Aproximaciones al estudio de la relación
sociedad-naturaleza en ámbitos universitarios
de Argentina.
Una mirada por las carreras
de Geografía de la UBA y UNCuyo (1983-2001)
°

Gonzalo Ezequiel Lus Bietti*

Resumen

La relación sociedad-naturaleza constituye un eje clave en la tradición geográfica. Sin embargo, se reconoce un vacío acerca de su tratamiento en ámbitos universitarios. En este marco, este escrito propone realizar una primera aproximación para conocer cómo ha sido abordada en las carreras de Geografía de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Cuyo entre los años 1983 y 2001. Tomando un posicionamiento en el campo de la historia de la Ciencia y de la Geografía, y a partir de una metodología de archivo y análisis de contenido, se han identificado cuatro miradas que expresan algunas de las singularidades de las carreras que las inscriben. Algunas de ellas, a su vez, conforme a distintos procesos de renovación epistemológica, han experimentado modificaciones y variantes. A partir de los análisis realizados, se comprende que este tipo de estudios pueden ser útiles para conocer más sobre las tradiciones ambientales construidas desde la Geografía como así también indagar en las particularidades de las trayectorias de la disciplina en Argentina.

Palabras Clave: Relación sociedad-naturaleza, Geografía, Historia social de la geografía, UBA, UNCuyo.

Approaches to the Study of the Society-Nature Relationship in University Settings in Argentina: An Analysis of Geography Curricula at UBA and UNCuyo (1983–2001)

Abstract

The society-nature relationship constitutes a key axis in the geographical tradition. However, a gap is recognized regarding its treatment in university settings. Within this framework, this paper aims to provide an initial approach to understanding how this relationship has been addressed in the Geography curricula at the University of Buenos Aires and the National University of Cuyo between 1983 and 2001. Adopting a perspective rooted in the history of Science and Geography, and employing archival research and content analysis methodologies, four distinct approaches have been identified, reflecting some of the unique characteristics of these curricula. Some of these perspectives, in turn, have undergone modifications and variations in response to different processes of epistemological renewal. Based on the analyses carried out, this type of study proves useful for gaining deeper insights into the environmental traditions built within Geography, as well as for exploring the specific trajectories of the discipline in Argentina.

Keywords: Society-nature relationship, Geography, Social History of Geography, UBA, UNCuyo.

Introducción

La relación sociedad-naturaleza ha ocupado y aún ocupa un lugar importante en la tradición geográfica (Pattison, 1964; Capel, 1981; Livingstone, 1992). El determinismo ambiental como fundamento de ideologías imperiales y raciales, la capacidad transformadora de las sociedades sobre la naturaleza como insumo práctico para delimitar áreas o regiones o el puente entre lo humano y lo natural y sus derivas en una sensibilidad y preocupación ambiental, son algunos ejemplos de esas problematizaciones. En el campo de la Geografía, algunas investigaciones, en un plano general, se han preocupado por comprender el derrotero de esta relación en la historia disciplinar (Buttimer, 1980; Smith 1984; Peet, 1985; Glacken, 1996, Harvey, 1996; Delgado Mahecha, 2006; Moraes y Messias da Costa, 2009 [1984], Castro y Zusman, 2009; Zimmerer, 2010; Ziemann, 2018). Otras, más en particular, se apoyaron en dicha mirada histórica para resignificar el tratamiento de la problemática ambiental (Saurí Pujol, 1993; Williams, 1994; García Ballesteros, 2000; Whatmore, 2005; Moraes, 2005; Porto Gonçalves, 2006; Demeritt, 2009; Bocco, Uquijo y Vieyra, 2011; Castro, 2011, 2013; Bocco y Urquijo, 2013; Guthman y Mansfield, 2013; Zimmerer, 2017; Lopes de Souza, 2018, 2019, 2020, 2021; Carballo, 2021; Castro y Lus Bietti, 2022). Sin embargo, se identifica una vacancia de estudios preocupados por entender sus formas de abordaje y tratamiento por la disciplina en los ámbitos universitarios.

En este marco, el siguiente escrito propone realizar una primera aproximación en Argentina haciendo eje en las carreras de Geografía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) entre los años 1983 y 2001. ¿Cómo ha sido entendida la relación sociedad-naturaleza?, ¿bajo qué contenidos y problematizaciones ha sido investigada y enseñada?, ¿en qué marcos ello fue llevado adelante?, ¿qué miradas se construyeron y emergieron?, son algunas de las preguntas disparadoras. Por un lado, el recorte temporal se define con la intención de conocer más en detalle el derrotero de la Geografía en el país en los momentos posteriores a la última restitución democrática hasta la crisis social, política, económica e institucional del año 2001. Por otro lado, la elección de tales carreras guarda relación con el hecho de que, nacidas en el mismo período (1953-1954), han experimentado trayectorias diferentes. Además, incorporar el caso de la UNCuyo en diálogo con la UBA puede contribuir a ofrecer una visión más descentralizada y heterogénea de los avatares que ha seguido la Geografía en Argentina. La carrera de Geografía de la UNCuyo, desde su institucionalización contó con una fuerte influencia de la perspectiva regional francesa a partir de los lazos de intercambio construidos con la Universidad de Burdeos hasta finales de la década de 1970, momento en el que cobró preeminencia la corriente de pensamiento cuantitativa de origen anglosajón. Ella, sentó una base para que, hacia el decenio de 1990, tomaran predominio las geotecnologías. Por su parte, la carrera de Geografía de la UBA redefinió su perfil, contenidos y líneas de investigación a partir de las redes tejidas con nuevas generaciones de geógrafos y geógrafas en América Latina en la década de 1970, y en particular con la Geografía brasileña desde fines de la década de 1980. Desde allí, se esbozó un conocimiento geográfico crítico vinculado con la teoría social, distintas vertientes del marxismo y la fenomenología que se consolidó a lo largo de los años siguientes. En este sentido, se entiende que reconocer diversas y múltiples trayectorias puede habilitar a identificar distintas y variadas miradas sobre el tratamiento de la relación sociedad-naturaleza. A su vez, se considera que explorar los diferentes abordajes y tratamientos de la relación sociedad-naturaleza en tales ámbitos universitarios puede ser también una manera de contribuir a conocer y comprender las trayectorias experimentadas por ambas carreras de Geografía.

Materiales y métodos

Para avanzar en la labor propuesta cabe posicionarse desde la historia social de Ciencia y de la Geografía. Se trata, entonces, de contextualizar histórica, social, política y culturalmente los episodios, autores e ideas geográficas (Escolar, 1991; Livingstone, 1992). Como estrategia teórica metodológica se procedió al trabajo de archivo y análisis de contenido (Andréu Abela, 2001; Bernete García, 2014). Las fuentes utilizadas han sido variadas. Por una parte, se han revisado distintos programas de materias y seminarios, cuya obtención no estuvo exenta de dificultades. En particular, en el caso de la carrera de Geografía de la UNCuyo, solo se recuperaron algunos pocos programas a partir de archivos personales y ejemplares disponibles en los centros de copiado de dicha institución. Por otra parte, se han examinado normativas, resoluciones, y documentación administrativa de los departamentos e institutos de Geografía o de las entidades responsables de las actividades científicas de las facultades y universidades. Finalmente, se indagó en la producción académica de docentes, investigadores e investigadoras de ambas carreras de Geografía y se analizaron algunos escritos claves para el entendimiento de las distintas maneras de comprender y abordar la relación sociedad-naturaleza.

Resultados y discusión

El análisis de los diversos materiales mencionados permite identificar cuatro grandes miradas. En líneas generales, ellas no van a permanecer estáticas, sino que, guardando relación con las propias trayectorias que tuvieron las carreras de Geografía de la UBA y UNCuyo, van a experimentar transformaciones. En este sentido, a continuación, se procede a indagar las características de dichas miradas como así también algunas de las variantes desarrolladas.

El deterioro ambiental y las estrategias de conservación y planificación

Esta primera mirada guarda relación con el proceso más amplio de socialización que tuvieron las problemáticas ambientales desde mediados del siglo XX y, en especial, de la década de 1970 (Estenssoro Saavedra, 2014). Si bien se pueden reconocer preocupaciones acerca de las condiciones del medio y de las relaciones “hombre-medio” desde fines del siglo XVIII (Urteaga, 1997) o incluso en la Grecia helénica (Glacken, 1996), es a mediados del siglo XX que tales asuntos se socializan como una cuestión crítica, de alcance global y, particularmente, adjetivados como “ambientales” (Castro y Lus Bietti, 2022). En este marco, y a lo largo de todo el período analizado, son diversos los espacios de las carreras de Geografía de la UBA y de la UNCuyo en los que se expresa una preocupación por el abordaje de la relación sociedad-naturaleza en términos de deterioro ambiental y las estrategias de conservación y planificación para mitigarlo.

Durante la década de 1980, y más precisamente a partir del cambio de plan de estudios del año 1985, en la carrera de Geografía de la UBA se produjo una renovación epistemológica que implicó un acercamiento a perspectivas ligadas a la fenomenología y al marxismo, en especial con la escuela de Frankfurt y el materialismo histórico, que enriquecieron las orientaciones teórico-metodológicas. En rigor, desde entonces se promovió un proyecto que colocaba a la disciplina en las discusiones propias de las ciencias sociales, desarrollando un conocimiento crítico y con compromiso social (Lus Bietti, 2022a). Si bien cabe señalar que esta renovación dará lugar a una mirada particular de la relación sociedad-naturaleza (ver apartado siguiente), es en este marco en el que se han podido identificar varias materias de la carrera de Geografía de la UBA que contribuyeron a darle cuerpo a este primer abordaje identificado en torno a la relación sociedad-naturaleza a partir de incluir en sus temarios la preocupación por el impacto de las actividades humanas en la naturaleza, así como también las estrategias de conservación, planificación o manejo para atenuarlas. Algunos ejemplos son Ecología y Biogeografía (Morello, 1986, 1989), Geografía y Subdesarrollo (Iglesias de Cuello, 1989, 1990), Análisis Espacial (Yanes, 1987, 1988) y Geografía Económica (Yanes, 1986; Benítez, 1988), asignaturas cuya primera aparición se inscribió en el cambio de plan de estudios del año 1985. Los programas incorporaban entre sus contenidos temas como “impacto industrial y urbano”, “impacto ambiental de las actividades humanas”, “metodología de evaluación de impacto ambiental”, “manejo integrado de recursos naturales”, “planificación de áreas protegidas: los planes de manejo”, “planificación ambiental de desarrollo”, “enfoques metodológicos de los problemas ambientales” o “problemas ambientales de América Latina”. A su vez, algunas investigaciones desarrolladas en el seno del Instituto de Geografía proponían indagar las causas y el proceso de deterioro producido en la cuenca del Rio Lujan, y esbozar cursos de acción para un manejo más adecuado (Andrade, 1986), evaluar el impacto tecnológico y ambiental de la implementación fuentes de energía no convencionales (Instituto de Geografía-UBA, 1988) o estudiar catástrofes denominadas naturales pero entendidas como una construcción social (material y discursiva) con el fin de contribuir a su manejo junto con organismos públicos involucrados en la cuenca del Rio Salado de la Provincia de Buenos Aires (SECyT-UBA, 1988).

En la Geografía cuyana, por su parte, hay que destacar la labor realizada por dos Centros de Investigación fundados en 1987: el Centro de Cartografía del Medio Ambiente (CCMA), dirigido por Ricardo Capitanelli, y el Centro de Estudios Interdisciplinarios del Ambiente y Recursos Naturales (CEIARN), dirigido por Daniel Cobos. En efecto, ambos, en el seno de una carrera que durante la década de 1980 mantuvo vigente el plan de estudios aprobado en 1975 y que desde finales de la década de 1970 suscribía en buena medida a al bagaje teórico-conceptual de la Geografía cuantitativa (Lus Bietti, 2022b), abonaron al entendimiento de los efectos de degradación producidos por ciertas actividades humanas y bregaron por subvertir esta situación a partir de acciones de planificación y protección de la naturaleza. A inicios de la década de 1980, Ricardo Capitanelli (1981), introdujo el examen de problemáticas ambientales por medio de la cartografía a través de lo que llamó “Carta dinámica del medioambiente” (o también del ambiente) cuyo fin era elaborar un documento cartográfico que, desde la teoría general de los sistemas, permitiera no solamente conocer el medio natural, sino evaluar su nivel de degradación producto de la intervención humana en él para, desde allí, poder tomar conciencia y acción para la preservación en pos de una mejor calidad de vida (Facultad de Filosofía y Letras-UNCuyo, Ordenanza 2bis, 1987). Por su parte, el CEIARN colocaba un mayor foco en la problematización sobre el uso de los recursos naturales, utilizando una metodología diferente que reposaba en la elaboración de inventarios, evaluaciones de impacto ambiental y de legislaciones ambientales, a lo que añadía un especial ímpetu por fomentar y contribuir con una educación ambiental en los ámbitos universitarios y extrauniversitarios (Facultad de Filosofía y Letras-UNCuyo, Ordenanza 8, 1987). Cabe señalar que la dificultad para acceder a programas de materias en la Geografía de la UNCuyo no ha permitido identificar extensamente tales abordajes en contenidos curriculares. Solo se puede mencionar la asignatura Ecología de las Regiones Áridas (Codes de Palomo, 1987) que, en línea con la propuesta de Capitanelli, abordaba tópicos como “El medio ambiente, ¿destrucción y/o conservación antrópica?”, “influencia del hombre sobre la Biosfera: la destrucción de los recursos naturales”, “la conservación de la naturaleza: legislación de las reservas y parques nacionales” y, finalmente, “la carta del medio ambiente y su dinámica como método para cartografiar los problemas ambientales”.

Ahora bien, durante la década de 1990, los estudios preocupados por el deterioro ambiental y las distintas estrategias de conservación, planificación o manejo para atenuarlas fueron añadiendo novedosos elementos analíticos que dieron lugar a distintas variantes. Una de ellas se produjo con la incorporación de la noción de desarrollo sustentable que había cobrado preeminencia en el contexto de un reacomodamiento geopolítico del fin de la Guerra Fría y el avance de la agenda de reformas neoliberales y los postulados del Consenso de Washington (Estenssoro Saavedra, 2014). En este marco, las ideas en torno al desarrollo sustentable, como tema de agenda, permearon en la Geografía de la UBA y UNCuyo en materias o espacios de investigación, algunos de los cuales ya venían desarrollando esta primera mirada desde la década anterior. Así, en la ciudad de Buenos Aires se pueden mencionar los programas de Ecología y Biogeografía (Morello, 1998, 1999) y Geografía y Subdesarrollo (Iglesias de Cuello, 1997, 2001), asignatura que pasó a denominarse Geografía Social Latinoamericana luego del cambio de plan de estudios del año 1992, renovación curricular que, a su vez, reafirmó y profundizó el sentido crítico tomado en los años anteriores en diálogo con la consolidación de los intercambios y la circulación de ideas y materiales producidos con la Geografía de la Universidad de San Pablo (Vigliecca, 2011; Lus Bietti y Bombal, 2024). Además, dicho plan incorporó nuevas materias y seminarios que se hicieron eco de la noción de desarrollo sustentable en sus contenidos: Problemas Territoriales II (Ciccolella, 1997, 1999) y los seminarios de Recursos Naturales (Morello, 1994), de Energías para un Desarrollo Rural Sostenible (Combetto de Bariffi, 1996) y de Ambiente, Sociedad y Desarrollo Sostenible (Vapñarsky, 1997). En la Universidad Nacional de Cuyo, también se puede indicar algunas materias que incluyeron a esta noción en su temario, como Geografía Económica (Gudiño de Muñoz, 1998) y Geografía Rural (Parra de Juri, 1997). En términos generales, la idea de desarrollo sustentable figuraba como camino para atenuar el impacto de la sociedad y conservar la naturaleza, para reflexionar sobre distintas propuestas de desarrollo o para idear alternativas y llevar adelante determinadas prácticas o actividades. Entre ellas, resultaba original aquella ligada al turismo, eje de un seminario denominado Geografía y Turismo en la Geografía de la UBA (Escolar y Bertoncello, 1993), y tema de algunas investigaciones desarrolladas por el CEIARN en Cuyo (Cobos, 1990, 1998; Instituto de Geografía-UNCuyo, 1997).

Una segunda variante, pero con un lugar exclusivo en la Geografía porteña, fue aquella que resultó del trabajo intelectual producido por Carlos Reboratti. Su labor en la Alta Cuenca del Rio Bermejo (Reboratti, 1998), su reflexión teórica-conceptual sobre la relación entre el ambiente y la sociedad (Reboratti, 2000) como así también el contenido otorgado a algunas materias a su cargo como Geografía Rural (Reboratti 1994, 1999) y el seminario Ambiente y Sociedad en el Noroeste (Reboratti, 1995) permiten apreciar el desarrollo de una alternativa que buscaba integrar, con una fuerte impronta histórica, aspectos físicos y humanos para dar cuenta de problemáticas ambientales en términos de uso de recursos naturales, deterioros y degradación, pero también, asociadas a ellas, de otros tipos de conflictos como aquellos por la tenencia de la tierra. En este sentido, haciendo uso metodológico de la región (Alta Cuenta del Rio Bermejo, Noroeste o América Latina) se diferenciaba de los estudios clásicos regionales a través de un marcado interés por señalar e identificar las tensiones y problemas socio-ambientales y/o socio-territoriales, proponiendo la planificación estatal como principal conducto para llevar adelante una solución a tales conflictos.

Una tercera variante encontrada fue aquella que, apoyada en la idea de que los riesgos y los desastres son construcciones materiales y discursivas inescindibles de las sociedades, se desarrolló en la Geografía de la UBA por medio del Programa Interdisciplinario de Recursos Naturales y Ambiente (PIRNA), y la producción de su directora, Claudia Natenzon, y en la Geografía de la UNCuyo mediante el Centro de Estudios Territoriales y Estratégicos para el Mercosur (CETEM) y la labor de su directora, Nelly Gray de Cerdán. El trabajo del PIRNA y Claudia Natenzon había comenzado a finales de la década de 1980, en línea con la emergencia de una Geografía de carácter crítico y compromiso social (Lus Bietti, 2022a), construyendo una línea de indagación vinculada con las nociones de riesgo y catástrofe como forma de superar aquellas miradas que, principalmente desde las ciencias naturales e ingenierías, abordaban situaciones de “desastres naturales” otorgando relevancia a las condiciones físicas del fenómeno, asumidas como extremas, y desatendiendo las sociales al atribuir un rol pasivo y de espectadora a la sociedad. En este sentido, se abogó por un desarrollo teórico que comprendía a la catástrofe como un problema complejo y el análisis del riesgo a partir una constelación de conceptos como peligrosidad, vulnerabilidad, exposición e incertidumbre (Natenzon 1995) y que tuvo su correlato en los contenidos de algunas materias de la carrera como Geografía Social Latinoamericana (Iglesias de Cuello, 2001), Geografía Física (Andrade, 2000) y Geografía Física de la Argentina (Natenzon, 2000), que incluían tópicos como “problemáticas específicas de vulnerabilidad social: el riesgo ambiental” y “los desastres ‘naturales’ y ‘tecnológicos’”. También, se pueden citar las investigaciones cuyos títulos y contenidos se hacían eco de este abordaje: “Catástrofes naturales, políticas públicas y desarrollo en el ámbito rural de la Cuenca del río Salado. Provincia de Buenos Aires” (1989-1990), “Conservación del territorio en Argentina: situaciones de riesgo en el estuario del río de la Plata” (1998-1999), “Riesgo ambiental, catástrofes y vulnerabilidad social. Análisis del AMBA litoral” (2001-2003) y “Riesgo, catástrofes e incertidumbre. Inundaciones y accidentes tecnológicos en el litoral fluvial argentino de la baja cuenca del Plata” (1998-1999) (SECYT-UBA, 1994, 1997, 1999, 2001).

Además, también hay destacar la labor del CETEM y de Nelly Gray de Cerdán, cuyas contribuciones estuvieron ligadas a la renovación epistemológica que esta geógrafa había comenzado a promover en la Geografía cuyana a principios de la década de 1990 mediante el uso de las geotecnologías. Las geotecnologías, incluso entendidas como nuevo paradigma (Buzai, 1998), fueron comprendidas como una visión digital del mundo para su tratamiento y análisis mediante medios computaciones que tenían la particularidad de trabajar información de referencia espacial bajo un determinado sistema de coordenadas. En este sentido, tanto el tipo de información (geoinformación) como la técnica idónea para su tratamiento (sistemas de información geográfica), se convirtieron en herramientas claves para un trabajo geográfico como el que se desarrollaba en la carrera de Geografía de la UNCuyo que tenía una fuerte tradición en el análisis locacional (Lus Bietti, 2022b). Esta línea de trabajo, pionera en el país, que aplicaba los sistemas de información geográfica al ordenamiento territorial, había tenido un desarrollo inicial en el marco de otro grupo de investigación llamado Centro de Investigación y Formación para el Ordenamiento Territorial (CIFOT). Este Centro, a su vez, a partir de vincularse estrechamente con entidades públicas y privadas, se constituyó en un agente clave para incluir esta temática en el cambio curricular que realizó la carrera de Geografía la UNCuyo en el año 1997. Incluso, allí fue incorporada una tecnicatura especializada en cartografía y sistemas de información geográfica como titulación intermedia. Hacia finales de la década de 1990, Gray de Cerdán fundó un nuevo grupo, el CETEM, y desde allí introdujo la utilización de los sistemas de información geográfica como método eficaz para generar estrategias de prevención y manejo de los desastres y una gestión del territorio que permitiera reducir el riesgo y la vulnerabilidad (Gray de Cerdán, 1998a, 1998b). De hecho, si, por un lado, la materia de grado Geografía Urbana y Urbanismo (Gray de Cerdán, 1997, 2000) incorporaba como tema “desequilibrios sociales, económicos y ambientales: gestión ambiental, gestión del riesgo y manejo de la información. El aporte de la Geografía al Urbanismo”, por otro, en 1997, se creó una especialización de posgrado en Prevención, Planificación y Manejo Integrado de Áreas Propensas a Desastres (Facultad de Filosofía y Letras-UNCuyo, Ordenanza 7. 1997). Ambos, en rigor, fueron ámbitos importantes desde los cuales este tipo de abordaje tuvo lugar en la Geografía cuyana.

Finalmente, los planteos del ordenamiento y planeamiento territorial desarrollados por el CIFOT dieron lugar a otra variante de esta primera mirada del tratamiento de la relación sociedad-naturaleza. En efecto, avalado por distintas normativas (Ley Provincial 5804/1992 y 5961/1992; Decreto 1939/1996), en Mendoza se produjo un importante involucramiento de distintos geógrafos y geógrafas y ámbitos de investigación para generar y articular conocimientos geográficos con la problemática (y su ordenamiento) ambiental. En este marco, el CIFOT, ya sea en colaboración con ámbitos gubernamentales -como la creación de un sistema de información ambiental para la provincia de Mendoza a través de un convenio firmado entre el Instituto de Geografía y el Gobierno de Mendoza-, en la creación de instancias formativas -cursos destinados principalmente a la capacitación en sistemas de información geográfica y su aplicación en problemas de índole ambiental- o en la realización de actividades de investigación -como por ejemplo, el convenio de cooperación científico-tecnológica trazado con el Centro Helmholtz de Investigación del Medioambiente de Alemania para elaborar sistema de información ambiental para las ciudades de Mendoza y Leipzig-, se constata que se constituyó como un nuevo espacio que incorporó en sus análisis el estudio de las problemáticas ambientales (Instituto de Geografía-UNCuyo, 1997, Gudiño de Muñoz, 2000, 2003a, 2003b). En ellos, se buscó destacar la relevancia de la planificación y ordenamiento territorial como así también las virtudes de los sistemas de información geográfica. De hecho, fueron algunas de estas actividades las que permitieron divulgar y destacar la utilidad de las geotecnologías y situarlas en el seno de la carrera de Geografía.

En definitiva, los programas de materias y las actividades de investigación realizada por geógrafos y geógrafas en centros o grupos radicados en UBA y UNCuyo ponen en evidencia la existencia de una mirada que, con distintas variantes principalmente durante la década de 1990, se abocó al abordaje de la relación sociedad-naturaleza en clave de deterioro-conservación/planificación. La preocupación por lo ambiental como cuestión social, la carta dinámica del medio ambiente, el desarrollo sustentable como tema de agenda, la incorporación de la reflexión crítica y el conflicto socioterritorial o socioambiental en los estudios de tipo regional, la emergencia de análisis desde la perspectiva del riesgo y la vulnerabilidad y su previsión y manejo, y el ordenamiento territorial que agrega la dimensión ambiental en articulación con los sistemas de información geográfica, son algunos de los ejemplos. Ellos se erigen como una muestra de la diversidad a la que asistió esta primera mirada entre los años 1983 y 2001.

Ontologías y conceptualizaciones marxistas en la problemática ambiental

Desarrollada en la Geografía de la UBA, esta segunda mirada se vincula con la renovación epistemológica producida allí durante la década de 1980. Como fue comentado en el punto anterior, ella tuvo un impulso inicial con el cambio curricular del año 1985, complementado posteriormente por aquél de 1992. Ellos permitieron la incorporación de docentes, investigadores e investigadoras y bibliografía que incluyeron nuevos temas, enfoques y metodologías que promovían una Geografía crítica y con compromiso social a partir de un acercamiento a la fenomenología y a distintas vertientes del marxismo. En ello, también, fueron sustantivos los vínculos establecidos con la Geografía de la Universidad de San Pablo (Vigliecca, 2011; Lus Bietti 2022a; Lus Bietti y Bombal, 2024). De hecho, los seminarios brindados en la UBA por Antonio Carlos Robert Moraes y Wanderley Messias Da Costa y la lectura de su producción intelectual, junto con la de Milton Santos, fueron herramientas teóricas que enriquecieron el proceso de renovación epistemológica en las décadas de 1980 y 1990 (Zusman, 2015).

Desde un abordaje marxista, entonces, en la Geografía de la UBA se produjeron reflexiones que pusieron en cuestión no solo una perspectiva dicotómica en la ontología de la relación sociedad-naturaleza (esto es, una realidad social por un lado y una realidad natural por otro), sino también sus implicancias epistemológicas en ciertos conceptos claves para la comprensión de la problemática ambiental. En particular fue relevante el trabajo “Algunos límites ideológicos, conceptuales y económicos del discurso ecológico-ambiental” (Natenzon, Tsakoumagkos y Escolar, 1988). Posicionándose desde la teoría marxista, la autora y autores de este trabajo cuestionaron el discurso que denominaron ecológico o ecológico-ambiental y que habría conllevado a una “mistificación” y naturalización de la explicación de procesos ambientales histórica y socialmente construidos. A partir de aquí planteaban que conceptos como el de recurso natural fueron utilizados en el marco de una visión de la relación sociedad-naturaleza a-histórica que distinguía y objetivaba sus dos componentes (la sociedad por un lado y la naturaleza por el otro).

De esta forma el recurso natural fue comprendido como un objeto de referencia natural (naturaleza) utilizado por un sujeto de referencia social (sociedad). Ello implicaba asumir que dependiendo del vínculo sociedad-naturaleza habría impactos de distinto tipo: catástrofe natural (si el epicentro está la naturaleza), impacto ambiental (si el foco está en la sociedad). Como contrapartida, proponían orientar el análisis a la comprensión de la existencia de un proceso histórico para, en primer lugar, asumir la imbricación sociedad-naturaleza a través del trabajo (descartando así que sean objetos sincrónicos y distintos) y, en segundo lugar, para desentramar las relaciones sociales de producción que configuraban dicho vínculo y las problemáticas histórica y socialmente que ellos encarnaban. Por último, la crítica también apuntaba a cuestionar el sentido de escasez atribuido a los recursos naturales. Éste, presentado como algo dado por el propio objeto “natural” (de la naturaleza), en el contexto de la argumentación presentada, se entendía más bien como el resultado de las relaciones sociales de producción que definían la necesidad de ese objeto:

El recurso no existe independientemente del sujeto recurrente, es decir del sistema de necesidades socialmente mediado. El recurso se define desde el sujeto pero es un valor de uso, es sólo la posibilidad presente en las existencias (naturales-sociales) que puede ser apropiada o no, y que para serlo debe ser definido. Es la posibilidad de definir un valor de uso, pero esta posibilidad depende de la lógica referencial social, es decir las relaciones sociales de producción y el sistema de necesidades acorde a un modo de producción definido histórico y localmente para una formación económico-social particular (Natenzon, Tsakoumagkos y Escolar, 1988, p. 196-197. Cursivas originales).

Este tipo de abordaje se profundizaron durante la década de 1990, como lo demuestra el trabajo “Deuda externa por conservación: La Naturaleza de un negocio con exclusiones” (Natenzon, Souto, Castro, Rima y Gerosi, 1990). Allí, reconociendo que la preocupación por los problemas ambientales estaba instalada en la sociedad desde 1970, el texto evidenciaba la emergencia de nuevas modalidades para atender la cuestión ambiental en los países latinoamericanos y, más ampliamente, subdesarrollados en el inicio del último decenio del siglo XX, signado por la profundización de políticas neoliberales. En efecto, la referencia apuntaba a la posibilidad de cancelar partes importantes de deuda externa a cambio de colocar porciones de territorio fuera del circuito productivo, aplicando un manejo de tipo conservacionista con fuertes restricciones de uso. Ello, en tanto propuesta que contaría con la participación de entidades gubernamentales, conservacionistas y financieras nacionales e internacionales, implicaba salvaguardar particulares elementos, definidos por tales instituciones como recursos naturales, que tuvieran una potencialidad, es decir, un uso significativo para la sociedad en el futuro.

Para Natenzon et al. (1990) este “canje de deuda por naturaleza” encarnaba la problemática del uso y suplantación del concepto de recurso natural por el de materia prima. Así, citando las reflexiones realizadas por Natenzon, Tsakumagkos y Escolar (1988), entendían que el concepto de recurso natural, en detrimento del de materia prima, despojaba la historicidad del proceso de recurrencia social mediante el trabajo humano, es decir, la existencia de las relaciones sociales de producción en la configuración de un vínculo sociedad-naturaleza histórica y socialmente desarrollada. De esta forma,

…desde nuestro punto de vista lo que se conserva intangible no son los recursos naturales en sí sino su uso futuro como materias primas -apropiados, recurridos y valorizados- por parte de algunos sectores de la sociedad. En realidad, aún cuando la valorización corresponde al futuro, esta conservación de hoy implica la apropiación de ese territorio y todo lo que en él se localiza a través de las restricciones a usos actuales que están realizando otros sectores de la sociedad diferentes a aquellos que proponen/imponen las restricciones (Natenzon, et al., 1990, p.303. Negrita original).

Así, desde el enfoque marxista, los geógrafos y geógrafas porteñas desnudaban un fenómeno que incurría en la naturalización de las materias primas y un discurso que se arrogaba en la supuesta beneficencia que traería consigo el canje de deuda por recursos naturales. En su lugar, arrojaban luz sobre la existencia de un proceso de valorización y apropiación territorial efectuado por ciertos actores y grupos sociales con intereses específicos y su contracara, como los conflictos por el uso de la tierra y el empobrecimiento generados por la exclusión de otros agentes sociales en las tomas de decisiones y en la distribución de los réditos económicos sobre su territorio.

Ahora bien, una materia que incorporó en sus contenidos una impronta semejante fue Recursos Naturales (Natenzon, 1987, 1989; Tsakoumagkos, 1996 y 1998). Así, como uno de los objetivos formativos, se planteaba el desarrollo de una visión crítica de la problemática referida a los recursos naturales y las implicancias que conllevaba el uso de este concepto al interior de las ciencias sociales y, en particular, en lo que concernía a la temática ambiental. En este marco, “el planteo tradicional del problema: recursos naturales, manejo y uso, naturaleza y sociedad”, “el problema de la escasez absoluta y relativa”, “determinación histórica de necesidades”, “las determinantes naturales de los procesos sociales”, “origen social y político de las problemáticas”, “lucha política y ecologismo”, “crítica a la idea de naturaleza y naturalización”, y “propuesta conceptual de recursos naturales y materias primas” entre otros, figuraban como ejes a trabajar.

Otra materia que seguía similar abordaje era Teorías y Métodos de la Geografía II, luego del cambio de plan de estudios del año 1992 rebautizada Teorías Contemporáneas en Geografía II, (Di Cionne, 1986, 1987, 1996, 1999). Esta asignatura, propiciaba un espacio que ponía en vinculación los conocimientos geográficos con perspectivas marxistas. Bajo un espectro más amplio que abordaba problemas teóricos, epistemológicos y metodológicos de la Geografía, es posible identificar ejes como “El dualismo ‘naturaleza-cultura’, “naturaleza, historia y sociedad”, “el ‘alerta ecológico’ y el ‘paradigma ecologista’”, “la dimensión territorial (o espacial) de la naturaleza-cultura” y “el encuentro entre el materialismo histórico y dialéctico y la Geografía” en donde tenían lugar el análisis de las formas de tratamiento de la relación sociedad-naturaleza y la problemática ambiental. Además, con el objetivo de interiorizar críticamente algunos ejes teóricos que resultaban del cruce entre marxismo y geografía, en una subunidad titulada “El encuentro entre Historia y Geografía” figuraban tópicos como “modos de producción, formaciones socio-económicas y formaciones geográficas”, “naturaleza y cultura en la reproducción histórica-geográfica”, “reproducción económica capitalista, regímenes de acumulación y reproducción geográfica” y “clases sociales y movimientos sociales de base territorial-ambiental”.

En definitiva, en el marco de una renovación epistemológica importante que experimentó la Geografía porteña desde mediados de la década de 1980, cierta producción académica y los contenidos de materias particulares permiten dar cuenta de una mirada crítica en clave marxistas de la relación sociedad-naturaleza que repensaba los fundamentos ontológicos de esa relación, como así también ponía en jaque ciertos conceptos, como el de recursos natural, para avanzar en el tratamiento de los problemas ambientales. En relación con la Geografía de la UNCuyo esta perspectiva sobre la relación sociedad-naturaleza no orientó ni las investigaciones ni los contenidos de las asignaturas. Incluso, como indicaban Molina de Buono y Furlani de Civit (1997), en el umbral del siglo XXI la crítica social no formaba parte de la metodología de la producción de la Geografía cuyana.

Región y modos de vida. La naturaleza como condición de posibilidad para las sociedades

A diferencia de la anterior, esta mirada fue propia de la Geografía de la UNCuyo y tuvo que ver con la continuidad de un campo de indagación de fuerte arraigo: los estudios de Geografía regional que seguían la perspectiva francesa de fines del siglo XIX y principios del XX que convivieron, aunque con menor vigencia, con la Geografía cuantitativa y el análisis locacional (Cicalese, 2014; Lus Bietti, 2022b). En efecto, a partir de ciertos programas de materias de la carrera y de algunos artículos publicados en el Boletín de Estudios Geográficos es posible dar con una mirada de la relación sociedad-naturaleza que se interesó por conocer cómo esta última servía de condición de posibilidad para el desarrollo de las primeras.

De acuerdo con la documentación hallada, asignaturas como Geografía de África y Oceanía (Lasalle, 1987) y Geografía de América Anglosajona (Pannochia, 1987) y Geografía de Eurasia (Pannochia, 1987) proponían entre sus objetivos conocer y comprender los elementos físicos y humanos como forma de análisis de una región, ya sea la que correspondiera con el nombre de la materia o bien establiendo regiones subsidiarias a su interior. Así, por ejemplo, eran tratados tópicos como “división regional de África: criterios para la división. Localización y estructura básica de cada región”, “el Nilo como río internacional: el control del agua”, “la agricultura en la época de la Gran represa”, “Asuán y sus posibilidades”, “El hombre en Europa. La población actual y su distribución”, “El Mediterráneo. Estructura. Relieve y el Mar. El Clima. Agricultura y Ganadería (…) Las regiones” o “[Estados Unidos] Las regiones (…) El área industrial. La megalópolis. El sistema de los grandes Lagos y el San Lorenzo como vía de circulación. El cinturón lechero. El cinturón del maíz. El cinturón del trigo. El cinturón del algodón”, entre otros. Allí, entonces, se ponía de manifiesto un ímpetu, con tintes más bien descriptivos, por entender cómo se articulaban ciertas acciones humanas con determinadas condiciones del medio natural que, además, generalmente tendían a explorar las actividades económicas dominantes o los modos de vida (géneros de vida “lablacheanos”) sin proponer ninguna problematización o eje problematizador.

Ahora bien, en el Boletín de Estudios Geográficos se pueden identificar dos publicaciones que suscriben a esta tercera mirada de la relación sociedad-naturaleza. Se trata de los trabajos “La actividad pastoril en Santa Cruz: paisaje homogéneo, estructura invariable” (Cepparo de Grosso,1986) y “Incipiente modelo de diversificación agrícola en el Valle de Uco” (Gudiño de Muñoz, 1987). El primero de ellos buscaba dar cuenta de cómo las condiciones de la naturaleza y el proceso histórico-económico del país (y particularmente en él, el papel de la región patagónica), produjeron que el espacio de la provincia de Santa Cruz sea concebido como un paisaje homogéneo. En palabras de la autora,

La presencia del hombre en este medio árido y desolador, sólo es visible en el parcelamiento de las explotaciones, en los distanciados cascos de estancias y en el cuidado y dirección de los rebaños. Es decir, que se produce una íntima fusión espacio —hombre— espacio, porque son las características del contexto espacial de la Patagonia Austral las que más han condicionado al hombre para desarrollar esa actividad, casi imperceptible a simple vista. Pero también el tiempo o el proceso histórico o el interés del país por el desarrollo de esta región, han influido en este espacio hasta darle la fisonomía pastoril actual (Cepparo de Grosso, 1986, p.85).

De este modo, la autora realizaba una descripción profunda que analizaba las condiciones del medio natural, el predominio del uso ganadero en el suelo, la morfología agraria (esto es tamaño, forma y disposición del parcelamiento de la tierra), la distribución y dispersión de la población, la cantidad y el grado de tecnificación del trabajo agropecuario, las zonas de producción y comercialización y el tamaño y número de las explotaciones, para dar cuenta de cómo se fue conformando históricamente el paisaje santacruceño. Se trata, entonces, de un estudio analítico que buscaba exhibir lo singular de la organización económica-funcional de este espacio.

El segundo trabajo, por su parte, se situaba en la región del Valle de Uco, en la provincia de Mendoza, con la intención de identificar una actividad-eje para el desarrollo económico. En este marco, la autora realizaba una regionalización al interior de la región del Valle de Uco a los fines de identificar distintas zonas de producción y, en rigor, dar cuenta de una diversificación agrícola:

Valle de Uco es una región con grandes posibilidades de expansión económica, frente a la necesidad creciente de diversificar la producción agrícola y paliar la grave crisis que la actual estructura ha generado en la economía provincial. Las condiciones naturales permiten la práctica de variados y determinados cultivos que lo individualizan dentro del contexto general (…) A pesar de constituir una unidad, la acción modificadora del hombre sobre el espacio, configuró tres subsistemas agrícolas: Tupungato, caracterizado por la variedad de cultivos practicados -vid, frutales, hortalizas- y modernas formas de explotación de la tierra, Tunuyán, especializado en la producción de manzanas, actividad que lo distingue a nivel provincial, San Carlos, individualizado por el cultivo de la vid y modalidades tradicionales en cuanto del uso del suelo agrícola. (Gudiño de Muñoz, 1987, p. 139).

Distinguidas las áreas al interior del Valle de Uco, la autora se propuso precisar cuál de estos tres subsistemas debería ser el centro motor para impulsar un desarrollo basado en la diversificación agrícola. Para dar con ello, entonces, se realizó un repaso por las limitaciones del medio natural, la evolución de la superficie cultivada, las formas de tenencia de la tierra y el grado de tecnificación alcanzado que permitió establecer un modelo agrícola de la región. Éste, abrió paso a una segunda etapa en la cual se indagó la rentabilidad de las explotaciones y los distintos canales de comercialización de la producción que dieron como resultado final a la región de Tunuyán como la más adecuada, principalmente por su infraestructura industrial dinámica, la existencia de un comportamiento económico integrado con dispositivos bancarios-financieros desarrollados y una alta concentración de circuitos de comercialización. De esta manera, Gudiño de Muñoz, realizaba un análisis que, si bien seguía algunos lineamientos metodológicos más propios de las perspectivas cuantitativas, como la utilización de modelos, reposaba en un encuadre regional realizado a partir de identificar las actividades humanas realizadas en la naturaleza.

En definitiva, tanto los programas de materias comentados como los trabajos de Cepparo de Grosso y Gudiño de Muñoz dan cuenta de abordajes en donde la región (y la regionalización) no solo se erigían como método de análisis y de recorte territorial, sino que figuraban como el resultado de una relación sociedad-naturaleza que se basaba en condiciones (limitaciones o posibilidades) de la naturaleza para el desenvolvimiento de las sociedades que, de acuerdo con ciertas características económicas, sociales y técnicas, podían superarlas o aprovecharlas en mayor o menor medida dando como resultado paisajes homogéneos o zonas de potencial desarrollo productivo.

Es importante destacar que esta mirada, hacia la década de 1990 iría perdiendo fuerza en línea con una apertura teórica y epistemológica que implicó la implementación de un nuevo plan de estudios en el año 1997. Si bien, como se señaló, la principal innovación fue la incorporación de las geotecnologías, también se dieron a conocer, en menor medida, otros temas novedosos como aquellos vinculados con la epistemología de la disciplina, las geografías de la energía o las problemáticas devenidas del fenómeno de la globalización. En este marco, si bien algunas materias como Geografía de los Espacios Mundiales I (Karake, 2000) destacaban el interés por los factores de diferenciación (ecológicos, demográficos, sociales, culturales y político-económicos) de los grandes conjuntos espaciales bajo la era de la globalización, señalando “la región como concepto indispensable para comprender los mecanismos del mundo contemporáneo” y Geografía Argentina (Cepparo de Grosso, 1998, 2000) buscaba obtener una visión de conjunto de las regiones argentinas indagaba cuestiones como “la organización actual del espacio” y “Los espacios diferenciados según el juego de los factores ambientales y la intervención del hombre”, el rastreo de investigaciones producidas por geógrafos y geógrafas cuyanas ha permitido reconocer dos publicaciones en el Boletín de Estudios Geográficos que, manteniendo un punto de partida semejante, añadían nuevos elementos que no solamente complejizaban los análisis, sino que prescindían de la región: “Lavalle. Población y Migraciones” (Cozzani de Palmada, Fortín de Iñones, Parra de Juri y Anastasi, 1999) y “Rio Gallegos y su zona de Chacras. Los conflictos que desafían a un nuevo ordenamiento territorial” (Cepparo de Grosso, 1996). Se trataba de dos estudios que, si bien partían de reconocer las posibilidades y/o limitaciones de las condiciones de la naturaleza para el desenvolvimiento de las sociedades, añadieron elementos que permitieron analizar situaciones más complejas y conflictivas. Para el primer caso, se constataba la presencia de un comportamiento migratorio contradictorio por cuanto al tiempo que se producida una migración desde el Departamento, caracterizado por su aridez, hacia metrópolis más pujantes, a su interior, el movimiento era desde áreas irrigadas a márgenes desérticos. Para las autoras y el autor, se trataba de entender una situación problemática de los lugares de origen más que el atractivo de los destinos. En el segundo caso, la autora reconocía la convergencia de dificultades y restricciones naturales con otras de índole económica, sociales, culturales y políticas en cinturón rururbano de la Zona de Chacras de la ciudad de Rio Gallegos para el desarrollo de la producción hortícola, principal actividad económica. Ello, en rigor, desembocaba en el un planteo de un nuevo ordenamiento territorial tendiente a consolidar los usos agrícolas en zonas más aptas, crear áreas de usos especiales que permita mejorar la relación productiva entre la ciudad y su faja rururbana. Estos análisis, entonces, suponen un contrapunto con algunos programas de materias y otros estudios de la década anterior que, desde la región, bregaban por un entendimiento de limitaciones y posibilidades, en un sentido “vidaliano”, en la relación sociedad-naturaleza.

La preeminencia de lo físico y la ausencia de lo humano

La cuarta de las miradas identificadas se caracteriza por ponderar los componentes físicos de la naturaleza, minimizando el accionar de los grupos sociales a un “factor antrópico” o, directamente excluyéndolo. El análisis de programas de materias de finales de la década de 1980 disponibles permite comprender su predominancia en el seno de la Geografía de la UBA, principalmente en asignaturas ligadas a disciplinas de las ciencias exactas y naturales. Como particularidad, también sus docentes a cargo estarían formados en dichos campos de estudios.

Así, por ejemplo, en Climatología (Ereño, 1986, 1989) se proponía conocer el sistema climático de la Tierra, los principios básicos de su funcionamiento, sus variaciones periódicas y aperiódicas y añadía “la incidencia de las mismas en la sociedad moderna”. Sin embargo, los contenidos desglosados no daban cuenta de este último punto. De hecho, en ninguna de las unidades, tituladas “la componente astronómica del clima”, “la componente de circulación del clima”, “la componente geográfica del clima”, “clasificación climática” y “climatología regional sudamericana”, es posible hallar con alguna mención sobre el accionar de/sobre los grupos humanos. Otra muestra similar se daba en Oceanografía (Bellisio, 1986, 1989) y Geomorfología (Ferreiro, 1987, 1989), materias cuyos programas no evidenciaban referencia explícita al papel jugado por las sociedades. En la primera, se abordaban cuestiones referidas a “propiedades físicas del mar”, “Química del agua de mar”, “el mar como medioambiente de la vida” (vegetal y animal), “las masas de agua y las corrientes de los océanos”, “interrelaciones de los organismos marinos” y “producción orgánica en el mar” (que incluía temas como “productividad primaria”, “recursos pesqueros”, producción pesquera mundial”, “recursos pesqueros argentinos y mundiales”, “accionar de los organismos reguladores internacionales”, entre otros). En la segunda, se trataban tópicos como “origen de la Tierra”, “teorías de las placas tectónicas”, “magmatismo”, “plutonismo”, “vulcanismo”, “orogénesis”, “fallamiento”, “procesos físicos, meteorización y erosión”, “morfología litoral y submarina”, “los sistemas morfoclimáticos”, “el cuaternario. Herencia y Paleoformas”. Una unidad diferente aquí era aquella en donde se analizaba “Geomorfología aplicada. Los estudios del medio ambiental y el ordenamiento territorial. Los estudios integrales del medio natural. Rol de las imágenes satelitarias y fotografías aéreas”. A ellas, se puede añadir el caso de Geografía Física de la Argentina (Siragusa, 1987, 1989) en donde se planteaba el análisis de las distintas áreas de la Argentina siguiendo un criterio de “Regiones Naturales” en las que se analizarían en cada caso “el relieve predominante”, “las estructuras geológicas”, “las condiciones climáticas”, “la hidrografía”, “los tipos de suelos”, “la cobertura vegetal”, “la fauna” y “los recursos naturales”.

En suma, no se han encontrado en los programas relevados propuestas explícitas que articulen los contenidos más físicos con otros más humanos. Si aparecen, es mediante alguna referencia indirecta en la que se puede conjeturar una asociación con, por ejemplo, la explotación de recursos o la aplicación de conocimientos en trabajos o estudios integrales en clave ambiental. Si bien se trata de materias que responden a conocimientos de otras disciplinas más propias de las ciencias naturales, no se puede desconsiderar que, bajo el nuevo plan de estudios de 1985, pasaron a ser parte de una Carrera que entendía y asumía a la Geografía como ciencia social (Lus Bietti, 2022a). De este modo, esta cuarta mirada se caracteriza por poner un mayor énfasis en el componente natural de la relación sociedad-naturaleza.

En el caso de la Geografía Cuyana, cabe decir que la situación resulta diferente en algunos programas de similares asignaturas, pero cuyos docentes titulares sí tenían formación en Geografía. En efecto, materias como Geomorfología y Climatología, ambas conducidas por Ricardo Capitanelli, en sus respectivos programas del año 1985, daban cuenta de una relación sociedad-naturaleza que se interesaba por la adaptación de las sociedades al medio natural. Mientras Geomorfología incorporaba en su temario “Geomorfología y actividades humanas”, “Geomorfología de las regiones secas y desarrollo urbano”, “El problema de los movimientos del área y la tierra. Respuestas del hombre”, en Climatología se abordaba “el hombre en el clima”, “los imperativos climáticos y las técnicas del hombre”, “climas urbanos, medio ambiente y planificación del espacio”, “ordenamiento de regiones climáticas áridas”, entre otras. De esta forma, estas asignaturas se distinguían de aquellas semejantes dictadas en la carrera de Geografía de la UBA ya que no solo eran dictadas por geógrafos, sino que también, así sea lateralmente, proponían cierta vinculación entre la actividad humana y las bases físicas. Si bien era un contenido reducido inserto en temarios de campos disciplinares específicos, se manifestaba una distinción en la forma de tratar la relación sociedad-naturaleza.

Durante la década de 1990 está situación tuvo continuidad. El análisis de los programas de Geomorfología, Climatología y Oceanografía (Bellisio, 1994; Ereño, 1995, 1999; Montes, 1994, 1997) de la carrera de Geografía de la UBA no arroja modificaciones sustantivas que altere lo señalado. Esto es, en el marco de una Geografía asumida y proclamada como ciencia social, idea que se reforzó con el cambio curricular de 1992, la ausencia de una articulación explícita entre contenidos físicos y humanos. En la carrera de Geografía de la UNCuyo, en el marco de un giro de la hacia las geotecnologías y a pesar de la jubilación de Capitanelli, cuyos espacios curriculares evidenciaban un mayor esfuerzo por brindar esta articulación, la situación tampoco se modificó. En efecto, en los programas de Geomorfología, a cargo de Raúl Mikkan (1998, 2000), se mantuvo el intento de poner en vinculación ciertos fenómenos físicos con los humanos. Más aún, su presencia en términos de “adaptación” cedió lugar a un interés por la situación de impactos. Así, como un objetivo de sus programas se explicitaba la comprensión de la importancia de la Geomorfología como disciplina aplicada y su función dentro de la Geografía, “especialmente con relación a las actividades humanas” y, desde allí tenían lugar tópicos como “erosión antrópica” y “las actividades humanas como factores desequilibrantes”. Si bien se trataba de un mínimo de contenidos en temarios de campos disciplinares específicos, cabe resaltar nuevamente su persistencia y diferenciación en la forma de tratar la relación sociedad-naturaleza respecto a una materia homónima en la Geografía porteña.

Conclusiones

A lo largo del período comprendido entre 1983 y 2001 se han podido identificar diferentes miradas en torno a la relación sociedad-naturaleza.

Durante la década de 1980, una de ellas, con presencia en la UBA y UNCuyo, fue la que puntualizó en las condiciones de deterioro de la naturaleza a partir del impacto de las actividades humanas, así como también en las estrategias de planificación, manejo o conservación para mitigarlas. Ella, en el decenio siguiente experimentó numerosas variantes. Así, la recepción del desarrollo sustentable en diversas materias y espacios de investigación; la matriz teórico conceptual del riesgo y vulnerabilidad esbozada teóricamente por el PIRNA y Claudia Natenzon bajo una constelación de conceptos que incorporaba la dimensión de peligrosidad e incertidumbre, y desde el CETEM y Nelly Gray de Cerdán por medio de los sistemas de información geográfica como método eficaz para generar estrategias de prevención y manejo de los desastres; la mirada de síntesis ofrecida por Carlos Reboratti que integraba, con una fuerte impronta histórica, aspectos físicos y humanos para dar cuenta de problemáticas tanto ambientales como así también de otro tipo como aquellas vinculadas con la tenencia de la tierra; y los estudios de ordenamiento territorial y la aplicación de los sistemas de información geográfica para el tratamiento de los problemas ambientales, en donde cobró protagonismo el CIFOT, son ejemplo de ello.

Una segunda mirada, desarrollada sólo en la carrera de Geografía de la UBA, fue la que, con base en el marxismo, proponía partir de la comprensión de la existencia de un proceso histórico para asumir la imbricación de la relación sociedad-naturaleza a través del trabajo y desentramar las relaciones sociales de producción que configuraban dicho vínculo histórica y socialmente desarrollado. A la inversa, una tercera mirada, con lugar específicamente en la carrera de Geografía de la UNCuyo, resultó aquella que, desde la perspectiva regional, planteaba indagar en las condiciones (limitaciones o posibilidades) de la naturaleza para el desenvolvimiento de las sociedades que, de acuerdo con ciertas características económicas, sociales y técnicas, podían superarlas o aprovecharlas en mayor o menor medida. Durante la década de 1990, ambas mostraron continuidad, aunque con diferentes grados de cambio. Si en la primera se consolidó y profundizó la crítica sobre la noción imperante de recurso natural, la segunda se debilitó al añadir nuevos elementos analíticos que complejizaron su abordaje y dejaron de lado la región como unidad analítica y metodológica.

Finalmente, en todo el período analizado, en la carrera de Geografía de la UBA se reconoció una cuarta mirada a partir de algunos programas de materias, y sus docentes a cargo, que respondían a disciplinas del campo de las ciencias naturales en los que si el elemento humano aparecía era de modo indirecto y en donde la centralidad estaba colocada, casi exclusivamente, en las condiciones físicas de la relación sociedad-naturaleza. Esta mirada fisicalista tuvo un contraste en la Geografía de la UNCuyo, dado que similares materias, dictadas por geógrafos, mostraban una mayor preocupación por vincular el accionar humano a las bases físicas.

Ahora bien, es relevante señalar que, en buena medida, las miradas identificadas expresaron distintas características que respondieron a las singularidades de las trayectorias de las carreras que las inscribieron. No menos importante es mencionar que tales trayectorias también se vincularon con cómo cada Universidad procesó y asumió los cambios políticos, sociales, económicos y culturales del país en cada período. Por cuestiones de espacio no es posible profundizar en ello, pero cabe reconocer la existencia de procesos diferenciales de renovación de la planta docente y, con ello, de planes de estudios y de contenidos, distintas orientaciones (y disponibilidad de recursos) de políticas científicas, y particulares redes y vínculos tejidos con otros ámbitos universitarios y extrauniversitarios. Este conjunto de situaciones funcionaría como hilo y aguja para entretejer cada una de las respectivas trayectorias. Aunque sea de manera simplificada e inconclusa, se puede anticipar que la apertura de concursos docentes, los vínculos con la Universidad de San Pablo y una política científica de fuerte carácter interno en la UBA, llevadas adelante con el espíritu transformador de la última restitución democrática, fueron claves para los procesos de renovación que tuvieron lugar en la Geografía porteña a mediados de la década de 1980.

En la UNCuyo, por su parte, la renovación de la planta docente por jubilaciones más que por concursos, la creación de centros de investigación dependientes, pero con cierto grado de autonomía, de los Institutos y una política científica más orientada hacia afuera con entidades públicas y privadas, junto con seguimiento de la agenda de reformas educativas de la década de 1990, marcaron las transformaciones de la Geografía cuyana de finales del siglo XX. En este contexto, las carreras de Geografía de la UBA y UNCuyo desarrollaron miradas específicas y características asociadas con las transformaciones epistemológicas: mientras en Buenos Aires se produjo un acercamiento a perspectivas críticas ligadas a distintas variantes del marxismo, que permitieron la emergencia de una mirada de la relación sociedad-naturaleza que proponía una ontología en la que la sociedad y la naturaleza estaban relacionadas dialécticamente a través del trabajo y atravesadas por relaciones sociales de producción; en Mendoza, tuvieron un lugar preponderante las geotecnologías, en donde los sistemas de información geográfica se convirtieron en una herramienta útil para analizar situaciones de deterioro ya sea en relación al ordenamiento ambiental, ya sea en vinculación a las situaciones de desastres. En paralelo, otras miradas mostraron tener mayor o menor vinculación con las transformaciones epistemológicas producidas. Así, la continuidad de la perspectiva regional en Mendoza durante la década de 1980 y, luego, su desestimación en la década de 1990, en un momento en el cuál la Carrera asistió a un proceso de mayor apertura a partir del cambo de plan de estudios de 1997, son un ejemplo de ello. También, las diferentes problematizaciones realizadas por el PIRNA y Claudia Natenzon en relación al riesgo y la vulnerabilidad, como así también de Carlos Reboratti en la integración histórica de aspectos físicos y sociales, señalan aristas novedosas en tiempos en los que se profundizó la renovación producida en la Geografía porteña luego del cambio curricular del año 1992. En rigor, lo que interesa resaltar es que la trayectoria seguida por cada una de las carreras de Geografía no marca la ubicación de ellas en una suerte de estadío más o menos avanzando en relación a una única perspectiva geográfica hegemónica, sino más bien una coexistencia que se explica por el propio recorrido de cada trayectoria.

Para abrir más que cerrar, vale señalar nuevamente que el trabajo realizado representa un primer análisis sobre cómo ha sido estudiada y abordada la relación sociedad-naturaleza desde la Geografía en ámbitos universitarios. Reafirmando su carácter exploratorio, sería relevante continuar con indagaciones semejantes en otros períodos y/o universidades. Es más, ellos podrían ser complejizados al incorporar como variable las prácticas científicas desarrolladas en el CONICET y sus dependencias, algunas de las cuales guardan estrecha vinculación con las universidades. De esta forma, sería posible caracterizar con mayores fuentes e información tanto los estudios de la relación sociedad-naturaleza como las trayectorias de las Geografías en el país. Para aquellas personas interesadas en los temas ambientales, trabajos de este estilo pueden ser provechosos para conocer más sobre las tradiciones ambientales construidas desde la Geografía. Para quienes se interesan por la historia disciplinar, la relación sociedad-naturaleza es un punto de partida original para poder reconocer particularidades de las trayectorias de la Geografía en Argentina. Es de esperar, entonces, que el desarrollo de esta línea de trabajo sea útil para revisar y configurar, en clave histórica, aportes teóricos y metodológicos tanto para la Geografía como para la vigente problemática ambiental.

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Fecha de recepción: 18/03/24

Fecha de aceptación: 13/08/24

© ٢٠٢٤ por los autores; licencia otorgada a la Revista Universitaria de Geografía. Este artículo es de acceso abierto y distribuido bajo los términos y condiciones de una licencia Atribución-NoComercial 4.0 Argentina de Creative Commons. Para ver una copia de esta licencia, visite https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/deed.es

° https://doi.org/10.52292/j.rug.2024.33.2.0075

* Licenciado y Doctor en Geografía. Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. g.lus@hotmail.com