D´Onofrio, Julia (2019), Cervantes frente a la cultura simbólica de su tiempo. El testimonio de las Novelas ejemplares, Buenos Aires, Eudeba, 467 páginas

Verónica Marcela Zalba*

Cuadernos del Sur - Letras 48 (2018), 69-71, ISSN 1668-7426 EISSN 2362-2970

Fecha de recepción

20 de abril de 2020

Aceptado para su publicación

12 de mayo de 2020

En este libro se desarrolla una propuesta de análisis de la relación entre el género emblemático (cuyo origen data de mediados del siglo XVI y su florecimiento se dió en el siglo XVII) y la obra de Cervantes, como autor representativo del Siglo de Oro español. Debido a la extensa obra del escritor, justifica la delimitación del corpus a las Novelas ejemplares por la relación de estos textos con la emblemática. La autora argumenta razones como el formato breve de las mismas, su organización y la multiplicidad de sentidos que puede observar el receptor, así como lo poco estudiado que ha sido el tema, rescatando como una excepción significativa la figura de Ignacio Arellano.

El enfoque detalla los modos de representación del arte y la literatura en el ámbito cultural de la época y la singularidad de Cervantes autor, así como su forma particular de plantarse frente a las prácticas simbólicas de su tiempo. Ese plano simbólico de la representación cultural barroca es redefinido a través de los conceptos de Antonio Maravall pero desde la mirada renovadora de Fernando Rodríguez de la Flor, quien privilegia la fuerza del arte en esas tensiones de la época destacadas en el presente estudio. Se encuentra dividido en tres partes con una introducción en donde resume conceptos claves, describiendo cómo fue replanteando el curso inicial de la investigación para ampliarlo a prácticas simbólicas propias del Barroco.

En la primera parte, define a lo largo de su primer capítulo el concepto de “cultura simbólica” en el Siglo de Oro, para abordar en el segundo con mayor detenimiento la emblemática como género, cuyo carácter sintético es eficaz para la recepción, sin dejar de lado su aspecto hermético. Destaca como ejemplo el famoso Emblematur liber de Alciato (1531) y sus sucesivas enmiendas. Desarrolla la estética del Barroco a partir del concepto de ut pictura poesis horaciano, el entrecruzamiento de diversas teorías estéticas y la función didáctica de los emblemas, especialmente en España, donde su inserción en los sermones de los clérigos genera fascinación tanto como propicia su enorme difusión. En el último capítulo, desarrolla tres propuestas para estudiar la emblemática. Una de ellas, a partir del rastreo de fuentes; otra, a partir del reconocimiento de la estructura emblemática, modelos de construcción e interconexión. Por último, la más amplia, reúne a modo enciclopédico el léxico simbólico de su tiempo. La autora afirma que estas tres formas (en su conjunto o de manera individual) proporcionarán al investigador un abordaje más profundo y acertado del tema.

La segunda parte, la dedica a Cervantes y su época, realizando un recorte sobre la bibliografía más apropiada al tema de estudio. Se detiene especialmente en el uso que hace el autor de lo simbólico, variando el enfoque y poniendo el acento en la recepción, englobando tanto la instancia de creación como la de interpretación. Retoma conceptos de capítulos anteriores y distingue una nueva nomenclatura diferenciando los usos que Cervantes hace de la alegoría, el simbolismo emblemático o el símbolo a secas, dejando este último para referirse a los modos de creación. Dentro de la bibliografía realiza un recorrido que abarca desde los estudios clásicos de Américo Castro o Edward Riley, hasta otros más modernos como los de Ellen Lokos, John Cull y Antonio Bernat Vistarini. D’Onofrio traza sus divergencias con Aurora Egido o destaca a otros como Ignacio Arellano, a quienes dedica especial interés, subrayando nuevamente su pertinencia para la propuesta de este estudio y anticipando las dificultades que los investigadores pueden encontrar al abordarlos. La autora justifica sus lecturas dentro de un trabajo comparativo pero salvando las características individuales de los textos literarios y las conexiones entre ellos. Para finalizar, propone como modelo y guía de análisis la lectura de un soneto de Cervantes presente en su obra Viaje al Parnaso (publicada en 1614, un año después de las Novelas ejemplares) conocido como “¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza!” (escrito en 1598), dedicado al túmulo de Felipe II en Sevilla, demostrando la temprana presencia de lo simbólico en la obra cervantina y su interacción con el lector, de manera distintiva de las prácticas de representación de poder de su época.

En la tercera y última parte, la más extensa y central del estudio, se dedica a las Novelas Ejemplares. En el primer capítulo describe el Prólogo, donde se detiene en el prestigioso espacio del retrato dedicado al autor, cuya falta, en este caso, es interpretada como una desviación cervantina de esa icónica representación, ubicándose como mediador de la cultura frente a sus lectores. En el segundo capítulo, la autora hace un relevamiento de los motivos más recurrentes como la fortuna, la suerte o hado, la vida como viaje, camino o peregrinación, las dificultades como laberinto, el tiempo, la unión matrimonial, la envidia, la murmuración, el mundo natural, entre otras, acompañadas por las más reconocidas ilustraciones de Alciato o Covarrubias. También distingue aquellas de resonancia simbólica y las simbolizaciones emblemáticas. Establece en sus conclusiones una correlación entre los usos y la narrativa de Cervantes, ambos abiertos a multiplicidad de significados. En los sucesivos capítulos (del tercero al sexto) analiza en detalle las Novelas ejemplares que ilustran la fundamentación del extenso y completo estudio. Desde El Licenciado Vidriera, pasando por El celoso extremeño, El amante liberal, La ilustre fregona hasta La española inglesa, describe cómo esos mundos conflictivos provocan distintas interpretaciones y posibilidades de lectura, gracias a los bien administrados procesos de ocultamiento/revelación, evidenciados por las obras a partir de actitudes, vestimentas o armas de los personajes o la propia forma de construcción literaria. Destaca las figuras de las doncellas, representación de lo femenino por excelencia, núcleo significativo de la época capaz de contener en sí mismo conceptos opuestos, como vicio o castidad, al igual que lo pueden hacer los emblemas.

Para finalizar el estudio, nos presenta una coda a modo de broche final, donde reflexiona sobre las novelas que abren y cierran la colección. Por un lado, describe a La Gitanilla como un molde o arquetipo que Cervantes desplegará en la colección, siendo El Coloquio de los perros la obra central que recupera los desafíos narrativos planteados a lo largo de la colección, ensamblados artísticamente pero haciendo hincapié en la compleja cuestión de la recepción literaria.

En síntesis, se ofrece al investigador una abundante y detallada bibliografía, donde se distinguen ediciones y fuentes modernas, que se corresponden con los objetivos y enfoque sólidamente planteados al inicio, ampliando las perspectivas de búsqueda y análisis para aquellos especialistas que quieran desarrollar una investigación tanto de la cultura emblemática como de la extensa obra cervantina, para profundizar la indagación en aquellos textos que no pudieron ser abordados para el presente trabajo.

* UNS – CEMYLC. Correo electrónico: vmzalba@uns.edu.ar

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