Breward, Christopher (2024), El traje. Forma, función y estilo, Buenos Aires, Ampersand, 200 páginas°
María Julieta Giacomelli*
Fecha de recepción
20 de octubre de 2025
Aceptado para su publicación
24 de noviembre de 2025
El libro El traje. Forma, función y estilo, del historiador del arte británico Christopher Breward, forma parte de una serie de escritos de la Editorial Ampersand que funcionan como una caja de herramientas para quienes procuran analizar la indumentaria como un hecho básico de la vida social. Adoptando la estrategia de la tradicional colección de libros de moda, popular en diversos espacios del globo, los diez tomos logran llegar a un público ávido de conocimientos sobre el sistema general de indumentaria, a través de una escritura de divulgación científica y, en algunos casos, ensayística, que referencia aportes de reconocida relevancia en este campo de conocimiento. La propuesta de esta editorial es acercar, en lengua española, a un conjunto de autoras y autores de habla inglesa e italiana que han contribuido al estudio de esta área, para revalorizar la moda como una manifestación de la cultura material pasible de indagación por las ciencias sociales.
Si bien están situadas en un contexto en el que este sistema se encuentra configurado a partir de instituciones rigurosamente regladas que ponen en juego diversos mecanismos para perpetuar la continuidad económica y cultural de los centros tradicionales de poder, esas investigaciones permiten elaborar interrogantes que fomentan el abordaje de este fenómeno desde una perspectiva anclada en Latinoamérica. Asimismo, esta colección, en la búsqueda de potenciar la divulgación, promoción y producción del conocimiento sobre las prácticas del vestir y del consumo a nivel local, incorpora cinco tomos con los estudios que en los últimos años investigadores e investigadoras han realizado sobre el actual territorio argentino.
En este escrito, que fue publicado en lengua inglesa en 2016, Breward analiza la complejidad del traje, un indumento considerado desde el saber no especializado como el uniforme masculino predilecto, y, por ello, como un conjunto de prendas inmutables a las que se les atribuyen valores culturales como la elegancia, la formalidad y la distinción. En todos los capítulos, Breward pone en diálogo obras literarias, recursos iconográficos, prendas conservadas en museos y películas, por lo que sus aportes poseen una gran carga empírica.
En la introducción, el autor da centralidad al proceso de confección de trajes y a sus creadores. Repara en que los mismos simulan simpleza, pues suponen una rigurosa elaboración que ha variado a lo largo del tiempo, ya sea por su adaptación a actividades de esparcimiento como por la variabilidad de telas y detalles para denotar la pertenencia a una clase social y a un espacio de trabajo determinados. Desde esta perspectiva, recupera la historia de la confección y reconoce que hasta el siglo XVII, en el espacio del gremio, sastres y artesanos carecían de poder de creación por la permanente negociación con los clientes respecto de la elaboración de prendas, cuestión que cambió rotundamente cuando comenzó a cobrar peso el papel del creador. Además, Breward incorpora investigaciones que sostienen que en ese período se comenzó a simplificar el traje (Kuchta, 2002). Esto cuestiona la noción generalizada de la portación por los hombres de indumentos llamativos en ese contexto hasta que, iniciado el siglo XIX, comenzaron a utilizar el traje negro de tres o dos piezas, lo que fue denominado como “gran renuncia masculina” (Flügel, 1930).
Con la Revolución Industrial se inició un proceso de confección bipartito: el mecanizado —que se sofisticaría con la llegada del prêt à porter, a mediados de 1940— y la realización a medida del traje. Sobre este último, el autor ofrece diversas miradas respecto a las inquietudes que ha revestido la labor del sastre: desde un conocimiento profundo de la anatomía humana, como la búsqueda de la estandarización a través de la construcción de sistemas geométricos y racionalizados basados en el rigor científico, hasta la presencia en los medios de comunicación de anécdotas polémicas respecto a la intimidad que se establecía con los clientes durante el momento de toma de medidas. En consecuencia, el traje ha ingresado en el guardarropa moderno y se le ha cargado significaciones que aún suscitan interrogantes que el libro busca responder.
En el capítulo 1, “El traje apropiado”, el eje se encuentra en la reflexión sobre las influencias a las que evoca el traje, para revisar aquellas nociones que asocian su surgimiento con la disciplina y con la demarcación de las diferencias entre los cuerpos masculinos. En este sentido, Breward examina las distintas maneras en que los atuendos militares y las prácticas vestimentarias de diversos grupos religiosos reformistas promovieron determinados colores, códigos, estéticas y valores que se le atribuyeron al traje. Así, el autor desarrolla los modos en los que estas tradiciones convergieron en la difusión de representaciones sobre los cuerpos masculinos, desde el siglo XIX hasta el presente, reconociendo momentos de inflexión. El primero inicia con la consolidación del capitalismo e identifica la configuración de trajes adecuados para profesionales liberales, diferenciados de los atavíos portados por los trabajadores, asociados con el descuido, la pereza y la criminalidad. Otro de los períodos que Breward pone de relieve es el de los conflictos bélicos mundiales, que fomentaron la creación de prendas modernas, funcionales y utilitarias. En tercer lugar, focaliza en los años 60, para concluir que aun en contextos de revoluciones juveniles, el peso simbólico del traje continuó e incluso adquirió uno mayor durante 1970 y 1980, cuando, con el advenimiento de la globalización, su rol en el ámbito empresarial aumentó al constituirse en muestra visible de elegancia y competitividad, lo que se profundizó en los años 90 al transformarse en un indicador de pertenencia a espacios sociales del jet set. Por último, Breward asegura que en la actualidad, a partir de los años 2000 y con la crisis internacional del 2008, el traje convive con la chomba y pantalón de gabardina, lo que para algunos ha significado la retirada potencial de este indumento. En síntesis, este recorrido le permite asegurar que el traje se constituyó en elemento fundador de la sociedad moderna occidental, ya que justamente el aspecto de los cuerpos masculinos potenció y/o desalentó los vínculos sociales, económicos y culturales en la arena pública.
Breward, en el capítulo 2, “Naciones adaptadas”, parte del caso del “hombre inglés” para abordar el impacto de los vínculos colonialistas en la confección y portación de prendas. A partir de ejemplos concretos, ofrece una visión que enriquece el tradicional enfoque sobre las relaciones entre Inglaterra y sus territorios de ultramar. El análisis empírico le permite afirmar que, desde el siglo XVII, una porción de la aristocracia británica adoptó prendas que formaban parte de las vestimentas ancestrales de los pueblos dominados. No fue hasta mediados del XIX, por las rebeliones en las colonias, que la corona impuso estrictas reglas sartoriales, por lo que se relegaron los indumentos apropiados al ámbito privado. El autor procura atender a las respuestas de los espacios periféricos ante el hecho indumentario extranjero, y las explora en dos vías: como resistencia, con los casos del sherwani y el khadi indios o del traje mao en China; y como apropiación, basándose en la adopción de indumentos extranjeros en el Japón de la dinastía Meiji. Un ejemplo paradigmático es el de los sapeurs en la República del Congo, varones que, luego del proceso de descolonización y del retorno de emigrados desde París en los años 80 y 90 del siglo pasado, se apropiaron del dandismo como estilo aspiracional y muestra exultante de la igualdad. En resumen, en este capítulo se observa, en el reconocimiento de la otredad, la diversidad de masculinidades que han manipulado las prendas con propósitos diversos para constituir sus cuerpos en vehículos activos y perceptivos de la existencia situada en espacios y tiempos concretos (Entwistle, 2002).
Respecto de esto último, Breward revisita en el capítulo 3, “La elegancia del traje”, la figura del dandi y observa que sobre el traje se elaboraron debates, se lo ha pensado como sinónimo de estilo y se configuró como un dispositivo para la disidencia y la disrupción. En este punto, su análisis inicia a fines del siglo XVII y abarca el siglo XVIII, cuando comenzó la condena a la figura del molly, la burla al petimetre y la crítica al macaroni, tres expresiones masculinas que trasgredían los códigos varoniles del traje sobrio que los sectores mercantiles comenzaron a imponer. Para inicios del siglo XIX, y como ícono de un contexto de transición entre prácticas aristocráticas y burguesas, surgió el término dandi, personificado en Beau Brummel, quien buscó otorgar una jerarquía especial a la manera de usar y posar con el traje, con la divulgación de modales refinados y de rituales, cuestión que influyó en Oscar Wilde. Ya entrado el siglo XX, algunos sectores subalternos asociados a orígenes étnicos particulares lograron oponerse a las reglas a través del Zoot suit, una propuesta vestimentaria que, pese a los ataques perpetrados a sus portadores en el espacio público, logró internacionalizarse, al igual que el estilo de los gánsteres que, con el cine hollywoodense, alcanzó un alto impacto en las juventudes. En este punto, en lo referente a la proyección global de estéticas, Breward desarrolla en profundidad el caso del look italiano y el papel destacado de diseñadores como Armani, Albini, Versace y Ford —estadounidense contratado por Gucci— para la configuración, desde la segunda posguerra, del traje italianizante como sinónimo de elegancia, lujo y sensualidad. La sección finaliza con la reflexión sobre la cooptación del traje por las mujeres, para lo cual rastrea las funciones que estas le han atribuido: su apropiación para satisfacer las necesidades de las nuevas actividades femeninas, o bien su reacondicionamiento a fin de dar visibilidad a las disidencias. En definitiva, este indumento, aparentemente inmutable, fue maleable a los intereses de los sujetos, lo que se tradujo en la transformación de su estructura y de los destinatarios tradicionales convocados a habitar este conjunto de prendas.
Por último, en el capítulo 4, “El traje y sus significados”, Breward reconoce su potencialidad como motor creativo para diversos actores del campo del arte. Así, indaga las opiniones de arquitectos, como Loos y Wigle, y focaliza en Le Corbusier, quien consideraba a este atuendo como símbolo de funcionalidad y civilización, pues identificaba que su carácter racional y la ausencia de decoración prometía la posibilidad de abstraer los cuerpos de jerarquías sociales. Continúa con experiencias de la vanguardia futurista, para lo cual menciona el manifiesto Il vestito antineutrale, una propuesta de Balla basada en otorgar dinamismo al traje; y la tuta, desarrollada por Michahelles, un overol utilitario que se posicionaba contra la moda femenina, que dialogaba con su publicación “Manifiesto para la transformación del traje masculino”, en el que manifestaba ser adepto a abolir sus elementos compositivos. Del mismo modo, Breward observa su implicancia en distintas esferas, como en la política, por la existencia de un partido inglés que buscó la reforma de la vestimenta masculina; y en escritos que reflexionaron sobre las relaciones entre moda y modernidad, inspirados en las representaciones pictóricas del traje en los impresionistas durante la década de 1870. Posteriormente, reconoce a este indumento como vehículo creativo en diversos ámbitos, como en la exploración para prácticas artísticas posmodernas y performáticas, registradas mediante la fotografía; en la música, a través de temáticas y portadas de discos que criticaban sus usos elitistas; en el cine, donde se narraron historias a través de la sastrería; y en la moda, como medio utilizado por diseñadores para proponer en pasarelas lenguajes vanguardistas y explorar en las intersecciones entre este campo y el arte contemporáneo. En resumen, se observa que el traje sobrepasa su papel utilitario y de intercambio en el mercado para constituirse en un dispositivo con poder discursivo con implicancias en la cultura popular.
En el epílogo, Breward examina los “Trajes del futuro”. En ese apartado, el autor plantea que la masculinidad tradicional se encuentra en crisis, pero las tendencias individualistas y narcisistas contemporáneas promueven la continuidad de este atuendo, aunque matizado y para un público que sin dificultades accede a marcas de alta gama. Por su parte, el traje se ha convertido en receptáculo de creatividad para diseñadores que lo ponen en diálogo con diversas subculturas, materiales y lenguajes artísticos. Finalmente, observa que es utilizado como un conjunto de prendas que permite articular la industria, la tecnología y la ecología, a fin de imaginar nuevos porvenires.
En líneas generales, este libro se constituye en un aporte fundamental, dado que cuestiona categorías que han imbuido al traje como dispositivo disciplinario inmutable, pues si bien continúa permeado de simbologías con las que fue asociado desde sus orígenes, Breward elabora una hoja de ruta para rastrear las diversas formas en las que se conforma en un medio para la resistencia, la disrupción y la exploración. Al mismo tiempo, incluye fuentes históricas de análisis que mayoritariamente forman parte de la memoria colectiva, lo que permite la indagación de la materialidad, de los consumos y las huellas de este atuendo desde Latinoamérica.
Bibliografía
Entwistle, Joanne (2002), El cuerpo y la moda. Una visión sociológica, Barcelona, Paidós.
Flügel, Karl (1964), Psicología del vestido, Buenos Aires, Paidós, [1930].
Kuchta, David (2002), The Three-Piece Suit and Modern Masculinity: England, 1550–1850, California, University of California Press.
© 2025 por los autores; licencia otorgada a la revista Cuadernos del Sur Historia. Este artículo es de acceso abierto y distribuido bajo los términos y condiciones de una licencia Atribución-No Comercial-Compartir Igual 4.0 (CC BY-NC-SA 4.0) de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/.
° https://doi.org/10.52292/csh5420255574
* Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. ORCID: https://orcid.org/0009-0009-8178-345X. Correo electrónico: magiacomelli@abc.gob.ar.
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