Estación Miami: la experiencia diaspórica en crónicas de Legna Rodríguez Iglesias

Arturo Matute Castro*

Cuadernos del Sur - Letras 50 (2020), 103-122, E-ISSN 2362-2970

Este ensayo aborda la representación de la experiencia diaspórica en las colaboraciones de la escritora Legna Rodríguez Iglesias para la publicación digital El Estornudo, en cuyas páginas se publica gran parte de lo mejor del nuevo periodismo independiente cubano. Mi trabajo analiza la manera en que las crónicas de Rodríguez Iglesias apelan —a la par que construyen— a una comunidad lectora transnacional y que definiría la identidad cultural cubana en el presente. Analizo de qué forma las prácticas discursivas dentro del ciberespacio cubano sirven de contexto a obras como las de Rodríguez Iglesias y cómo estas dialogan con una tradición literaria que durante las últimas décadas se ha instalado y redefinido como parte de una geografía global. Observo, además, cómo conectan las crónicas de Rodríguez Iglesias con marcas escriturales asociadas con la llamada Generación Cero.

Palabras clave

literatura cubana

prensa independiente cubana

diáspora cubana

Fecha de recepción

8 de julio de 2020

Aceptado para su publicación

10 de marzo de 2021

* Kennesaw State University. Correo electrónico: acastr29@kennesaw.edu.

Resumen

In this essay, I analyze the representation of the diasporic experience in the articles written by Legna Rodríguez Iglesias for El Estornudo, one of the most celebrated Cuban independent outlets operating today. In particular, my article investigates how this renowned writer’s literary chronicles help shape and appeal to a transnational community of readers that defines the contemporary Cuban cultural identity. More specifically, I focus on discursive practices within the digital space of the Cuban diaspora that serve as a context for works such as those by Rodríguez Iglesias. These transnational narratives interact with a literary tradition established in recent decades and that is part of the new global geography that would define cubanness nowadays. Finally, I look at how Rodríguez Iglesias’ articles connect with the ‘written marks’ commonly associated with the so-called Generación Cero.

Keywords

cuban literature

cuban independent digital outlets

cuban diaspora

Abstract

103-122

Do

If the modern ‘problem of identity’ was how to construct an identity and keep it solid and stable, the postmodern ‘problem of identity’ is primarily how to avoid fixation and keep the options open.

Zygmunt Bauman, From Pilgrim to Tourist − or a Short History of Identity

Con la entrada del siglo XXI y la relativa flexibilización de los viajes de cubanos al exterior, la crítica cultural se ha preguntado por la posible condición transnacional de la literatura y el arte producidos dentro y fuera de la isla. La heterogeneidad de voces y obras refleja su cambiante dispersión global y su posicionamiento estratégico, no ya en relación a receptores en el ámbito cubano, sino dentro de un mercado cuyos límites son solo marcados por el grado de accesibilidad tecnológica a los nuevos formatos digitales. En este ensayo quiero tratar el hecho diaspórico en las crónicas de Legna Rodríguez Iglesias publicadas en el magazine cultural online El Estornudo. Tras la apariencia de readymades literarios (recolección de breves sucesos cotidianos de simulada futilidad) o como narraciones apresuradas a la manera en que los emigrados se transmiten entre sí experiencias formativas (manuales de supervivencia pragmática y emocional donde se gestiona la formación de una comunidad de iguales), estas crónicas funcionan como cápsulas de ontología iniciática para un emigrado, en pugna con el aprendizaje de las formas de vida locales y de los sujetos que la habitan. Son estas crónicas para El Estornudo un ejemplo de las complicadas relaciones del sujeto migrante con el espacio donde va construyendo, necesariamente, una nueva identidad, un nuevo mapa de intereses y referencias existenciales que —en el caso de aquellos que gravitan en el campo de las artes, la literatura o el periodismo— son compartidas con el lector en el contexto de una de las narrativas dominantes en la actualidad, la del sujeto transnacional.

El hecho de que una escritora tan reconocida como Rodríguez Iglesias decida compartir fragmentos de su vida reciente en Miami —a donde emigró hace apenas unos años— en una de las publicaciones punteras del periodismo independiente cubano y a petición de Carlos Manuel Alvarez1, uno de los fundadores de El Estornudo y prestigioso narrador a su vez, indica de por sí el interés lector por la dimensión transnacional del periodismo y la literatura cubana actuales. Jorge Duany ha demostrado la tenacidad de los lazos transnacionales en la sociedad cubana pese a la falta de representatividad y derechos de la comunidad emigrada frente al estado cubano (2019: 81 y siguientes). Sin embargo, a juicio de Duany, la renuncia a la nación como “categoría primordial de existencia” (2019: 95), es decir, el habitar plenamente la condición postnacional, se ve interferido por la adhesión de los emigrados a las comunidades de expatriados formadas en su lugar de destino, entre ellos Miami, y la existencia en estos espacios de servicios e instituciones que dialogan directamente con necesidades generadas por la realidad cubana. Estos espacios transnacionales donde se reconstituye la migración cubana prevalecen, desfavoreciendo la formación de un sentido de pertenencia que haya dejado atrás de manera absoluta los vínculos entre identidad personal y nacionalidad de origen.

De una altísima calidad temática y estética en gran parte de los casos, el nuevo periodismo cubano se realiza eminentemente dentro del contexto de las nuevas tecnologías y usa con eficacia las redes sociales y las modalidades discursivas más afines al entorno digital. Funcionando estos medios al margen del control estatal y con una autonomía inédita tras décadas de censura y regulación policial de las publicaciones oficiales, el periodismo independiente se centra en los dilemas, la falta de libertades y el creciente activismo de la sociedad cubana actual2. Sin embargo, la influyente comunidad en la diáspora cada vez tiene más presencia editorial, como parte de los contenidos que abordan los medios independientes y que directamente refieren a las experiencias de las distintas comunidades de cubanos establecidas alrededor del mundo. La novedad de los contenidos —frente a la opresiva grisura y falta de transparencia democrática de los medios estatales— incluye temas directamente relacionados con la Cuba diaspórica. No obstante, como observa Omar Granados, la inclusión dentro de las prioridades del ciberactivismo cubano —perfil a veces indiscernible del ejercicio del periodismo independiente en Cuba— de las relaciones con la diáspora, así como de la necesidad de derechos civiles para los cubanos, provoca no una mengua del nacionalismo identitario sino la ampliación de este concepto hasta incorporar garantías ciudadanas inéditas y nuevas reconfiguraciones geopolíticas:

The work of Cuban-based independent cyberactivists has dismantled Raúl Castro’s government positioning over the fabricate notion of Cubanía (that is, Cuban national identity as an intrinsic element of socialism), activating new forms of dialogue between intellectuals, artists, activists, and citizens in Cuba outside the state’s discursive apparatus. Cuban cyberactivism, for the most part, has subscribed to the notion of participatory democracy through networking. They have collaborated from a cultural platform toward engaging and informing citizens on their rights to free expression, and cultural and political difference as intrinsic components of Cuban national identity that have been excluded by the one-dimensional discourse of Cuban socialism (Granados, 2019: 176)3.

Debido a la fluidez y dinamismo de la comunidad diaspórica cubana, los colaboradores de las publicaciones cambian ámbitos de enunciación a menudo, en un trasiego internacional que los puede relocalizar a lo largo de diversos países y continentes. Debido a ello, cada vez hay más participación dentro del ciberespacio cubano de creadores con trayectoria nómada, conformando lo que Arjun Appadurai (1990) define como los nuevos mediascapes que son parte consustancial de los procesos de globalización acelerada ocurridos en las últimas décadas. También los sistemas de producción, además de los creativos, se reparten en territorios divergentes en el caso de los medios electrónicos cubanos.

Es indudable (y este ha sido uno de los temas de los estudios transnacionales) que la alta movilidad de grupos humanos implica también la re-creación de identidades (Fazal y Tsagarousianou, 2002: 9). Las comunidades diaspóricas cubanas emplazadas en diversos confines territoriales guardan tanto una cohesión interna —procesos de hibridación, transculturación y asimilación al patrón cultural dominante en el país de acogida— como frente a la sociedad cubana4. Junto a lo anterior, coexisten elementos identitarios comunes entre las comunidades de la diáspora cubana (llámense estas Ciudad de México, Madrid, Miami u otras de menor densidad poblacional pero culturalmente activas). Estos rasgos comunes rebasan el poder transformador de la vida local y resultan posibles gracias a las conexiones creadas por las redes sociales y las publicaciones en el espacio virtual, un mapa digital aledaño donde se forman vínculos e identificaciones entre cubanos distribuidos por el mundo. Entonces, de ser perceptible en la actualidad un marcado carácter postnacional en la obra de algunos autores cubanos, tales señas identitarias serían compartidas dentro de esta recepción pluriespacial. En otras palabras, un(a) lector(a) de una crónica de Legna Rodríguez Iglesias circunscrita a Miami puede reconocer elementos de su propia experiencia diaspórica, pese a estar radicando en ese entonces en Berlín o Estambul.

Otra dimensión importante a tener en cuenta a la hora de evaluar el ciberespacio diaspórico, en su creación de red de comunidades transnacionales, es la manera en que elementos imaginativos y emocionales —en este caso en particular, la subjetividad inherente a la escritura y el periodismo literarios— son incorporados al dibujo de un espacio que describe el ámbito de realización y de aprendizaje social del sujeto migrante. El ciberespacio, siendo un contexto de formación de identidad real, difunde a escala global acepciones múltiples y lecturas diversas de la condición nómada. La memoria, instancia personal, es uno de los terrenos de la subjetividad donde se construye la identidad diaspórica, sin que ello le impida resonar y encontrar semejanzas dentro de la experiencia individual de otros sujetos migrantes.

Ana Belén Martín Sevillano ha estudiado el peso que tuvieron algunas publicaciones seriadas dentro y fuera de Cuba en el diseño, a finales del siglo XX, de un campo cultural cubano transnacional. A juicio de Martín Sevillano (2013), fue vital el hecho de que en revistas como Temas (desde 1995 hasta la actualidad), Diásporas (1997-2002) y Encuentro de la Cultura Cubana (1996-2009, en su versión impresa) se cuestionara la validez de una idea de la identidad cultural confinada dentro de los límites del Estado-nación cubano. Para esta investigadora, fue esencial la experiencia inmediata de la emigración por parte de colaboradores y gestores de estas publicaciones y el hecho de poder discutir abiertamente —con las instituciones culturales cubanas como uno de los receptores potenciales— procesos de creación artística que, tratando cuestiones de índole nacional, se producían dentro de un contexto desterritorializado:

Gracias a la colaboración de autores ubicados tanto dentro como fuera de la isla, y a la discusión sobre la textura de la identidad cubana, en estas revistas se empieza a conceptualizar una sociedad que rompe con los esquemas utilizados en las últimas décadas por la visión del mundo implantada por la Revolución. Además, los intelectuales, escritores y artistas que en ellas participan van tomando conciencia de pertenecer a una comunidad desplazada y descentralizada que cobra fuerza y sentido en tanto que está precisamente dispersa (Martín Sevillano, 2013: 21).

Actualmente, las publicaciones digitales independientes desbordan con creces los falsos —y de altísima carga política— binarismos (fuera/dentro, local/global, cubano/exiliado, nacional/extranjero, autenticidad/ilegitimidad) que ocuparon el centro del debate cultural durante la segunda mitad del siglo pasado hasta la llegada indetenible de nuevas tecnologías de producción editorial deslocalizadas y difíciles de someter al control y censura gubernamental desde Cuba. No solo estas categorías han resultado obsoletas a la hora de representar la cultura cubana a partir de la oleada migratoria de los noventa; los hábitos mismos de consumo (nuevos temas de interés y empleo de los espacios editoriales) se han desmarcado por completo de sus antecesores tanto en lo formal como en los contenidos. Coexisten en estas publicaciones espacios enfocados en un agudo cuestionamiento e investigación social aplicados a la realidad insular (en oposición a la idílica o maniquea versión oficial); además, la condición diaspórica y transnacional de la población cubana se da por sentada a partir de la inclusión de saberes y temáticas generados desde locaciones ubicadas en cualquier punto de la geografía planetaria, los cuales informan a su vez de nuevos contenidos a la comunidad que radica en la isla.

Cómo las publicaciones de la comunidad transnacional cubana han reflejado las “sensibilidades de exilio, minoría étnica y diáspora”, fue un tema de investigación desarrollado por Iraida López (2001). En su ensayo se reconoce la pertinencia de las revistas como vehículos certeros para analizar la viabilidad de categorías como “exilio”, “etnicidad” o conceptos como “poéticas diaspóricas” en tanto marcadores referenciales para acercarse a la historia de la —siempre creciente— comunidad cubana en el exterior. Como posteriormente hiciera Martín Sevillano, López situó en la década de los noventa la definición de la identidad cultural cubana como un fenómeno diaspórico. Este fue entendido por López —empleando una terminología utilizada en 1998 por Elazar Barkan y Marie-Denise Shelton dentro del compendio Borders, Exiles, Diasporas— como “una cultura sin país” (2001: 358). López incluye en su análisis, con acierto intelectual y respaldo teórico, la producción de publicaciones biculturales (cubanoamericanas) con derecho propio de pertenencia dentro de esta historiografía de sensibilidades migrantes en la cultura cubana.

La obra de Legna Rodríguez Iglesias se ha asociado con la llamada Generación Cero5, en cuyos textos la condición migrante de la población cubana y los ejes dentro/fuera de la isla se manejan como una realidad natural e incuestionable. Al margen de especificidades formales, las crónicas y columnas de Rodríguez Iglesias dedicada a Miami en El Estornudo6 patentizan, en términos ideoestéticos, la descripción trazada por Jamila Medina Ríos, en la cual se detectan convergencias en este grupo de escritores:

1) su pertenencia a la aldea glocal y su estatuto posmoderno... debido a intertextualidades en las que predomina el guiño al mundo audiovisual (películas, series, videoclips) y el coqueteo con formas (de estructura y de estilo) que emulan ese mundo y el de lo hipertextual, junto al flujo de las redes sociales;

2) la hibridez, manifiesta en el cuerpo de los protagonistas, en sus cronotopos y en sus sociolectos, y... en la escritura transgenérica de quienes aspiran a un cosmopolitismo libre de esquemas;

3) la deslocalización propia de los laberintos de la web, que converge con el deseo de desnaturalizarse y reinscribirse en otras ciudades (reales o irreales) que obsesiona a algunos personajes y autores (Medina Ríos, 2017: 251).

Al igual que las obras de los autores de la Generación Cero7, las crónicas de Legna Rodríguez Iglesias en El Estornudo demuestran una gran solvencia cultural, una erudición que convierte a su autora en una voz privilegiada a la hora de documentar sus avatares en una ciudad que va progresivamente siendo (y haciendo) suya por medios tanto emocionales como fácticos.

Entonces, estas colaboraciones periódicas son un material valiosísimo dentro del vasto archivo literario de la diáspora cubana: a la par de su gran sofisticación formal, funcionan como un cuaderno de bitácora meticuloso de las fluctuaciones del sentido de pertenencia (o desarraigo) de un emigrado cubano en una ciudad central en el mapa de nuestra diáspora. Todo ello sin hacer concesiones a una escritura de interpretación más obvia o lineal, teniendo en cuenta su accesibilidad electrónica desde cualquier lugar y lector. Miami atrapa todas las miradas y reflexiones de un yo —cultísimo, irónico, de controlada e intermitente nostalgia— que va reaccionando a las experiencias que usualmente constituyen el manual de adaptación de un emigrado: trabajos disímiles; prácticas de domesticidad cotidiana que para alguien ajeno a un lugar constituyen verdaderos acertijos a resolver; nuevos entornos sociales y afectivos; reconocimiento de placeres y aversiones inéditos; desfases de temporalidades (la del recuerdo y lo familiar, en colisión con la urgencia de subsistir en un entorno menos propicio a la “improductividad” del acto intelectual, literario); zonas de asombro donde luce una nueva fauna urbana y epifanías mínimas generadas por una abundancia de estímulos producidos por una ciudad indiscutiblemente internacional, a la vez que cubana. Ciudad sofisticada y pedestre que, siendo un emplazamiento donde los emigrados cubanos reconstruyen sus vidas, los fuerza también a un reconocimiento de su identidad y de la dimensión emocional y política de sus decisiones más primordiales. Es un espacio, además, donde uno y los otros, junto al acto de emigrar, pueden estar limitados a una dialéctica inútil que es preciso trascender:

Miami, 4 de julio de 2019

Como siempre, la noche no ha sido buena. El bebé se ha despertado varias veces y con quien único se queda tranquilo es conmigo. Hemos estado un buen rato despiertos, balanceándonos en un sillón que compré por Amazon cuando él apenas era un gusano. Puedo decirlo ahora con todo el amor del mundo. Ahora que él existe y que lo amo y que conozco el amor más allá del deseo, el amor más allá de la palabra singar. Pero antes no podía decirlo. Antes, en Cuba y Miami y cualquier lugar donde hubiera cierta diáspora, la palabra gusano era una clasificación.

Con la palabra gusano se clasifica a todo aquel que hace cosas en contra del gobierno. No se cuestiona si el gobierno es bueno o malo en relación a la persona que hace cosas contra él. No se cuestiona si las cosas que se hacen en contra del gobierno son ofensivas o inofensivas. Simplemente se toman medidas hacia esa persona y se le empieza a llamar gusano de la noche a la mañana. Es una designación peyorativa para todo aquel que no sea un gusano. Para el gusano en cuestión es un orgullo serlo.

Lo que caracteriza a un gusano es la necesidad de irse y dejarlo todo, incluso su casa, incluso su madre y su padre, incluso sus hijos. Es un tipo de hombre y un tipo de mujer que no alberga ilusión ni asombro en el porvenir. (…) El solo hecho de querer irse y llegar, por ejemplo, a Miami, convierte a una persona en gusano.

En resumen, un gusano se siente independiente y libre para pensar, sentir, decir y hacer las cosas como él piensa y siente que deben hacerse, aunque esa independencia no le sirva de mucho. Con la palabra gusano se designa, tal vez, a un ser humano independiente8.

El título de este artículo, fechado en el día de la independencia de los Estados Unidos, sugiere un acto de renovación individual desde el desenterramiento performático de un lenguaje represor que busca extraer del individuo la noción de su dignidad intrínseca. Usando una palabra cargada de estigma y directamente asociada con la historia migratoria de los cubanos a partir de 1959, la autora nos abre un nuevo campo de significados para lo que antes fue usado como ofensa. Liberarse implica, en primer lugar, no aceptar las reglas/significados de un diálogo impuesto. Después, considerar la ausencia de culpa en lo que nos devuelve la imagen de quiénes somos, el lenguaje. Este autorreconocimiento validador nace de la aceptación incondicional de otro ser (por ejemplo, un hijo) y es en este tipo de arraigo donde se puede pensar en una emancipación a un nivel más profundo y determinante, al punto de que podemos sanear un lenguaje, una memoria, refundar un sentido de la identidad individual en un rincón del mundo: estamos donde es posible ser, y ser en totalidad para otros.

De forma diseminada, dentro de párrafos sueltos que se cuelan en estas crónicas a la manera de digresiones realistas intercaladas en brillantes elucubraciones intelectuales (como aquella donde se hace un recorrido nostálgico por un Miami pedestre que, sin embargo, admitiría el mismo grado de belleza que Wim Wenders extrajo de la ciudad y sus moradores en El cielo sobre Berlín), vamos conociendo de la vulnerabilidad humana:

Wenders lo sabía, en 1987. Yo tenía tres años, en 1987. Llovía sobre mi casa y ahora sigue lloviendo sobre esta casa que es un apartamento (alquilado) y hay que renovar ese alquiler todos los años con el temor de que suban el precio un poquito más. Todos tienen ese temor, en Miami. A todos se les nota el miedo en la mirada cada vez que pasa un año. La lluvia de Miami puede ser amarga o dulce y no depende exactamente de la lluvia. Depende del costo del alquiler que estés pagando en ese momento. (…)

Los personajes de la película de Wenders están cansados y obcecados. Solo les favorece mirar el mundo desde arriba, aunque el único ojo que puede hacer eso es el del director, los personajes como tal vagan ciegos de locación en locación. Me pregunto si en Miami vagamos ciegos de locación en locación, de estatus migratorio en estatus migratorio, de oficina en oficina, hasta conseguir el deseado pasaporte negro9.

Camagüey, Miami, Berlín… la incertidumbre frente al destino nos iguala; si hubiera algo intrínsecamente global, ubicuo, fácilmente reconocible por todos, sería esa angustia de depender de garantías ajenas, la falta de asideros implica de por sí habitar la condición nómada. Existe el temor de no poder controlar la toma de decisiones personales y de tener que basar la existencia en una carrera por ocupar vacíos abiertos por un estamento burocrático, deshumanizador, supranacional. Esta experiencia de fragilidad asemeja a ciudadanos de distinto entorno y origen, recontextualiza la singularidad del tránsito migratorio cubano dentro de un circuito a escala mundial que tiene además su propia reserva de afectos y formas simbólicas que pueden ser transferidas de una comunidad nacional/migratoria a otra. Identificaciones no adscritas a la identidad cultural sino implicadas en la memoria de la deslocalización diaspórica.

El Miami de Legna Rodríguez Iglesias en estas crónicas es, sobre todo, cubano e hispano; con apenas referencias a lo que podrían ser denominadores de una realidad específicamente norteamericana —excepciones hechas cuando comenta aspectos arquitectónicos de la ciudad o sitios comerciales distintivos—. Este hecho diferencia a la autora de lo que, en el caso de los escritores cubanoamericanos de la generación 1.5, Gustavo Pérez Firmat denominó locatives gestures: “Cuban America’s creation of a sense of place inside (but not entirely inside) and outside (but not entirely outside) U.S. culture. (...) a cultural map of Cuban America, that hybrid ‘nowhere’ whose spiritual center is materialistic Miami” (1994: 11-12). Los gestos de apropiación espacial de la autora la llevan a ámbitos donde la dimensión diaspórica, en menor o mayor grado, está siempre presente. Existen, por ejemplo, reflexiones sobre un no-lugar (para emplear el conocido concepto de Marc Augé) como serían los negocios con máquinas de lavado a donde la población con medios limitados necesita acudir:

Aquí el contexto no nutre. El contexto del exilio en su máxima expresión: una persona con el saco de sus trapos sucios a cuesta, acumulados durante un mes para salir del bulto lo más rápido (y barato) posible; sus gastos son poquísimos y sus ingresos, menos. (...)

El segundo paso después de recibir el número social y el permiso de trabajo, después de alquilar un efficiency o un estudio o un cuarto adentro de una casa con salida independiente o sin salida, después de comer en los chinos y conseguir trabajo en un Navarro, en un Burger King o en un Walmart, es lavar los trapos sucios.

Los alquileres no incluyen lavadora. Tienes que ir al laundry, mi vida. Tienes que cambiar un billete en quarters o sacar una tarjeta de laundry, depende del laundry y del sistema del laundry. Porque un recién llegado difícilmente llega de Cuba o de Haití o de Puerto Rico o de México y alquila un apartamento con lavadora incluida. La lavadora incluida es un lujo para los recién llegados caribeños insulares cabezas en las nubes pies en la tierra10.

En este caso es obvia la referencia a una serie de rituales de adaptación (inicuos a la par que inevitables) en la trayectoria del emigrado, como son las cuestiones domésticas, lidiar con la burocracia local y encontrar un medio de subsistencia. La mención al exilio como referente ahonda el carácter alienante de estos ritos porque implica el rechazo del sujeto al tránsito por estas zonas de experiencia. Su inadaptabilidad a fases de las que no puede escapar. Estos son territorios emocionales limítrofes con los del trauma, por el rechazo que despiertan en el sujeto y porque no incrementan un fondo de vivencias empáticas. Por otro lado, este pasaje se efectúa junto a otros emigrados de sociedades cultural y territorialmente vecinas, en un acto que desmarca de cualquier forma de excepcionalidad al recién llegado cubano.

En su introducción a Identidad y postnacionalismo en la cultura cubana (2019), Laura Alonso y Belén Rodríguez Mourelos hacen un preciso recorrido por cómo han sido estudiadas las identidades de “exilio”, “diáspora” y “postnacional” en la cultura cubana de los últimos sesenta años. A juicio de las autoras, entre las características que definen la literatura cubana a partir de los noventa —y en relación directa con el tema migratorio y los procesos de globalización— se encuentran:

la atención a lo personal, cuya finalidad no es definir qué es ser cubano, sino serlo11; la incorporación de elementos culturales e históricos que no tienen relación con Cuba, o no solo con Cuba; la inclusión de personajes, perspectivas o elementos de naciones, culturas o razas diversas; el viaje a espacios y territorios ajenos tanto a la isla como a los sitios de destierro (2019: 31).

En el Miami de Legna Rodríguez Iglesias hay también lugares de exilio al interior del exilio, de apartamiento, de destilada cubanía en situación de ajenidad dentro de la ubicuidad de lo cubano en la Florida. Así, el recuento de una visita al escritor José Kozer y su esposa, a cuyo hogar es invitada para almorzar y donde todos pueden hablar en profundidad de la creación artística, deviene la crónica de una suerte de “Cuba secreta”, mucho más sustanciosa, como la que María Zambrano descubriera debajo de la chata cultura republicana. Sin embargo, la condición diaspórica permite repensar el tejido de la identidad cubana, relativizada y enriquecida por las abundantes posibilidades y combinaciones (simbólicas y materiales) que ofrece la globalización:

Ellos mencionaron que Guadalupe [la esposa de Kozer], hacía unos días, había descubierto en Whole Foods un tipo de boniato coreano delicioso igual que el boniato blanco de Cuba. Otra metáfora kozeriana: me da por pensar que las palabras castellanas de Cuba que José Kozer utiliza no son en realidad cubanas, pero parecen, como el boniato, deliciosas al gusto y a la vista, llegando a ser más cubanas por la razón de que Kozer ha escrito que lo son12.

La escritora acude al hogar de los Kozer y esto constituye un pasaje de acentuada significación ontológica, en gran medida, porque los implicados comparten la misma devoción por la literatura, coinciden en la certidumbre existencial que esta representa para ellos.

Las primeras tres colaboraciones de Legna Rodríguez Iglesias para su sección en El Estornudo están también relacionadas con la literatura, con el ejercicio de la escritura como medio de vida y como artículo de consumo. Comentan el delicado estatus de lo literario dentro de una lógica de mercado. Estos tres artículos (“Se venden libros en español” I, II y III)13 repasan los días en que la escritora trabajaba en una librería de Coral Gables. Se menciona con frecuencia la copiosidad de títulos y autores, en relación inversa a la presencia de lectores, y mucho menos de consumidores entrenados en el gusto literario. Hay alusiones directas a comunidades nacionales (más específicamente, a cubanos y venezolanos) para los que la literatura —la librería— es mero decorado urbanístico, un alto irrelevante en su rutina. Para cubanos, es un enclave donde socializar y encontrar a iguales que comparten un pasado histórico, a expensas de ignorar la literatura como vía de acceso a una actualización de su ser en el mundo, de sus posibilidades como individuos potenciadas gracias a una sabiduría localizada en los libros. La ignorancia como opción. Una república de las letras que habitar, en oposición al estado de anestesia frente al presente, de nostalgia, elegido:

Los cubanos llegan y empiezan a hablar sobre todas las cosas terribles que han pasado en Cuba y que seguirán pasando.

Dan vueltas entre los estantes y vuelven a especular (la mayoría vive en Miami desde hace más de 20 años) sobre todas las cosas terribles que están pasando en Cuba.

Se asoman a la parte superior de un estante, sacan un libro, y lo comparan con algún hecho ocurrido en Cuba tiempo atrás.

Piden permiso para ir al baño y regresan hablando pestes de Cuba.

Al final dicen hasta luego, y salen por esa puerta14.

Las referencias a generaciones anteriores de la emigración cubana y su desconexión con el presente aluden de manera inconfundible a una identidad exílica, más atenta al destino de la nación caribeña que preocupada por lograr un anclaje integral dentro de los Estados Unidos. Tal vez sean los escritores del éxodo del Mariel los que más hayan cuestionado lo que ellos consideraban un desprecio hacia el arte y la literatura por parte del exilio “histórico”, previo a la década de los ochenta. No en vano en esta librería de Coral Gables, que funciona más como enclave socializador hispanoamericano y menos como institución de saber, ocurre esta anécdota:

Llegaron dos ejemplares de la novela héroe de Guillermo Rosales, uno de los patriotas más exiliados, y uno de los exiliados más patriotas. Boarding home es el nombre de la novela.

La editorial Siruela tradujo el título bajo la frase «La casa de los náufragos», una cosa que no tiene nada que ver con la otra, hablando en mal castellano.

Si yo hubiera estado ahí, quemándome las sienes junto a Guillermo, no dejaría que nadie me tradujera la palabra «boarding». En Miami, las palabras son intraducibles15.

Cuatro décadas después, una escritora cubana recién llegada a los Estados Unidos puede identificarse con las circunstancias de un sujeto desplazado como lo fueron los escritores del Mariel. Algo, a su juicio, difícil de ser entendido por quien no haya hecho el mismo recorrido migratorio y vivido en carne propia sus carencias, la falta de compasión en los otros y la soledad física e intelectual (tópicos relevantes en el libro de Rosales). Por otra parte, ser contemporánea e intelectualmente aliada del autor de Boarding Home la inscribiría en un linaje de escritores exiliados en abierto conflicto con las élites sociales y culturales del Miami cubano de los años ochenta16.

Ya comentamos cómo, para Duany (2019), una identidad postnacional en el caso de la diáspora cubana es aún limitada o incipiente debido a las fuertes relaciones transnacionales basadas en transacciones económicas y afectivas entre las localidades de emigrados y la geografía de origen. Sin embargo, como indican Alonso y Rodríguez Mourelos, son las prácticas transnacionales y el cosmopolitismo incrementado por estas los que originan y alientan el desarrollo de una identidad postnacional (2019: 31). A pesar de que por razones clasificatorias se tiende a distinguir entre diversas sensibilidades emigradas (verbigracia, “exílica”, “transnacional”, “diaspórica”, “postnacional”, etc.), lo cierto es que desde la perspectiva individual del sujeto se registran procesos que dan cuenta de flujos, desplazamientos de una modalidad de estas identidades a otra(s).

Andrea O’Reilly Herrera ha estudiado, en el caso del arte cubano (o de origen cubano) de la diáspora, lo que ella llama “ventajas estratégicas del multi-arraigo” (2019: 127). Para evitar categorías y compartimentos estancos como “isla” vs. “diáspora” o “aquí” vs. “allí”, elige una perspectiva teórica más fluida, “un concepto alternativo o transformado, de nomadismo, que sugiere al mismo tiempo una especie de ingravidez, un desapego a los espacios físicos al mismo tiempo que fomenta la idea de estar arraigado en muchos lugares” (2019: 128-129). Esta acepción actualizada de una subjetividad diaspórica implica la posibilidad de encontrar raíces en la impermanencia, un “cosmopolitismo arraigado” (2019: 129). El sujeto diaspórico de Legna Rodríguez Iglesias —necesita incluso literalmente— de mapas para encontrar una ubicación momentánea:

Aún recuerdo la sensación de querer pasarla bien cuando llegué a Miami, en medio del desastre de la desubicación.

Porque eso es lo primero que acontece a un emigrante: un estado de desubicación perenne, constante (a veces no se quita). Porque esta es la primera respuesta que obtiene un emigrante cuando sale de Cuba y llega a Miami o a cualquier lugar del mundo: tranquilo, descarga Google Maps17.

Además de cumplir con la función de asistir al usuario para que pueda llegar a destino, estos mapas permiten también trazar recorridos, elucubrar estrategias para entender y hacer suyo el espacio, saberlo como una extensión inteligible donde ensayar prácticas de apropiación y arraigo: acceder a los mercados y los lugares de ocio, regresar a casa, reconocer los centros de saber, poder identificar los enclaves de la comunidad cubana, etc. En cierta medida, el emigrante también llega a ser lo que la ciudad le permite en términos de avances y retrocesos espaciales: qué ámbitos pueden implicar supervivencia y qué espacios le están radicalmente vedados.

En el caso de Miami, Rodríguez Iglesias deplora en sus crónicas el trazado de la ciudad en función del automóvil (“suave comarca de pastores de pastores y Toyotas. Y Nissans, y Hondas y Chevys y Hyundais y Mitsubishis y Mazdas y Mercedes”, la llama parafraseando la “Elegía Camagüeyana” de Nicolás Guillén18). El sujeto de sus crónicas, sin embargo, decide apropiarse de la ciudad por medio del paseo, el cual implica una práctica de reconocimiento que contraviene la mitología y el sentido práctico, de lo inmediato, del migrante ya asimilado:

Eso fue lo que me dijeron las mujeres de la casa donde me hospedé la primera vez que vine a Miami (...): “En esta ciudad no hay guaguas, en esta ciudad no se puede caminar”.

(...)

Pero uno, que procede de un lugar en donde ya se cansó de obedecer (a veces) y de aburrirse y de llegar tarde a todas partes (...), prefiere salir a caminar a ver qué encuentra por ahí, a ver qué pasa19.

En este paseo —sin propósito explícito, e insólito para la propia comunidad de emigrados; percibido tal vez como gasto improductivo de tiempo en una situación de precariedad emocional y económica— es donde se va realizando un acto de identificación progresivo por medio de un recorrido y lenguaje urbano que a priori se desconoce. La experiencia de lo local/extraño empieza por permitirse mirar desde primera fila sus cicatrices. Lo global se produce realmente al asomarse a lo cercano. Tras los cristales de un auto solo se percibiría un mundo bidimensional y mudo. Se abre así un intercambio cognoscitivo a nivel profundo que muestra al emigrante puntos en común o de desajuste con los modos de vivir locales. Al paseante lo adueña de un saber añadido y privilegiado, el del “otro” observado y que se ignora a sí mismo. Es con esta percepción, implicada en lo que va ocurriendo en cada trayecto, como se adquiere un tipo de cosmopolitismo que le permite al paseante preservar a su vez sus zonas de desarraigo y extrañamiento20. De esta forma, en una crónica como “Miami: More Service/ More Savings/ More for you”, la autora puede desechar vivencias que activan una memoria traumática o lacerante:

Para los que llegan de Cuba o cualquier otro país, se alquilan solos y empiezan a acostumbrarse a este nuevo sistema maravilloso, es bueno BJ’s porque puedes hacer la compra del mes y alcanza, sobra, para ti solo.

(...)

Entré a Fresco una sola vez y salí con el rabo entre las patas. Fue suficiente esa vez para darme cuenta de lo que había pasado. Regresé, durante unos segundos, al agro de Tulipán, al agro de 17 y K, a los merolicos de Monte, al Tencent de 23, al Tencent de Galiano, al Tencent de Playa, a los portales de Carlos Tercero, a los portales de Infanta, a los kioscos en las esquinas. Nadie me va a quitar la nostalgia de seguir extrañando aquello que me dé la gana de extrañar. Nadie, tampoco, me hará revivir un hedor, un sabor, una visión antigua que prefiero extrañar con cierto afecto. El afecto hacia las vísceras. El afecto hacia lo inmundo21.

En la primera parte de la cita existe la voluntad de colaborar empáticamente con la memoria colectiva de la comunidad emigrada, incrementando públicamente el flujo de saberes útiles y estrategias básicas para medrar. No hay, en este caso, un deseo de colocarse fuera de una identidad diaspórica. Sin embargo, existe en el segundo ejemplo una decisión explícita de no sucumbir a los derroteros de una reminiscencia relacionada también con una experiencia de desplazamiento. Hay una opción clara por no someterse a las expectativas culturales, a la esperada añoranza. Lo que pudiera haber sido un contexto ideal para la nostalgia se convierte en un acto de extrañamiento y desvinculación con formas estereotipadas de expresar el vacío alrededor de un origen. En ambos casos, el sujeto de la experiencia tiene absoluto control sobre la manera en que la ausencia de raíces no anula el derecho natural a estar en el mundo y la tremenda validación metafísica que implica asumir este derecho.

Las crónicas de Legna Rodríguez Iglesias para la publicación digital cubana El Estornudo permiten a una comunidad de lectores, distribuidos en la aldea global, acceder a figuraciones de la experiencia diaspórica. Como en otros autores y formatos literarios, uno de los temas dominantes para definir el presente, como lo son los flujos migratorios transnacionales, aparece en estos textos para mostrarnos identidades situacionales, no encerradas en tradiciones únicas y en las que el sentido de pertenencia está siempre expuesto al cambio y a la duda. De estas interrogantes, aparece la escritura.

Bibliografía

Fuentes

“Comunicado Conjunto de Organizaciones y Medios de Comunicación” (15 de junio de 2020), El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/deectero-ley-370-comunicado-organizaciones-medios-comunicacion-cuba/].

Rodríguez Iglesias, Legna (9 de enero de 2019), “Se venden libros en español (I)”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-primera-parte/].

----- (21 de enero de 2019), “Se venden libros en español (II)”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-ii/].

----- (6 de febrero de 2019), “Se venden libros en español (III)”, El Estornudo, [disponible en https://revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-iii/].

----- (6 de marzo de 2019), “La historia del ganado vacuno en Florida”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/la-historia-del-ganado-vacuno-la-florida/].

----- (14 de abril de 2019), “El cielo sobre Miami”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/el-cielo-sobre-miami/].

----- (10 de julio de 2019), “Independencia Refurbished”, El Estornudo, [disponible en https://revistaelestornudo.com/independencia-refurbished-4-julio-legna-rodriguez/].

----- (5 de agosto de 2019), “Miami: More Service / More Savings / More for you”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/miami-supermercados-nostalgia-habana/].

----- (29 de octubre de 2019), “Un tranvía llamado Miami”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/transporte-miami/].

----- (15 de diciembre de 2019), “Vine a Miami porque me dijeron que aquí vivía mi hijo”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/miami-porque-dijeron-aqui-vivia-hijo-legna/].

----- (1 de abril de 2020), “Azucena, Cuarentena”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/azucena-cuarentena/].

Bibliografía referida

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Pérez Firmat, Gustavo (1994), Life on the Hyphen. The Cuban American Way, Austin, University of Texas Press.


1 Rodríguez Iglesias, Legna (1 de abril de 2020), “Azucena, Cuarentena”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/azucena-cuarentena/].

2 Para una aproximación a los orígenes de la blogósfera cubana, leer Buena Vista Social Blog. Internet y libertad de expresión en Cuba (Calvo Peña, 2010). Con el mismo fin, cfr. Henken (2011).

3 La represión política y manipulación del frágil aparato legal cubano no ha hecho sino aumentar dentro del periodo presidencial de Miguel Díaz-Canel, iniciado en 2018. Basta hacer un recorrido diario de los medios independientes y redes sociales para encontrar noticias y testimonios de la brutalidad policial, gran parte de la cual se ejerce sobre periodistas independientes y activistas. Las protestas en torno al Decreto Ley 370 son una evidencia más de lo anterior. Cfr. “Comunicado Conjunto de Organizaciones y Medios de Comunicación”, (15 de junio de 2020), El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/deectero-ley-370-comunicado-organizaciones-medios-comunicacion-cuba/].

4 Es sabido que los estudios culturales posmodernos (Homi K. Bhabha, Stuart Hall) enfocan los procesos de formación de identidad especialmente en el contexto migratorio como fases abiertas, en permanente construcción donde las categorías de clase o género son meros puntos de partida en combinaciones diversas y situacionales de opciones subjetivas formadoras de identidad. Cfr. Fazal y Tsagarousianou, 2002: 9 y siguientes.

5 En pocos años, la conocida como Generación Cero ha acumulado una notable literatura crítica. Uno de los factores que ha contribuido a ello es precisamente su presencia deslocalizada dentro de blogs, publicaciones online y editoriales digitales. Para leer en detalle sobre este grupo de escritores cubanos, pueden consultarse los ensayos de Dorta (2015), Dorta y Simal (2017), Pardo Lazo (2013) y Medina Ríos (2017).

6 En un sentido formal, las colaboraciones de Legna Rodríguez Iglesias no se ajustan a ningún género específico. Crónica periodística, apuntes, testimonio y experimentación narrativa se combinan en diverso grado en su sección dentro de El Estornudo. Miami sería el hilo conductor de estos textos, junto a la reconocible personalidad autoral que va narrando y compartiendo con el lector estas “escenas” de la vida (su vida) en la ciudad norteamericana.

7 Cfr. Dorta, 2015: 129.

8 Rodríguez Iglesias, Legna (10 de julio de 2019), “Independencia Refurbished”, El Estornudo, [disponible en https://revistaelestornudo.com/independencia-refurbished-4-julio-legna-rodriguez/].

9 Rodríguez Iglesias, Legna (14 de abril de 2019), “El cielo sobre Miami”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/el-cielo-sobre-miami/].

10 Rodríguez Iglesias, Legna (15 de diciembre de 2019), “Vine a Miami porque me dijeron que aquí vivía mi hijo”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/miami-porque-dijeron-aqui-vivia-hijo-legna/].

11 Énfasis en el original.

12 Rodríguez Iglesias, Legna (6 de marzo de 2019), “La historia del ganado vacuno en Florida”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/la-historia-del-ganado-vacuno-la-florida/].

13 Rodríguez Iglesias, Legna (9 de enero de 2019), “Se venden libros en español (I)”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-primera-parte/]; Rodríguez Iglesias, Legna (21 de enero 2019), “Se venden libros en español” (II), El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-ii/].

14 Rodríguez Iglesias, Legna (9 de enero de 2019), “Se venden libros en español (I)”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-primera-parte/].

15 Rodríguez Iglesias, Legna (9 de enero de 2019), “Se venden libros en español (I)”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-primera-parte/].

16 Cfr. Matute Castro, 2015.

17 Rodríguez Iglesias, Legna (29 de octubre de 2019), “Un tranvía llamado Miami”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/transporte-miami/].

18 Rodríguez Iglesias, Legna (21 de enero 2019), “Se venden libros en español” (II), El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/se-venden-libros-espanol-ii/]. Énfasis en el original.

19 Rodríguez Iglesias, Legna (29 de octubre de 2019), “Un tranvía llamado Miami”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/transporte-miami/].

20 En su ensayo, O’Reilly Herrera (2019) alude a las posibilidades de aplicar la teoría del radicante de Nicolas Bourriaudampliación en parte de las consideraciones de Walter Benjamin sobre el flâneur— a las subjetividades nómadas y diaspóricas representadas en las obras de artistas cubanos o de origen cubano.

21 Rodríguez Iglesias, Legna (5 de agosto de 2019), “Miami: More Service / More Savings / More for you”, El Estornudo, [disponible en https://www.revistaelestornudo.com/miami-supermercados-nostalgia-habana/].