda, porque me traían para tipear la revista de Calf, la revista de los gremios. (…) Hasta que dijimos, bueno, no podemos más. Con enorme tristeza tuvimos que cerrar. Nos despedimos y cerramos26.

Ese incidente con la imprenta Falleti llevó a la pareja a vender su casa para comprar una máquina fotocomponedora con el objeto de no depender de otra imprenta. Se trataba de un equipo extremadamente oneroso, pero que podía aportarles recursos, ya que existían muy pocos en la región. Sin embargo, terminó siendo una solución temporal: si bien el nuevo equipo trajo algunos ingresos extra porque allí se diagramaron otras publicaciones, en pocos meses Hugo y Bettina tuvieron que dejar de publicar el semanario. El retiro de la pauta publicitaria por parte del gobierno provincial y las presiones de personas ligadas al MPN para que los avisadores dejaran de invertir en LT determinaron el cierre del periódico en 1988.

En tal sentido, una de las cuestiones que ilumina la entrevista es la reflexión sobre las continuidades y rupturas entre la última dictadura militar y el primer gobierno democrático, una problemática que ha sido revisitada en los estudios sobre la “transición democrática”, (Feld y Franco, 2015), y que en este trabajo solo abordaremos en forma colateral para comprender el testimonio de la periodista. En tal sentido, en la experiencia de Bettina, el incidente de censura más determinante vivido fue responsabilidad del gobierno provincial y/o del partido gobernante durante la democracia. Este acontecimiento, que fue un hito en su trayectoria periodística, la lleva a minimizar otros tipos de controles vividos durante la dictadura.

Tengamos presente que, a diferencia de los grandes medios de la región, LT no fue objeto de una censura abierta o una vigilancia diaria durante el régimen militar. Algunos periodistas que trabajaban en el diario Río Negro recibían llamados asiduos en la sede del periódico o visitas de personas ligadas a los servicios de inteligencia con el objeto de amedrentarlos (Bergero y Burton, 2022). Como vimos, ante la ausencia de medidas de censura previa, esas fueron algunas estrategias implementadas por el régimen militar para promover la autocensura con una política de comunicación que fue amplia, zigzagueante y difusa. E, incluso, está el caso del periodista Enrique Esteban desaparecido por dos meses en 1978.

Sin embargo, si bien el discurso crítico fue una constante de LT, Bettina no recuerda haber experimentado situaciones similares a las vividas por sus colegas del Río Negro (tal vez por la misma dimensión y llegada del periódico, como ella hipotetiza), y destaca que desde que salió LT siempre trabajaron con tranquilidad, aunque resguardándose. De todas formas, hubo dos indicios que demuestran que el semanario no pasaba desapercibido para el régimen militar: por un lado, Hugo y Bettina fueron convocados al Comando de la Brigada de Infantería de Montaña VI para que se presentaran e indicaran los objetivos de la publicación, y, por el otro, vivieron una situación confusa con supuestos patrocinadores que luego descubrieron que eran personal de inteligencia.

En cualquier caso, frente a la magnitud de lo vivido a lo largo de 1987, que determinó el cierre de la publicación al año siguiente, estos controles son relativizados en el testimonio como cuestiones menores. Así, en la experiencia de LT de Bettina, el verdadero censor fue el MPN y/o el gobierno de Felipe Sapag, no el gobierno del general Domingo Trimarco, a cargo del ejecutivo provincial entre fines de 1978 y 1983. De hecho, constantemente destaca a ese gobierno como respetuoso de la labor periodística, aunque con tensión al indicar que “hacer periodismo en dictadura es bastante difícil porque tenés que ser un flan como para poder manejarte, pero en el último período que estuvo Trimarco (…) se hizo mucho más fácil poder expresar lo que querías”27. Estas contradicciones pueden advertirse en el siguiente diálogo:

B: Gobernaba Trimarco, qué tipo hermoso, la verdad, un genio. Fue, creo, el único militar así con el que se podía hablar, de buen humor, amoroso, bárbaro. Trimarco fue un tipo bárbaro.

E: O sea, no se lo veía como lo que uno ve la representación del….

B: No era la dictadura, no, no, no, no. Las conferencias de prensa eran una risa, viste, con él

E: ¿Y a ustedes los dejaban trabajar tranquilos?

B: Sí, sí, sí, sí, sí, no tuvimos…. A partir de ahí que decidimos… sí, hubo investigación, desapareció el Gordo Esteban, que era el corresponsal de Clarín en ese momento, este… Pero no, no tuvimos, nos cuidábamos, nos protegíamos, viste, por ahí a nosotros nos convocaron al destacamento para que nos presentáramos. Y, qué vas a decir: “soy fulana de tal, DNI tal, vamos a trabajar, a hacer esto”28.

Es relevante tener en cuenta que los años más álgidos de la represión en Neuquén, cuando se produjo la desaparición del corresponsal de Clarín, transcurrieron mientras estaba el general Martínez Waldner como gobernador provincial (1976-diciembre de 1978), momento en el que aún LT no se publicaba, pero sí las revistas deportivas29. Aunque Bettina no menciona a Martínez Waldner, señala un cambio en las condiciones para ejercer el periodismo con el gobernador Trimarco en el poder y, de hecho, es a mediados de su mandato que LT comenzó a publicarse. Si bien puede llamar la atención esta mirada sobre un funcionario de la dictadura, esta era una apreciación compartida entre muchos periodistas de la región, al punto que a fines de 1982 le organizaron un agasajo a Trimarco por el respeto a su labor30.

En definitiva, la primera etapa de LT terminó en 1988, con gran tristeza para Hugo y Bettina, que sentían que estaban haciendo un “buen producto”, pero que era imposible de sostener económicamente porque los “ahorcaron”. De hecho, esa cuestión fue denunciada por el periódico en varias ocasiones, y en forma elocuente en el último número:

La misma Trasti —como solemos llamarla en la intimidad— que en sus más de siete años de trayectoria modesta pero independiente, que ejerció un periodismo valiente en años procesistas cuando era mal visto todo aquel que intentaba romper los rígidos moldes del pensamiento castrense se despide con esta nota “tipeada” en el mismo momento en que a pocas cuadras de aquí, la ciudadanía neuquina repudia el golpe del 24 de marzo del ´76.

Y, si de ironías hablamos, mientras aquí dejamos caer el telón, el gobierno provincial finaliza acuerdos con agencias de publicidad y canales de televisión, gestiona créditos fastuosos en el banco provincial y selecciona periodistas genuflexos para poner en marcha los primeros días de abril un noticiario, “Telediario”, que seguirá adoctrinando a la ciudadanía neuquina con mal disimulada propaganda oficialista. Los mismos funcionarios democráticos que ayudaron a sellar nuestra suerte, negándonos una cuota mínima de publicidad oficial porque pensábamos distinto que ellos. (…)

Pocas veces debe haber sido menos deseado el cierre de un medio, al menos para quienes lo hacen (…). Solo había ganas de seguir estando cada viernes en los quioscos, contra viento y marea. Un “pasquín” digno, sin embargo, no asegura un pasar digno para quienes lo hacen. ¡Y basta!31.

Reflexiones finales

El trabajo reconstruyó la historia del periódico neuquino LT, basándose principalmente en la entrevista a Bettina Introzzi, en diálogo con los testimonios de otros periodistas que intervinieron en la publicación y de la superficie redaccional del periódico. A partir de focalizar en la experiencia de la pareja fundadora, el artículo indagó en los orígenes de la publicación, el devenir de la misma, su línea editorial, y las dificultades del oficio periodístico en dictadura y —subsidiariamente— en democracia. En este punto, es de destacar que el presente estudio de caso consiste en un primer avance de investigación sobre el mundo de la prensa y la dictadura en Neuquén, que abre múltiples interrogantes y líneas a futuro.

En tal sentido, y teniendo presente la interesante propuesta historiográfica realizada por las investigadoras Patricia Orbe y Carolina López (2023) de abordar el mundo de la prensa desde la perspectiva histórica regional y local, al considerar lo fructífero de analizar cada caso en función de un juego de escalas —interconectadas y no superpuestas—, que habilite una mirada situada, desde una multiplicidad de dimensiones, y que problematice las periodizaciones tradicionales, resulta relevante realizar algunas aclaraciones sobre los alcances, los aportes y las limitaciones del presente trabajo.

En primer lugar, al centrarse en la “experiencia” de LT de Bettina y Hugo, este estudio abordó la historia de la publicación desde una mirada microanalítica y multidimensional, pero priorizando sobre todo los cruces entre la historia social y política. Al respecto, la trayectoria de la pareja nos aporta diversos aspectos a tener en cuenta para reflexionar sobre el trabajo periodístico en tiempos de terrorismo de Estado. En primer lugar, demuestra el impacto del autoritarismo y el incremento de la violencia política en las vidas de personas “corrientes”, sin militancia, pero con un gran compromiso profesional. Asimismo, da cuenta de la búsqueda por continuar con el oficio, pero desplegando diversas estrategias para adaptarse a la situación, sin por ello ceder en la propia concepción ética del periodismo como servicio. Así, Hugo y Bettina tomaron la doble decisión de trasladarse a una localidad pequeña y más tranquila —en comparación con la Capital Federal—, y a la vez de realizar diversos emprendimientos editoriales deportivos, posponiendo la ilusión de publicar un periódico de interés general. Luego, una vez que percibieron que el clima político se había distendido o, por lo menos, que el régimen militar estaba perdiendo legitimidad y la sociedad comenzaba a movilizarse, reactivaron su proyecto logrando concretar su sueño.

Ello nos sugiere que los márgenes de lo decible —si bien nunca claramente definidos— eran percibidos por los actores, y condicionaban su labor. Sin embargo, también demuestra —como ha sido comprobado para otros casos de estudio— que esos límites no eran infranqueables y eran disputados por los periodistas, que buscaban intersticios para “decir nada y expresarlo todo” (como afirmaba Ortiz). De hecho, Hugo y Bettina no esperaron las condiciones supuestamente ideales del establecimiento de la democracia para publicar LT: concretaron el periódico cuando aún la represión, el autoritarismo y el control de la información continuaba vigente y transgredieron los márgenes de lo decible constantemente.

En segundo lugar, al reducir el lente en sus vivencias, la investigación obligó a repensar las escalas temporales, ya que las periodizaciones tradicionales como los cortes políticos institucionales, no respondían al objetivo de comprender la historia de LT desde el primer esbozo del proyecto editorial. Así, si bien la publicación se fundó en 1981, durante la última dictadura militar, el análisis desbordó ampliamente el período del gobierno de facto. Al focalizarse en la “experiencia” de LT de la pareja fundadora desde que era solo una idea hasta su concreción, el artículo abordó las condiciones del trabajo periodístico bajo el terrorismo de Estado desde el tercer peronismo. Asimismo, en el otro extremo del arco temporal, contempló el cierre de la publicación en 1988, en pleno gobierno democrático, no como un incidente a analizar en su especificidad (puesto que excede ampliamente los objetivos de este trabajo), sino porque ese acontecimiento resultaba nodal para explicar la relativización de los controles y la censura ejercida por la última dictadura en la memoria de Bettina.

En tercer lugar, el trabajo avanzó en el cruce de escalas espaciales, al contemplar el impacto nacional y local de las políticas hacia los medios de comunicación desplegadas por la dictadura, en base a las distintas obras de referencia sobre el tema. Sin embargo, ante la inexistencia de investigaciones generales sobre la prensa bajo el terrorismo de Estado en Neuquén, lo reconstruido en este trabajo a partir de los testimonios de periodistas publicados en obras de compilación o recolectados para esta investigación, es solo un puntapié inicial que resulta necesario ampliar y profundizar en futuras pesquisas. En particular, la continuación de las indagaciones sobre las relaciones entre el gobierno neuquino y el mundo de la prensa tanto en dictadura como en democracia constituyen una problemática de central interés.

En tal sentido, el caso de LT pone en cuestión la perspectiva que escinde la dictadura y la democracia como dos momentos antagónicos y de ruptura integral en todas las dimensiones, abonando los estudios que han revisitado la “transición democrática” para reflexionar sobre las continuidades de algunas prácticas entre gobiernos de facto y constitucionales. El cierre de LT debido al quite de la pauta publicitaria por parte de un gobierno democrático y las presiones del partido gobernante para que no tuviera publicistas dan cuenta de que los controles y la censura a la labor periodística no ha sido una práctica exclusiva de regímenes de facto, sino que ha sido un continuo en la historia argentina, aunque a veces según la naturaleza del gobierno han sido distintas las estrategias para aplicarla. En contrapartida, el hecho de que la fundadora de LT destaque que —en su experiencia— trabajaron con mayor tranquilidad —con resguardos, claro— durante el gobierno de facto del general Trimarco que en el democrático de Sapag nos advierte sobre la imperiosa necesidad de avanzar en investigaciones que se centren en los vínculos entre la dictadura y la sociedad civil a nivel local, siendo la prensa uno de los actores nodales a considerar.

Bibliografía

Fuentes

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Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

Entrevista a Walter Pérez, Cipolletti, 12 de junio de 2023.

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  1. 1 El artículo analiza la primera etapa de LT, que se extendió hasta 1988. Luego, el periódico volvió a publicarse en el período 1997-2001, pero con un elenco de periodistas —en gran parte distinto. En esa segunda etapa, Bettina y Hugo no intervinieron, solo prestaron el nombre de una publicación ya con una identidad definida.

  2. 2 El análisis realizado se ancla en el cruce de la historia de las actitudes sociales bajo gobiernos autoritarios y la historia sociocultural de la guerra. Sobre esas perspectivas, cfr. Lvovich (2018) y Rodríguez (2017).

  3. 3 A diferencia del sentido común que suele asociar la censura a aquello que se prohíbe, concebimos la censura como un dispositivo de control complejo, que contempla tanto medidas ligadas a la producción y circulación de un discurso cultural propio, como a la represión y control del discurso del adversario o enemigo, que en el caso de la última dictadura militar, era el “subversivo”, “disolvente” y destructor de los valores de la “civilización occidental y cristiana”. En tal sentido, las investigaciones tempranas sobre la censura cultural entre 1960 y 1983 realizadas por Avellaneda (1986) analizan los tópicos de ese “discurso de censura cultural” en dos etapas: una de configuración y acumulación entre 1960 y 1974, y otra de sistematización, entre 1974 y 1983; por ende, el autor demuestra las continuidades de esas prácticas entre gobiernos democráticos y autoritarios. Asimismo, tanto Avellaneda (1986) como Sarlo (1988) advierten tempranamente que la censura se aplicó de forma oblicua y que su ubicuidad profundizó la extensión de la misma. En este punto, Avellaneda identifica cuatro niveles de censura en una escala decreciente de visibilidad que aseguraron su efectividad: 1- leyes y decretos publicados; 2- “Palabra censoria de transmisión interna” en las organizaciones, como el memorándum y la circular; 3- “Artimañas latentes en los vericuetos y en los rincones oscuros de la legislación censoria y de ciertas ordenanzas no relacionadas directamente con la vigilancia de la cultura” (1986: 46), como la manipulación del crédito oficial y las políticas de fomento a la cultura usadas para “presionar, modelar y anular al productor y al director que no se adapta al discurso de censura” (1986: 47); 4- Observaciones, recomendaciones, llamadas telefónicas, advertencias o listas negras, que circularon, pero en forma oculta, no oficial. En el extremo de esta escala, se encontraba la persecución, desaparición, asesinato y exilio de gran cantidad de agentes culturales. Sintetizando, retomamos a Ramirez Llorens (2016), que propone concebir la censura tanto en su faz reactiva como proactiva, es decir, contemplando tanto políticas de prohibición como las de protección y promoción que se articulan y son aplicadas por parte de un conjunto de actores políticos y sociales.

  4. 4 Sobre el caso Esteben, cfr. Iturralde (2019).

  5. 5 “La Subversión y los testimonios de su fracaso”, 25 de abril de 1977, Río Negro, pp. 10-11 (en: Bergero, 2011: 16).

  6. 6 Entrevista a Walter Pérez, Cipolletti, 12 de junio de 2023.

  7. 7 Sin título, marzo de 1981, LT, p. 1.

  8. 8 “Disparen sobre Neuquén”, 21 de enero de 1982, LT, [nota de tapa]. Por su parte, los términos “proyecto expoliatorio” y “despojo” aparecen en las notas de tapa “El gas es de Neuquén, las ganancias ajenas” (24 de diciembre de 1981) y “El futuro neuquino en juego” (14 de enero de 1982).

  9. 9 De todas formas, es importante destacar que si bien el periódico se alzaba en defensa de los recursos provinciales y pretendía “servir a la provincia y su comunidad” —como indicaba en el primer editorial—, la publicación circulaba principalmente en Neuquén capital, con una llegada limitada a las ciudades del interior de la provincia. Aunque en esos años contaba con corresponsalías en Centenario, Cutral-Co, Plaza Huincul y Zapala, la mayoría de las noticias cubrían los acontecimientos ocurridos en la ciudad cabecera de la provincia, sus publicidades provenían de comercios capitalinos, y la principal zona de distribución era la ciudad de Neuquén.

  10. 10 Si bien, a nivel nacional, se suele situar el inicio de la crisis política de la dictadura hacia 1979 cuando comenzó la descomposición del régimen en paralelo a un incipiente proceso de movilización social (Franco, 2018; Alonso, 2018), en Neuquén es posible rastrear indicios claros de esa pérdida de consenso en la esfera pública recién hacia fines de 1980 y en 1981. De hecho, la primera movilización pública de los organismos de derechos humanos acompañados por la Iglesia católica fue en 1980, pero ese accionar continuaba siendo puntual y aislado. Recién en 1981 encontramos el surgimiento de organismos multipartidarios y/o multisectoriales en clave crítica del régimen y en busca del retorno al estado de derecho (como “Convergencia” y “Multipartidaria”), la reorganización incipiente de partidos políticos, de los sindicatos, de las cámaras empresarias y de agrupaciones estudiantiles universitarias, así como la aparición de nuevas publicaciones críticas al gobierno, como la mencionada revista Comunidad, el relanzamiento y modernización de la revista Calf y LT. Cfr. García (2018) y Rafart (2019). Sobre el rol de la Iglesia neuquina en la dictadura, cfr. Azconegui (2024).

  11. 11 “La democracia llama”, 21 de octubre de 1981, LT, [nota de tapa], pp. 1-3.

  12. 12 “La democracia llama”, 21 de octubre de 1981, LT, [nota de tapa], pp. 1-3. Respecto al cuestionamiento del cercenamiento de las libertades y derechos, también resulta significativo el editorial “Libertades que faltan”, publicado en el sexto número (septiembre de 1981, LT, p. 4).

  13. 13 Entrevista a Walter Pérez, Cipolletti, 12 de junio de 2023.

  14. 14 “Las Semanas”, 7 de octubre de 1981, LT, p. 2.

  15. 15 Este apartado se basa en la entrevista a Bettina Introzzi (Neuquén, 26 de julio de 2024). Bettina nació en Pergamino (provincia de Buenos Aires). A principios de los años 70 comenzó su carrera en la editorial Abril. En 1972 se casó con el reportero gráfico Hugo Rodríguez, con quien compartió la pasión por el periodismo. Vivieron en Capital Federal hasta 1976, cuando se mudaron a Cipolletti. Allí continuaron con su profesión, primero con proyectos editoriales propios y luego trabajando en otros medios. A comienzos del siglo XXI se mudaron a Brasil, donde Hugo continuó dedicándose a la fotografía y Bettina, al budismo. Hugo falleció en 2002. Actualmente, Bettina es voluntaria de Alma, una agrupación de lucha contra el mal de Alzheimer.

  16. 16 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  17. 17 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  18. 18 Hay una ingente bibliografía al respecto, desde el informe fundante “Nunca Más” realizado por la CONADEP.

  19. 19 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  20. 20 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  21. 21 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  22. 22 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  23. 23 El MPN surgió en 1961 como un “partido neoperonista” en el contexto de proscripción del peronismo, liderado por los hermanos Felipe y Elías Sapag. Es el partido hegemónico de Neuquén, que ha gobernado la provincia en forma ininterrumpida desde 1963 hasta 2023, en los períodos constitucionales y algunos de sus integrantes han sido parte de los planteles de los regímenes militares. Cfr. Favaro (1999).

  24. 24 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  25. 25 Como indicamos, la censura consiste en un dispositivo de control complejo que contempla tanto medidas proactivas como reactivas, y atraviesa gobiernos autoritarios y democráticos. Desde esta perspectiva, el recorte de la pauta publicitaria por parte del gobierno provincial y las presiones del partido de gobierno hacia los avisadores se conciben como prácticas de censura destinadas a LT. Si bien el análisis de las políticas hacia los medios de comunicación aplicadas por el gobierno neuquino de posdictadura excede ampliamente el objeto de estudio del artículo (que solo menciona este incidente para comprender su carácter de hito en el testimonio de Bettina, y por ende la minusvaloración de otro tipo de controles padecidos en dictadura), es de destacar —a modo de indicio— que existen investigaciones sobre esta misma práctica de quite de publicidad oficial y otras presiones a distintos medios de prensa por parte del MPN como partido de gobierno en otros períodos históricos. Cf. Asociación por los Derechos Civiles (2005) para inicios del siglo XXI. Sobre los vínculos entre el MPN y la prensa en los 70, también resulta de interés la investigación de García (2019) centrada en el Sur Argentino, conocido como el “diario de los Sapag”, que se publicó entre 1970 y 1978.

  26. 26 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  27. 27 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  28. 28 Entrevista a Bettina Introzzi, Neuquén, 26 de julio de 2024.

  29. 29 Sobre el terrorismo de Estado en Norpatagonia, cfr. Scatizza (2016).

  30. 30 “Reconocimiento por el respeto a los trabajadores de prensa del Neuquén”, 30 de diciembre de 1982, LT, p. 12. Si bien excede ampliamente el objeto de estudio de este trabajo, es de destacar que esta opinión sobre Trimarco era extendida en la sociedad neuquina e incluso aparecía continuamente en LT, al punto que se llegó a especular que podría ser candidato en las elecciones de 1983. Tal vez ello se deba a las continuidades entre las políticas económicas y sociales de Trimarco con las implementadas en el anterior gobierno de Sapag, aun en cuestiones vinculadas al estado de Bienestar o a la defensa de los recursos neuquinos. Cfr. Rodríguez y Azconegui (2019).

  31. 31 “La última de la última”, 25 de marzo de 1988, LT, [contratapa].

Figura 1.

Fuente: “Disparen sobre Neuquén”, 21 de enero de 1982, LT, [nota de tapa].

Figura 2.

Fuente: “La democracia llama”, 21 de octubre de 1981, LT, [nota de tapa].